Los escándalos de corrupción de Javier Duarte, en Veracruz; de Roberto Borge, en Quintana Roo y de César Duarte en Chihuahua confirman que el valor de la alternancia no está sólo en el cambio de signo partidista sino en la modificación sustancial de las prácticas, de las redes de corrupción y de la impunidad que permitieron estos casos, aseguró la coordinadora del Grupo Parlamentario del PRD en el Senado. Dolores Padierna Luna.

"Ninguna de estas historias de corrupción culmina con la detención y extradición de cada uno de estos personajes. Mal harían los gobiernos de alternancia en cada uno de estos estados si le dan “carpetazo” a las investigaciones y no sancionan penalmente a los múltiples cómplices de estos modelos de cleptocracias", agregó.

A consideración de la coordinadora parlamentaria la lección que nos dejan los casos de los Duarte, de Roberto Borge, de Tomás Yarrington, de Guillermo Padrés y de Rodrigo Medina es que ningún cambio se puede limitar en la alternancia partidista sin un cambio de sistema que ha cobijado la corrupción.

"Esta reflexión es importante ahora  que analizamos y se impugnan los resultados electorales en cuatro entidades de la República. Los ciudadanos están desencantados con las alternancias que no modifican de raíz las prácticas de corrupción", afirmó.

Padierna Luna refirió que hace un año exactamente, el PRI perdió los gobiernos estatales de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua. "El voto mayoritario de los ciudadanos a favor de los candidatos de oposición, en dos casos en coalición PAN-PRD, sorprendió al propio gobierno federal y al priismo, pero no a los observadores más agudos".

"Los escándalos de corrupción de Javier Duarte, en Veracruz, de Roberto Borge, en Quintana Roo, y de César Duarte, en Chihuahua, no sólo señalaban una responsabilidad estatal sino una clara complicidad con instancias federales que dejaron crecer este nivel de descaro y de cinismo", afirmó.

La senadora perredista consideró que lo más doloroso es que junto con los escándalos de corrupción se generó una auténtica crisis de derechos humanos y de falta de Estado de Derecho en cada una de estas entidades. "Veracruz se convirtió en un gran cementerio clandestino sin que el gobernador Duarte hiciera nada, sin que su partido le llamara la atención, sin que el Congreso local ejerciera el papel de contrapeso. Asesinatos de periodistas, de activistas, secuestros de ciudadanos, hostigamiento a movimientos sociales e, incluso, a la Universidad Veracruzana fue el escenario dantesco que dejó Duarte".

   

"En el caso de Chihuahua ocurrió lo mismo. No sólo creció la fortuna persona de César Duarte a través de mecanismos de triangulación financiera para crear su propio banco. También creció la inseguridad, la criminalidad y el hostigamiento a movimientos sociales y a dirigentes opositores", subrayó.

Recordó que en Quintana Roo, Robert Borge emuló a sus homólogos con un ingrediente más perverso: se dedicó a hostigar a sus críticos a través de redes sociales, a inventar publicaciones apócrifas, a amenazar a los propios empresarios. Junto con el robo de fondos públicos, del impuesto para el hospedaje, se dedicó a acaparar terrenos utilizando prestanombres.