SÍNTESIS INFORMATIVA

Carlos Ramírez Historia de la democracia priísta (1) Se salva el INE para mantener la democracia estilo priísta La designación de los cuatro consejeros electorales del Instituto Nacional Electoral para las elecciones federales de 2021 y las presidenciales del 2024 dejó pasar la última oportunidad de buscar la reforma electoral que necesita México para salir de la trampa de la democracia procedimental e ingresar en el modelo de república de instituciones y leyes. La democracia ha sido una coartada en el lenguaje del poder y de la disidencia. En términos formales, la democracia procedimental funcionó siempre en México desde la Constitución de 1917: elecciones abiertas, candidatos de oposición, resultados a favor del grupo hegemónico, participación de oposición en la pluralidad de cargos. Las quejas de la oposición abrieron más espacios en el poder y el PRI bajó del dominante 90% presidencial de 1920 a 1976 a gobiernos minoritarios: Salinas con 50% de votos, Zedillo con 42%, Fox con 42.5%, Calderón con 36%, Peña Nieto con 38 y López Obrador con 53%. México, escribió en 1976 el ensayista marxista José Revueltas, no fue una dictadura ni un régimen totalitario, sino un “Estado ideológico total y totalizador” que basaba su fuerza en el “control total de las relaciones sociales” en el PRI. El modelo mexicano no ha sido analizado a fondo: un Estado totalizador con un sistema priísta de control de las fuerzas sociales dentro del PRI y en el ámbito de la presidencia de la república. Lo que se conoce como “lucha por la democracia” no ha sido sino una bandera de combate al autoritarismo. El movimiento estudiantil del 68 luchó contra el autoritarismo represivo, pero no desplegó una bandera formal por la democracia. Las reglas de la democracia funcionaban: partidos de oposición, reparto de áreas de poder y procesos electorales con impugnaciones en candidaturas conflictivas. La respuesta gubernamental ocurrió en 1978: el Partido Comunista Mexicano, marxista-leninista, con propuesta de régimen alternativo al del PRI y los demás partidos y alienado a la democracia socialista, abandonó la marginalidad institucional y pasó a formar parte del sistema de partidos con representación parlamentaria. En términos analíticos, el problema de México no ha sido falta de democracia formal. El problema es otro: la inexistencia de una república de leyes e instituciones. Y ninguna de las fuerzas que han competido por el poder desde la oposición –PAN, PRD y Morena– se ha fijado una propuesta real de construir una república de leyes e instituciones. El INE ha formado parte de los organismos de la democracia formal priísta. En 1990 pasó de Comisión Federal Electoral de Gobernación a IFE también en Gobernación, con un consejo general de consejeros ciudadanos, pero todos ellos con filiaciones en las estructuras del régimen y del

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