Versión estenográfica de la intervención del senador Eduardo Ramírez, en el Pleno del Senado de la República, referente a la creación del Premio al Mérito Literario “Rosario Castellanos”, en la sesión ordinaria a distancia. 

Gracias estimada presidenta.

 

Saludo con mucho aprecio, con mucho reconocimiento a quienes me antecedieron en la palabra.

 

Quiero agradecer profundamente a todos los grupos parlamentarios. A la senadora Ana Lilia Rivera, presidenta de la Comisión de Estudios Legislativos, Segunda.

 

Al presidente de Prácticas Parlamentarias, el senador Julen Rementería, y a todos los integrantes que dictaminaron y que hoy se ve cristalizo en el México donde resuenan las voces de las mujeres que reclaman con justicia sus derechos.

 

La obra y la trayectoria personal y profesional de Rosario Castellanos, son un referente obligatorio para entender su papel en el desarrollo de nuestro país.

 

Fue una auténtica pionera que abrió espacios a la participación femenina: en el arte, en la cultura, en la política y en el servicio.

 

Rosario Castellanos fue una mujer adelantada en su época, en su tiempo, como pensadora, como maestra y como diplomática.

 

Expuso las razones de las mujeres con mesura, pero con firmeza, con elegancia, pero de manera rotunda. Por ello, su gran capacidad y talento le fueron reconocidos por propios y extraños.

 

Rosario, fue comiteca, chiapaneca; en nuestra tierra pasó los años fundamentales de su formación y de Chiapas hablan su poesía, sus cuentos y sus novelas.

 

Además de vivir en Comitán de las Flores, en el Comitán de Domínguez, que lleva el nombre del más insigne de los senadores chiapanecos, Don Belisario Domínguez.

 

Vivió la joven escritora en San Cristóbal de las Casas, donde colaboró en el Centro Coordinador Indigenista, dirigido por el lingüista Carlos Antonio Castro, donde convivió con personajes como el pintor y fotógrafo Coleto, Carlos Jurado y el hombre de teatro, que fue Marco Antonio Montero.

 

En esos días en que vivió con los habitantes originarios de los pueblos de Los Altos de Chiapas, Rosario profundizó su sensibilidad social, carente de cualquier actitud, condescendiente con nuestras hermanas y hermanos indígenas, pues partía del reconocimiento a la civilización de la que son herederos, y a su rica y diversa cultura.

 

El retrato que Chayito -como le decían sus más cercanos-, hizo de los pueblos indígenas y de su gente un retrato humano, que los reconoce y aprecia, como iguales, a los Latinos, a los Cashlanes, con sus debilidades y fortalezas.

 

De eso habla su poema, “El tejoncito maya” que a le letra reza así: “Cubriéndote la risa, con la mano pequeña, saltando entre los siglos, vienes en gracia y piedra. Que caigan las paredes obscuras que te encierran, que te den el regazo de tu madre la tierra. En el aire, en el aire, un cascabel alegre y una ronda de niños con quien tu infancia juegue”.

 

También estuvo cerca la joven Chayito de la capital del Estado, donde convivió con la generación del ateneo de ciencias y artes de Chiapas: Faustino Miranda, Andrés Fábregas, Enoch Cancino Casahonda, Jaime Sabines, Carlos Navarrete y muchos más, con quienes compartió sus haberes de la cultura universal.

 

Las novelas “De la vigilia estéril”, “El rescate del mundo”, “Balún Canán”, y el “Oficio de tinieblas”. Los libros de cuentos: “Ciudad Real”, “Álbum de familia”, “Los convidados de agosto” y “Rito de iniciación”, forman parte, de manera indiscutible, de la mejor narrativa mexicana y en la lengua española en el Siglo XX.

 

Sucede lo mismo con sus libros de poesía: Trayectoria del polvo”, “Apuntes para una declaración de fe”. Dos poemas: “En la tierra de en medio”, y “Poesía no eres tú: obra poética, 1948-1971”. También, son muy valorados sus ensayos: “La Novela Mexicana Contemporánea”.

 

La obra universal de esta notable polígrafa ha sido traducida a muchas lenguas, y estudiada en universidades de todo el planeta por su belleza y sus valores.

 

La obra de “Balún Canán” ha sido escrita en infinidad de idiomas, desde el Continente Asiático, Europeo, Africano. En todos los continentes está el pensamiento universal de nuestra querida Chayito.

 

La labor de las y los escritores de México es una actividad fundamental, que cuenta con el mayor aprecio y respeto de la sociedad, y, por tanto, merece todo el apoyo por parte de las instituciones del Estado, como es el Senado de la República.

 

A través de las letras el hombre trasciende, la mujer se proyecta, y es esta esencia que, en el Senado, hacemos un reconocimiento a todos los escritores de nuestra República. Vamos a honrarlos, vamos a reconocerlos, vamos a prestigiarlos.

 

Éste debe ser el momento en los que atraviesa una pandemia que poco volteamos a ver a los escritores, a los que están en el arte, en la cultura, que se están ganando el día a día para poder subsistir con su familia.

 

Más aún, hacer un reconocimiento con una presea que llevará por nombre Rosario Castellanos, se trata de un justo homenaje a la poeta, a la dramaturga, a la periodista, a la diplomática.

 

Las nuevas generaciones tendrán un aliciente más para mantener viva esta hermosa función, que es la de narrar nuestro acontecer, nuestra personalidad, nuestra identidad y nuestra cultura.

 

Como chiapaneco, como mexicano, como senador de la República, me siento profundamente emocionado, muy emocionado, que se haga realidad este premio.

 

Agradezco a todos, de verdad, a todos, su consideración, de los integrantes de la Mesa Directiva, a las vicepresidentas, a los secretarios y secretarias, a cada uno de ustedes por haber hecho realidad este homenaje en honor a Rosario Castellanos.

 

Hoy, el Estado Mexicano reconocerá, a través del Senado de la República, a las mentes más brillantes, a los hombres y mujeres más destacados en la literatura.

 

De verdad, mil gracias, y sigamos haciendo historia.

 

Es cuánto, presidenta.