PALABRAS DE EDUARDO BOHÓRQUEZ, DIRECTOR EJECUTIVO DE TRANSPARENCIA MEXICANA, AL PARTICIPAR EN LA SEMANA DE LA TRANSPARENCIA Y PARLAMENTO ABIERTO, EN EL SENADO DE LA REPÚBLICA.

Muy buenos días. Muchas gracias al Senado de la República por abrir este espacio, hoy voy a usar mucho el verbo abrir y apertura, así que les ruego que me disculpen por tantas repeticiones.

Muchas gracias a la senadora Gómez que además, de propiciar este espacio ha propiciado un diálogo sistemático con la sociedad civil; al presidente del Senado, al senador Cervantes que, como ya se ha dicho aquí, nos consta, junto con el senador Encinas y otros hicieron posible que la reforma constitucional en materia de acceso a la información fuera un proceso abierto, un proceso incluyente de la perspectiva de la sociedad civil.

Gracias a Laura Rojas que desde aquella llamada de interés sobe el tema de los parlamentos abiertos en el mundo, nos ha permitido ir conversando y ampliando este tema en México.

Por supuesto, a (Ininteligible) que ha hecho en muy buena medida posible este encuentro y a mi colega, no sabía que tan profundo podría ser esto, pero, a mi colega Miguel Pulido ya hasta tuvo que ser director de Transparencia Mexicana y a los amigos y colegas de Fundar con quienes en muchas reuniones, algunas de desvelo otras de madrugada, nos han permitido ir construyendo un enfoque nacional sobre este tema, lo cual tiene una enorme relevancia si lo ponemos en un contexto histórico.

Como tenemos invitados internacionales, permítanme decir algunas cosas que tal vez el auditorio nacional ya sabe, pero que sería importante tener en perspectiva y poder compartir con ellos.

Cuando el presidente Barack Obama lanza la Alianza por el Gobierno Abierto junto con ocho países, entre ellos, México; la sensación de que ya teníamos el marco jurídico que necesitábamos para entrar al tema y que México ya estaba al día, le hizo pensar a muchos que la Alianza por el gobierno abierto no era necesaria, decían: ¿para qué? No, nosotros ya tenemos legislación de punta, y es más, estamos discutiendo, pues, cambios constitucionales en esta materia.

Estoy hablando del final de la administración anterior, hace cuatro años cuando se lanza este tema y parecía que era completamente innecesario. Para quienes nos acercamos a ver qué diferencias había entre transparencia y gobierno abierto y, el reto que eso suponía, se convirtió en una oportunidad fascinante de repensar nuestro trabajo cotidiano como organizaciones de la sociedad civil.

Vean ustedes, tanto en el video como en los mensajes de los senadores de la República, de los colegas de la sociedad civil, cómo la expresión: una nueva relación gobierno sociedad, ha tenido tanto peso y voy a tratar de ilustrarla con la parte de los conceptos, mientras que transparentar significa que yo les deje ver algo que tengo adentro.

Supongo que en una relación entre personas, transparentar ha de ser, digamos, de alguna manera, alguien que deja ver lo que está ocurriendo.

Tener una relación nueva entre gobierno y sociedad no es exactamente transparentarse. Es un poquito más, significa un grado de apertura que no pasa sólo por el acceso a la información pública y no pasa sólo por subir asuntos a la página web y no pasa sólo por tener espacios por los cuales podemos mirar los demás.

Significa estar dispuestos a relacionarse en forma distinta, no creo que sea casual que tanto Miguel como yo, hayamos hecho énfasis en los espacios de deliberación y de diálogo que hubo alrededor de la ley de transparencia en México, porque no, no fueron esfuerzos por transparentar el trabajo legislativo, fueron esfuerzos por reconocer que la sociedad mexicana tenía ya -lo dijo muy bien Miguel- un núcleo, una comunidad epistémica que podía aportar a la conversación  y que podía enriquecer el proceso legislativo.

No fue transparentar, fue abrirse, fue ser capaces de sentarnos en una mesa y dialogar cada quien con su perspectiva, con la riqueza de su ideología o de sus puntos de vista y tratar de construir, como lo ha hecho el Senado, por consenso, una mejor visión de lo que era el marco legislativo, en materia de acceso a la información para México.

Abrirse no es lo mismo que transparentar, por eso creo que el Senado ha hecho muy bien en explicar que esta semana va de la transparencia al Parlamento abierto, que estamos, que acudimos a un momento muy particular, muy particular de transformación en la manera en que concebimos, no solamente estos temas sino en la forma en que nos relacionamos para construir gobernanza.

Y hay razones de peso para que así sea, no lo hacemos sólo por gusto, por la innovación o por un placer exquisito por los nuevos conceptos del mundo.

La Fundación en este país hizo un estudio, hace apenas unos años, a boca de casillas; saliendo después de votar por sus representantes populares y les preguntamos muchas cosas, pero quiero traer una, que yo creo que puede ilustrar cuán importante es lo que estamos haciendo el día de hoy:

75 por ciento de los votantes en las elecciones federales no se sentía reconocido por su representante popular, acababan de votar ¡eh!

Acababan de ejercer uno de esos derechos de los que hacía referencia el senador Encinas, de la mayor importancia: el derecho de elegir a nuestros representantes. Y después de votar, nos informaban que no se sentían representados; lo que estamos discutiendo o discutiremos como país esta semana y muchas semanas por delante, es cómo ayudamos a la democracia representativa a robustecerse y cuando decimos parlamento abierto estamos pensando en tres cosas:

La primera, ya se ha dicho aquí, que pasemos de esta máxima epistemológica de información a la del conocimiento, que pongamos a disposición de nuestro país, información, conocimiento que es relevante socialmente, que tiene utilidad y que permite mantener ese espíritu crítico no solo en la sociedad civil sino en la academia y otros espacios a los que ya hacía referencia Miguel Pulido.

El segundo asunto que creo que tenemos  que destacar es que lo que uno espera de un Congreso, es que se dé buen gobierno a sí mismo, no sólo que participe del buen gobierno del Ejecutivo, no sólo que construya el marco institucional y jurídico para que se transforme, ejecutivo o judicial sino que se dé buen gobierno a sí mismo.

Nada duele más, se los puedo decir con mucha sinceridad, lo hemos platicado muchas veces en la oficina, nada duele más a la sociedad civil que encontrar que un asunto que tiene que ver con unas tablets o con la manera en que se adquirió un inmueble, o la forma en que se licitan o concesionan ciertas cosas de nuestro Poder Legislativo, sea la manera de entender lo que hacen senadores y diputados; que hayamos reducido a un número tan burdo las adquisiciones públicas los recursos, las prerrogativas, la importancia de uno de los poderes centrales de la vida de nuestra república; que hablemos de eso porque no tenemos de otras cosas mucho más importantes que hablar, que no se ha dado a sí mismo el Legislativo, buen gobierno y que es momento de empezar a hacerlo.

Y por último, creo que se trata de ser un actor, este foro lo ilustra, un actor que impulsa sistemáticamente políticas de gobierno abierto; que legisla, como ya se ha señalado aquí, a favor de la transparencia, de la rendición de cuentas, de la apertura gubernamental que son un actor clave en hacer esto, pero también desde el importante liderazgo político que tiene Cámara de Diputados y Cámara de Senadores que éste sea el tema para empujar una agenda nacional en esta materia, una agenda política nacional, que los representantes populares hablen con los compañeros de sus partidos, para hacer esto en otros espacios, para hacer de esta agenda una agenda de todo, sinceramente de todo el país.

Cierro haciendo un poquito de historia. Cuando en 1998, 1999, nacimos Fundar o Transparencia Mexicana, es increíble cómo la alineación de años es sintomática de qué estaba pensando la sociedad civil en esos años y buscamos en el mundo referencia sobre acceso a la información pública y nos llevamos tremendo golpe de realismo.

El puntero en materia de transparencia nos llevaba 120 años de ventaja, los países nórdicos habían iniciado sus primeras legislaciones en estos temas, más de 100 años antes que México, había que recorrer ese largo trayecto, de manera muy eficiente y así lo hicimos, entre 1999 y el 2001 y estas organizaciones y otras, ayudaron a construir ese primer entramado de leyes de transparencia a que se hacía referencia hace un momento, pero el puntero nos llevaba 120 años de ventaja.

En ese momento, las explicaciones se quedaron en el terreno del culturalismo y muchas personas decían: es que México. Nos lo habían dicho antes, algunos de los ponentes lo saben, en el tema de la democracia mexicana que no estábamos listos para tener elecciones limpias y confiables y nos repitieron el argumento.

 Hubo quien nos dijo que México no era un país que estaba listo para el acceso a la información pública, que por algo había sido esto, algo de los nórdicos, no, que los finlandeses sí podían, que los daneses si podían que los suecos sí podían porque eran finlandeses, daneses y suecos.

Qué terrible error cometieron quienes pensaron que la cultura política mexicana no daba para construir instituciones como las que hoy de forma plural y colectiva estamos defendiendo.

En el tema de gobierno abierto -para cerrar- tenemos una enorme ventaja, el puntero nos lleva sólo, espérenme tantito.

En el tema del gobierno y parlamento abierto, no hay puntero, es un tema nuevo a nivel global, es un tema que estamos construyendo y en el cual, si el Senado, si la Cámara de diputados, si los 34 órganos legislativos del país, así lo deciden podemos arrancar parejo, podemos salir al mismo tiempo y podemos, traduciendo lo que ahora marca la constitución, en acciones muy concretas y en un plan de trabajo homogéneo para todo el país, podemos llevar a nuestros 34 órganos legislativos a convertirse en congresos abiertos.

Se acabaron los pretextos culturales, este es el momento para llevar a México a su verdadero lugar en el mundo y podamos empezar por hacerlo en materia de parlamento abierto. Muchas gracias.


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