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12.02.2018

!Sección

La falsa ecuación

de la democracia

Por

MAURICIOMERINO

E

s urgente modificar la

ecua–

ción en la que se sostiene el

sistema político mexicano

de nuestra época, porque

sus

pre–

misas

son falsas. Se creyó que la

pluralidad política abriría la puerta

al poder del pueblo y que la mul–

tiplicación de los órganos autóno–

mos del Estado nútigaria los exce–

sos de los poderosos. Pluralidad

partidaria

+

dispersión del poder

~

democracia

La

mayor parte de las

reformas que han tenido lugar en

los últimos cuarentaaños ha estado

orientada por esa ecuación. Pero el

resultado ha sido distinto.

Ni el pueblo se ha vuelto

más

po–

deroso, ni se

han

evitado los

abusos.

ni

tenemos

una

democracia conso–

lidada Ya

estuvo

bien de

engañar–

nos.

La

verdad es que el nuevo

sis–

tema

políticonosóloha sido incapaz

de resolverlosgrandes problemasde

México, sino que los ha acentuado:

hoy somos más desiguales, más vio–

lentos y más corruptos. Si

las

cam–

pañas

electorales sirvieran para algo

más que

reunir

votos, partidosy

can–

didatos, tendrian que ocuparse de

revisar

las

trampas

de esa

ecuación.

reconociendo, de entrada. los graves

errores que

han

cometido.

La

premisa de la pluralidad partí–

darla

era el voto universal, libre, se–

creto

y directo. El voto animado por

la

conciencia razonada de

cada

in–

dividuo tras ladeliberación yel con–

traste

entrepropuestas diversas. Per-·

so

nas

libres e informadas,dueñas de

mismas,

que habrian de decidir a

quién le entregarían la representa–

ción temporal de las decisiones po–

líticas. Hubo

ün

momento en que

pareció que esa premisa era cierta.

peroduró

tanto comoun

suspiro.

Fi–

nanciados con un caudal de dinero

público, los partidos se convirtieron

muy pronto en burocracias corpora-

tivas,

yadirigidas

por un grupo opor

un solo hombre.

Nadie

sensato

podría

negar

que

hubo

una

transición del

singular

al

plural

desconocer los despropósi–

tos

cometidos mientras perduró el

régimen anterior.

Pero

nadie en su

sano juicio

podría

ignorar, tampoco,

que

la

pluralidad

partidaria

que

construimos se corrompió

casi

tan

prontocomonacióyque no

han

sido

las ideas,

las

razones y los programas

los que

han

determinado el sentido

del

voto,

sino

la

operacióndelosapa–

ratos

políticos aceitados tanto con

millonadas como mediante el

uso

~onaldepuestosypresupues­

tos.

En

este

sentido,

ningún

gobierno

del periodode transición puede

tirar

la primera piedra. Ninguno.

La

dispersión del poder, por su

parte, partió de

la

premisa del con–

trapeso

institucional a

la

presidencia

de la República. para

cuidar

los te–

mas

más

delicados del

país.

Había

que acotar al titular del ejecutivo. Pe–

ro no para

entregaresos

medios a un

puñado de intermediarios políticos,

sino a

las

personas

mejor

calificadas

para atender esas

áreas.

Yeso

tam–

poco ocurrió: nadie

quiso

compro–

meterse conel principiodel mérito y

los dueños del poder nosólooptaron

porrepartirselos puestosagranel,si–

no que también avanzaron sobre el

control corporativo de los órganos

autónomos.

Lejos

de garantizar

la

consolidación democrática.

la dis–

persión acabó minando al Estado.

Nos quedamos,

así.

con institucio–

nes

capturadas

por aparatos corrup–

tos y gobiernos impotentes para re–

solver los problemas de México.

En

estos años hemos aprendido lo

suficiente para

saber

que esa ecua–

ción fue un fracaso y que

las

premi–

sas deben cambiar.

Pero

la

tarea

será

mucho más

ardua,

pues el problema

más relevante de nuestros

días

con–

siste en quebrar

la

captura de votos

e instituciones, con el propósito de

EL UNIVERSAL

LL (;lA/'\: IHAIIQ

l)f

M(~ICO

dignificar los puestos públicos se–

cuestrados. dedicar el dinero del

pueblo a los desafíos que enfrenta–

mos como nación e inyectarle ho–

nestidad y eficacia al Estado:

Es

imperativo reconocer que la

tranSición democrática no entregó

los resultados deseados,

ni

los entre–

gará

núentras esasprenúsas se rnan–

tengan intactaS.

Para

volver a empe–

zar,

hay que someter a los aparatos

políticos. •

Investigador del CIDE

Pliglna •