PALABRAS DE FRANCISCO ARROYO VIEYRA, PRESIDENTE DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS, EN INAUGURACIÓN DEL IV FORO DE PRESIDENTES DE PARLAMENTOS DE PAÍSES MIEMBROS DEL G-20.
Como presidente del Congreso de la Unión y presidente de la Cámara de Diputados, que es la representación legitima y Constitucional del pueblo de México, me es muy grato darles la más amplia, cordial y afectuosa de las bienvenidas.
Muchos de quienes estamos aquí somos ya amigos en lo personal. Nos hemos encontrado en distintos foros parlamentarios. Hemos hecho causas comunes y hemos tenido éxito en las gestiones de la diplomacia parlamentaria.
La diplomacia parlamentaria es un mecanismo muy eficaz, no tiene la rigidez de la diplomacia entre los estados soberanos y los parlamentarios somos más dados a charlar, a acordar y a dirimir nuestras diferencias en el mejor de los sentidos posibles.
Llegan ustedes a México en un momento en el que nuestro país está viviendo una circunstancia muy importante, trascendente y especial. Los actores de la política, los integrantes de los partidos políticos y quienes formamos parte de los poderes públicos nos hemos despojado de nuestros ideales profundamente partidarios y hemos acordado tener, juntos, la construcción de las nuevas instituciones que nos puedan dar a los mexicanos viabilidad como país y a los nuestros mejores estadios de vida.
Se están llevando a cabo una serie de reformas que en otras circunstancias parecerían impensables. ¿A quién habrá que darle el mérito de las reformas? Fuentovejuna, Todos a una. Es el mérito de todos quienes acuerdan los grandes temas y quienes han entendido que si alguna viabilidad tienen los sistemas políticos en la actualidad es la estadidad de los hombres y de las mujeres que formamos los poderes públicos y es también el fortalecimiento de las instituciones, para que no sea la voluntad falible de los hombres y de las mujeres, quienes las encarnamos, las que pueden generar el éxito o el fracaso de las mismas.
Fortalecemos a las instituciones de tal suerte de que el imperio de la ley sea lo que rija y que sea el Derecho la norma fundamental. Hemos hecho a un lado las normas no escritas de tal suerte de que lo que diga el librito, que ha pasado por el sacramento laico, por la liturgia laica de la hechura de la Ley, sea la norma que los súbditos del Estado nacional tengamos que acatar.
Este mecanismo del G-20 es uno que se ha convertido en muy importante. Sus conclusiones y sus trabajos respecto a políticas anticorrupción, cambio climático, a la no discriminación, respecto al papel del desarrollo y la integración de la mujer y del diálogo binacional, el pluralismo, la bilateralidad y la multilateralidad de los organismos internacionales, como rectores de la política internacional, han sido temas fundamentales y trascedentes.
Quienes hemos tenido la oportunidad de estar en reuniones del G-20 tan exitosas como la que encabezó el senador Kinsella en Canadá, como la que tuvimos la oportunidad de vivir de manera extraordinaria en Corea del Sur, como la de Arabia Saudita, sabemos que esta de México ofertará el marco propicio, prudente y bueno para que este mecanismo del G-20 se siga reivindicando como un espacio de comunicación entre nosotros.
Los parlamentarios tenemos una enorme facilidad en comunicarnos y los diálogos bilaterales que tenemos luego en paralelo a este tipo de reuniones son extraordinarios.
Ya tuve la posibilidad de tener uno, por demás trascendente con la delegación china y con la delegación turca, el día de ayer. El día de hoy seguiremos platicando y de ahí, estoy cierto y seguro, que saldrán instrumentos, que intercambiaremos experiencias. La política se tiene que reivindicar como un espacio de libertad y como un espacio y una actividad que enaltezca al ser humano.
Señores y señores, sean ustedes bienvenidos, sean ustedes bienvenidos, como decimos en México, de todo corazón, esta es su casa.
Muchas Gracias.
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