PALABRAS DEL SECRETARIO DE ENERGÍA, PEDRO JOAQUÍN COLDWELL, ANTE LAS COMISIONES UNIDAS DE ENERGÍA, PUNTOS CONSTITUCIONALES Y ESTUDIOS LEGISLATIVOS, PRIMERA, EN EL SALÓN DE LA COMISIÓN PERMANENTE, EN EL SENADO DE LA REPÚBLICA.
Honorables miembros de las comisiones dictaminadoras de Puntos Constitucionales de Energía y Estudios Legislativos Primera
Distinguidos diputados federales que nos acompañan.
Señoras y señores:
En la Secretaría de Energía ponderamos la reforma energética planteada por el titular del Poder Ejecutivo Federal, como una iniciativa importante que se conjuga con las otras presentadas por los grupos parlamentarios de Acción Nacional y de la Revolución Democrática, y que aportan distintas visiones que podrían concretarse en una sola que tenga por objeto introducir a México en el corazón del siglo XXI.
Me permitiré aportar algunos elementos para contextualizarla.
A mediados del siglo XX, México era un país territorialmente más desigual que ahora, con muy escasas posibilidades productivas, educativas y de bienestar para la mayor parte de la población.
Durante los últimos años crecieron múltiples ciudades intermedias; se formaron parques industriales en prácticamente toda la república, se extendió el abasto de energéticos, y se crearon universidades e institutos tecnológicos en casi todo el territorio.
En lo sucesivo, el país seguirá creciendo. Muchas poblaciones pequeñas se convertirán en ciudades y de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO) se estima que para 2050, en México seremos 150 millones de habitantes.
Si continuamos con las tendencias y tecnología actuales, el consumo de energía podría más que duplicarse para el año 2050. Solamente en este sexenio, se tendría que agregar una tercera parte de la capacidad instalada de energía eléctrica actual.
Pero si se cumplen los supuestos de una reforma energética de gran calado, con la incorporación de un suministro abundante de gas natural al centro, al norte y al sur del país, el impacto podría ser mucho mayor.
El aprovechamiento de todas las energías, las más eficaces, rentables y menos contaminantes, es una potente herramienta para abrir las puertas del futuro.
En los próximos años es posible esperar que el gas natural, que tan abundante se muestra en el lindero de Texas con México en la formación Eagle Ford, siga siendo competitivo y disponible. Eso nos permitirá reforzar los niveles de competitividad de nuestra planta industrial presente y de la que venga.
Si desarrollamos los cuantiosos recursos prospectivos, México podría llegar a ser un gran centro de distribución y transporte de gas natural y energías limpias, y por ende, para proveer al norte y al sur, impulsando en los hechos, la integración energética con Centroamérica y el Caribe, que se ha visto frenada por los altos precios actuales. El conjunto de América del Norte, podría resultar atractivo para los fabricantes de la región, asiáticos y europeos que se instalen en nuestros territorios atraídos, por los precios bajos que arroja la revolución del gas de lutitas.
El impacto del gas natural a precios competitivos, redundará en la acelerada multiplicación de la planta productiva en amplias regiones del país, en la producción de más energía eléctrica a partir de este insumo conocido como el energético de la transición, por ser más amigable al medio ambiente que otros hidrocarburos, lo que además permitirá reducir el costo de la factura eléctrica de nuestros hogares, comercios y servicios. Finalmente, podría detonar la producción de fertilizantes.
Podremos relanzar nuestra industria química y petroquímica que actualmente importa casi 30 mil millones de dólares al año, si conseguimos abaratar los precios del gas natural.
La apertura y la competencia para la industria petroquímica sin discriminar entre básica y secundaria, así como para almacenamiento, transporte y refinación de petrolíferos, disminuirá costos, peligros e ineficiencias, y podrá desatar el crecimiento no sólo del sector, sino de los que de él dependen.
Más prometedor y desafiante es el mercado internacional del crudo. El alto precio del petróleo ha hecho posible la incorporación del mercado de crudo proveniente de aguas profundas y ultra profundas.
México tiene que ampliar sus reservas e incrementar su producción de petrolíferos. Nuestra empresa petrolera nacional, Pemex, presenta bajos niveles de eficiencia operativa y márgenes de rentabilidad negativos en sus refinerías, lo que nos ha llevado a pérdidas de miles de millones de pesos en los últimos años.  
Tenemos que aprovechar los recursos que ahora se encuentran en el subsuelo. Si se aprueba la reforma energética mantendremos en ello, el control nacional de los hidrocarburos, pero queremos asociarnos con quien pueda responsablemente, aportar capital, tecnología y asuma los riesgos geológicos, financieros y ambientales que implica la exploración y extracción de crudo en aguas profundas y ultra profundas, y en campos no convencionales.
Al mismo tiempo, requerimos llevar a cabo la modernización de Pemex, que pasa por su reestructura interna, por un nuevo régimen fiscal, por más autonomía presupuestal, pero también se requiere liberarlo de las ataduras regulatorias, permitirle asociarse con otras empresas. Eso lo hará más fuerte, ganará tecnología y conocerá formas novedosas de administración.
Es inconcebible que en un mundo global y mucho más en un sector como los hidrocarburos, que se desarrolla a través de los mercados internacionales, se le impida a nuestra empresa pública asociarse con otras. A la vez hay que ponerla a competir. La competencia nos obliga a ser mejores y más eficientes. La posibilidad de asociarnos nos fortalece.
Deberá establecerse desde luego, la ronda cero que le significará a Pemex una ventaja de inicio, ya que podrá escoger en primer término, qué proyectos se mantienen bajo su jurisdicción conforme a sus recursos económicos, logísticos y experiencia técnica.
Si bien la reforma energética en el renglón de hidrocarburos nos aportaría capital, tecnología, e incremento de la renta petrolera, la eléctrica es la reforma de la competitividad económica.
Recordemos que la capacidad de generación de energía eléctrica creció en México un 105% a partir de la reforma de 1992, que autorizó la participación de privados en el sector.
Actualmente, el 36% de la capacidad instalada pertenece a la iniciativa privada y existe un potencial interesante en cogeneración por parte de Pemex, lo que podría agregar cerca del 6% de la capacidad total. Si completamos la apertura del mercado eléctrico a la generación y a la comercialización, podremos satisfacer holgadamente la demanda a precios competitivos en los siguientes años.
Con la reforma en electricidad, se crearía un mercado en el que la Comisión Federal de Electricidad competiría con otros generadores, tanto públicos como privados, para satisfacer la demanda del país al menor costo. En este contexto, la CFE tendrá oportunidad de recuperar a los grandes consumidores. Las pequeñas y medianas empresas, al igual que los comerciantes y las familias mexicanas podrían beneficiarse de mejores tarifas de electricidad.
Para ello, será necesario establecer un ente público imparcial, responsable de la operación del Sistema Eléctrico Nacional, encargado de administrar el mercado. La experiencia internacional, particularmente en América Latina, muestra que esta organización de la industria eléctrica permite reducir costos, y facilita la integración de las energías renovables a la red.
La reforma también traería consigo mejoras en eficiencia de los procesos de transmisión y distribución. Se impulsará un despliegue acelerado de tecnologías de redes inteligentes como resultado de los nuevos esquemas de contratación en distribución. Esto llevará a la industria eléctrica mexicana al siglo XXI, permitiendo al usuario adoptar un papel activo en su consumo y en el uso eficiente de la energía.
La reforma busca fortalecer la rectoría del Estado proveyéndole de los instrumentos necesarios para implementar la política energética. Por ello, dotará de atribuciones a los órganos reguladores en materia de costos, acceso universal, seguridad, confiabilidad y energías limpias, por mencionar algunas.
Mediante el fortalecimiento de Pemex y la CFE, la reforma apuntala la capacidad de ejecución del Estado mexicano.
Si la reforma eléctrica es la reforma de la competitividad económica, también es una reforma de alcance social, pues garantizaría el acceso a la energía eléctrica al mantener las obligaciones de servicio público, y establecer el acceso universal como una prioridad de la política energética.
Señores y señoras senadores:
A partir de lo que los legisladores mexicanos determinen, estaremos en posibilidad de construir un nuevo modelo energético para el país, alineado con las corrientes económicas y sociales del mundo, y sustentado en el principio de que la nación reafirma el dominio directo sobre los hidrocarburos del subsuelo.
A manera de conclusión, reitero:
La Secretaria de Energía del Gobierno Federal considera que las tres iniciativas que deberán dictaminar las comisiones unidas, a pesar de sus diferentes enfoques, contradicciones y particularidades, aportan suficientes elementos para construir una reforma energética de gran calado, que contenga al menos los siguientes temas:
1. Nuevo régimen contractual, que regule las asociaciones del gobierno con Pemex y/o con particulares, que aporten el capital, la tecnología, y asuman los riesgos geológicos, financieros y ambientales de la exploración y extracción del petróleo en todo el territorio gasero y petrolero nacional.
2. Otorgar ventaja a nuestra empresa nacional con la ronda cero, que brinde a Pemex la oportunidad de escoger primero los campos que considere más accesibles a sus capacidades tecnológicas y financieras, y flexibilidad para que en los ya asignados pueda si así le conviene, mutar su régimen contractual, donde participe asociado con productores privados, nacionales e internacionales.
3. Reimpulsar nuestra industria química y petroquímica, abriéndola en su integralidad a la competencia y la inversión privada, así como también en la refinación, transporte y almacenamiento de petróleo, gas natural y sus derivados.
4. Establecer un nuevo régimen fiscal para Pemex, de acuerdo a las mejores prácticas internacionales.
5. Consolidar a Pemex, reorganizándolo internamente conforme a las mejores experiencias.
6. Fortalecer nuestro régimen de transparencia y rendición de cuentas, creando la normatividad necesaria que regule la asignación de contratos, el seguimiento de costos y el ejercicio de fondos públicos de Pemex y de la CFE.
7. Fortalecer a la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y a la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) como entes reguladores, ratificándolos  como órganos desconcentrados con autonomía técnica y de gestión, y dotarlos de autonomía presupuestal, nuevas potestades y recursos humanos altamente calificados, y a la Secretaría de Energía otorgarle facultades para coordinar eficazmente al sector energético y planear las políticas públicas que propicien el incremento de los ingresos públicos y la  seguridad energética de la nación.
8. Establecer un organismo público descentralizado, imparcial, sectorizado en la Secretaria de Energía, encargado del control operativo y gestor del Sistema Nacional de Gasoductos, operando bajo reglas que garanticen el libre acceso y la reserva de capacidad.
9. Reafirmar a Pemex como ente totalmente público y absolutamente nacional.
10. Promover un nuevo modelo energético más transparente en el ejercicio de la renta petrolera y con la mira puesta en el futuro, mediante el diseño de un fondo que administre un porcentaje del incremento de la renta petrolera que se genere, para invertir en ahorros de largo plazo y pensiones.
11.Ampliar nuestra protección al medio ambiente, mejorando nuestro diseño institucional e incentivando las mejores prácticas, sean extractivas o generadoras de energía, y promoviendo la seguridad industrial en el sector.
12. Hacer de Pemex un motor de promoción de una cadena de proveedores nacionales.
En cuanto a materia eléctrica:
1.Fortalecer la rectoría del Estado en la industria eléctrica, proveyéndole de los mecanismos necesarios para ejecutar la política energética.
2. Proveer el marco jurídico que permita la participación pública y privada en condiciones de competencia y libre concurrencia en los segmentos de generación y comercialización, y que permita aprovechar las ventajas de las capacidades de los particulares en la ampliación y modernización de las redes de transmisión y distribución.
3. Establecer un organismo público descentralizado imparcial sectorizado en la Secretaria de Energía, encargado del control operativo del Sistema Eléctrico Nacional.
4. Permitir a todos los generadores de electricidad el acceso abierto y no discriminatorio a las redes de transmisión y distribución.
5. Crear los mecanismos que permitan la ejecución eficaz de la política en materia de energías renovables.
6. Fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad con una mayor flexibilidad operativa y organizacional, orientada a hacer más competitivos sus costos.
7. Garantizar que en todos los proyectos de infraestructura del sector eléctrico, se salvaguarden principios de sostenibilidad ambiental y social, y se observen puntualmente los derechos humanos.
Entrego, con estas palabras, señoras y señores legisladores, la perspectiva de la reforma energética que quiere para México el Presidente Enrique Peña Nieto.
Lo hago convencido de que estamos planteando con honestidad, la posibilidad de un cambio histórico para México, que depositamos en sus manos, en su talento y en su patriotismo, ojalá encontremos en ustedes, oídos receptivos y un ánimo deliberante, que seguramente tendrá en cuenta los intereses superiores de la nación, por encima de cualquier otro.
Muchas gracias.
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