La política de prohibición de las drogas y, en particular de la marihuana, ha sido un rotundo fracaso, afirmó el senador panista Roberto Gil Zuarth.

“Esta política no ha reducido la adicción, no ha reducido el consumo, no se ha reducido la disposición que tenemos en los mercados; por el contrario, ha aumentado la violencia y ha aumentado la ganancia de los criminales”, afirmó.

Al participar en la discusión del dictamen de las comisiones unidas de Salud, de Justicia, de Gobernación, de Seguridad Pública, de Derechos Humanos y de Estudios Legislativos Segunda, que reforma la Ley General de Salud y el Código Penal Federal, en materia de regulación y uso de componentes de la marihuana, aseguró que el cambio regulatorio de esta planta no va a acabar con la violencia en el país.

Sin embargo, matizó, “sí implicará reducir sensiblemente una de sus principales ganancias, pues el 40 por ciento de los ingresos del crimen organizado deriva de la exportación de marihuana, y esos recursos son los que le podemos quitar precisamente a través de un cambio regulatorio”.

Gil Zuarth sostuvo que el cambio en la ley “es un avance que nos permite empezar a generar una conversación distinta sobre el problema de las drogas, una conversación sin prejuicios, sin mitos, sobre el avance de evidencia científica, objetiva, y sobre todo poniendo énfasis en ángulos regulatorios mucho más racionales y mucho más humanos”.

 

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13 de diciembre de 2016

* Versión de la intervención del senador Roberto Gil Zuarth, al participar en la discusión de un dictamen de las comisiones unidas de Salud, de Justicia, de Gobernación, de Seguridad Pública, de Derechos Humanos y de Estudios Legislativos Segunda, por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley General de Salud y del Código Penal Federal, en materia de regulación y uso de la marihuana

Gracias, Presidente.

Seré breve en el tiempo, solamente quiero destinar esta intervención a hacer un par de consideraciones sobre lo que significa para el país, o lo que va a significar para el país la aprobación de este dictamen.

Creo que lo primero que hay que decir es que este momento no es un punto final, no es un puerto de llegada, aquí no concluye el debate sobre los usos de la marihuana en particular, pero en general sobre una nueva política con respecto a las drogas.

Es un avance que nos permite empezar a generar una conversación distinta sobre el problema de las drogas, una conversación sin prejuicios, sin mitos, sobre el avance de evidencia científica, objetiva, y sobre todo poniendo los énfasis en ángulos regulatorios mucho más racionales y mucho más humanos.

La política de prohibición de las drogas, pero en particular la política de prohibición de la marihuana ha sido un rotundo fracaso, y ha sido un rotundo fracaso porque no ha reducido la adicción, no ha reducido el consumo, no se ha reducido la disposición que tenemos en los mercados; por el contrario, ha aumentado la violencia, ha aumentado la ganancia de los criminales, y hoy tenemos que enfrentar un potentísimo mercado negro que, en el caso de la marihuana, representa el 40 por ciento de los ingresos del crimen organizado.

Por supuesto que la legalización de la marihuana, el cambio regulatorio, no va a desaparecer la violencia en el país, pero sí implicará reducir sensiblemente una de sus principales ganancias: el 40 por ciento de los ingresos del crimen organizado deriva de la exportación de marihuana y esos recursos son los que le podemos quitar precisamente a través de un cambio regulatorio.

Lo segundo que hay que decir es que este paso, pequeño ciertamente, es muy relevante porque estamos siguiendo el mismo trayecto que están siguiendo otras naciones; la política, el cambio regulatorio con respecto a la marihuana empezó en el mundo, permitiendo la experimentación científica, la investigación medicinal y terapéutica y sus usos y aplicaciones, así empezó.

Y esta apertura controlada, gradual, a partir de los usos medicinales y terapéuticos provocó que tuviéramos más información el día de hoy sobre los efectos que tienen en la salud los distintos componentes de la planta.

Aquí hay que hacer un breve espacio para reflexionar sobre la diferencia entre la planta, las sustancias que contiene la planta y lo que conocemos como marihuana, no son lo mismo; la marihuana es un preparado de una planta, es una suerte de preparación, de manipulación, que provoca altas concentraciones, la potenciación de la concentración de THC, pero la planta como tal contiene otros elementos, se denominan cannabinoides, y otras sustancias químicas que tienen distintas aplicaciones, sólo una de esas sustancias genera efecto psicotrópico en distintas concentraciones, bajo ciertas dosis, en función de los preparados y cuando se le aplica combustión.

Es absolutamente falso que todas las sustancias contenidas en las plantas de la cannabis y las subespecies relacionadas provoquen efectos psicotrópicos, sólo un cannabinoide, denominado THC, bajo ciertas consideraciones y bajo ciertas circunstancias, provoca ese efecto psicotrópico.

Y gran fortuna de este dictamen es que rompemos esta insensatez del pleito penal con la planta; la planta no es el problema de la adicción, el problema de la adicción deriva de una sustancia, la que genera efectos psicotrópicos, no la planta en sí; si una persona aquí se pretende comer a mordidas una planta lo único que le esperará será un fuerte empacho, si quema en una hoguera esa misma planta lo único que va a hacer es que se va a ahumar en su ropa.

La planta como tal tiene distintas aplicaciones, tiene distintas derivadas, tiene distintos elementos que pueden surgir de la planta, y es a partir de esos derivados como se están construyendo tratamientos terapéuticos y medicinales.

No se trata, --como aquí se dijo en algún momento--, de una medicina milagro, sino de una planta con una compleja composición química, de la cual pueden derivar un conjunto de aplicaciones medicinales y terapéuticas. Pero gracias al cambio regulatorio en los usos medicinales, hoy sabemos mucho más de la planta.

La gran contradicción de nuestra política prohibicionista es justamente eso: prohibimos la planta antes de saber cuáles son sus posibles aplicaciones y efectos en la salud, se prohibió en los años 50, cuando los principales y primeros estudios sobre aplicaciones terapéuticas y medicinales llegaron a finales de los años 80; a finales de los años 80 y principios de los 90 supimos que en nuestro cuerpo tenemos dos receptores cannabinoides, que en su interacción con esas sustancias provocan distintos efectos, llevábamos 30 años de insensatez prohibicionista, sin tener un solo elemento de investigación científica que nos permitiera llegar a la conclusión de que toda la planta, en todos sus componentes químicos, produce daño a la salud.

Y sí, ciertamente, hoy queda la sensación de que pudimos haber hecho un poco más. Ciertamente, queda en algunos de nosotros la sensación de que pudimos dar un paso en otros tres componentes esenciales de una política regulatoria mucho más sensata, humanista y racional: la más urgente, la excarcelación de personas que están hoy condenadas en prisión por el único delito de poseer marihuana para consumo personal.

Porque, amigas y amigos, señoras y señores senadores, en la cárcel no están los consumidores habituales, en la cárcel están los más vulnerables, en la cárcel están las campesinas que piensan que están cultivando flor y en realidad están cultivando marihuana; en la cárcel están los pobres, en la cárcel están los adictos, y sí, también hay que decirlo con toda claridad, nadie que pasa una temporada en prisión resuelve sus adicciones, la cárcel no rescata de una adicción, la cárcel recrea esas adicciones y por supuesto trunca los planes de vida de las personas.

Además de la excarcelación, pudimos dar un paso adicional en la despenalización de la posesión, ese pequeño aumento del umbral hubiera evitado que muchas personas sigan yendo a la cárcel, que miles de consumidores habituales, por desinformación o incluso por tener la adicción hoy sean susceptibles de extorsión en el Ministerio Público o paguen una pena de 6,7, 8, 9, 2 años de prisión precisamente por el único acto, la única conducta de haber consumido.

Y, por supuesto, lo que queda pendiente en nuestra discusión colectiva, los usos personales, legalizar la cadena productiva con una política regulatoria que sustituya el mercado negro actualmente existente, por un mercado de suministro bajo control del Estado.

La realidad ya nos ha alcanzado, la realidad ya se nos está imponiendo, es muy probable que dada la legalización en California se genere un bloqueo, un muro comercial invisible en nuestra frontera y los actuales inventarios para exportación de marihuana se queden en nuestro país, aumentando la cantidad de producto disponible en nuestro país, bajando el precio, alentando el consumo y, por supuesto, reduciendo las enormes ganancias del crimen organizado y, por supuesto, incentivando a que diversifiquen sus funciones, que diversifiquen su actividad criminal, que sustituyan las ganancias que hoy tienen derivado de la exportación de marihuana, por exportación de amapola u opio, o bien otras actividades ilícitas extractivas de rentas, como por ejemplo el robo, la extorsión o el secuestro.

Éste sí es un paso crucial, no se acaba aquí la historia de esta discusión, podrá haber experimentación científica y terapéutica en nuestro país, podrá haber producción controlada de plantas, podrá haber uso industrial de las plantas, como aquí se dijo, que tiene enormes potencialidades, la planta del cáñamo, que no es lo mismo que la marihuana, pero sobre todo, la gran virtud de este dictamen es que sacamos de la Ley General de Salud a la planta y nos ocupamos de las sustancias, que podrá haber experimentación científica y más y mejor información para entender de una manera mucho más racional el enorme y complejo problema de las drogas.

Por su atención, muchísimas gracias.

 

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