Versión estenográfica del mensaje de la senadora Beatriz Paredes Rangel, del Grupo Parlamentario del PRI, durante el Homenaje Póstumo a la licenciada María de los Ángeles Moreno Uriegas.

 

 

Muy buenas tardes.

 

Aquí, en el recinto de Xicoténcatl, que por varios años fue la casa de María de los Ángeles Moreno, es un honor para mí intervenir, a nombre de la Legislatura que compartimos, y saludar a nuestros compañeros y compañeras de esa Legislatura.

 

Quiero agradecer, en primer término, el acuerdo de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, para la realización de este homenaje póstumo.

 

Al presidente de la Junta de Coordinación Política, a los coordinadores parlamentarios, en especial al coordinador Osorio Chong, muchas gracias por esa deferencia.

 

Saludar al Presidente de la Mesa Directiva del Senado.

 

Reconocer su participación a los integrantes de la Mesa Directiva del Senado.

 

A la integrante, vicepresidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.

 

Y, reconocer la presencia del coordinador del Grupo Parlamentario del PRI en la Cámara de diputados.

 

Saludo a nuestros compañeros legisladores de esta Legislatura y a quienes fueron compañeros en diversos momentos de la vida parlamentaria de María de los Ángeles, tanto en la LV Legislatura, como en las sucesivas legislaturas en el Senado.

 

Es muy grato para mí saludar a quien fue coordinador del Grupo Parlamentario de Acción Nacional en la LV Legislatura, a Diego Fernández de Cevallos.

 

Saludo a nuestros compañeros y colegas, ex presidentes del Comité Nacional del PRI, quienes fueron sus compañeros, también, en esa distinguida tarea.

 

Y, con un abrazo profundo, saludar a su familia, a la familia Moreno Uriegas y a las distinguidas mujeres del año, que están hoy con nosotros.

 

Murió María de los Ángeles Moreno. Ella era creyente. Desde esa perspectiva se fue a alcanzar a Dios y ahora se encuentra en un mejor estadio. Ojalá la certeza que le dio su fe sea tangible y, su amor en Cristo, le dé una eternidad tranquila.

 

Ella, era de verdad. Ser de verdad, en el Sistema Político Mexicano, es muy difícil.

 

Administrar las relaciones de poder sin que trastoquen tu alma, constituye un verdadero desafío, demasiados elogios cuando vas en ascenso, escasa solidaridad cuando tienes un tropiezo, vituperio cuando te ven derrotado.

 

El rostro se te va endureciendo y la sonrisa se vuelve un rictus de los labios, que muestran los dientes pero que no revela verdadera alegría.

 

Pero ella logró que su sonrisa siempre mostrara su autenticidad. La recordaremos sonriendo.

 

María de los Ángeles era de verdad, vivió con intensidad. Con una gran pasión por México, defendió los intereses de la Nación y del Estado Laico, y actuó para fortalecer al Estado Mexicano, honrándolo como funcionaria, trabajadora, honesta, inteligente y serena.

 

Supo ser leal sin ser cómplice, supo ser equipo sin negar sus diferencias, siempre con sus convicciones, eficaz, sin estridencia.

 

Porque fue de verdad, vivió su pasión por la Ciudad de México y enfrentó con dignidad a quienes, desde su perspectiva, deterioraban la credibilidad en su Partido.

 

Soñó con una mejor Ciudad para su país, más limpia, más segura, más justa, sin espacios de marginación ni de pobreza, con más sitios para la cultura y el arte, más árboles y menos grises.

 

Amó la Ciudad del Ángel, pero no del Ángel caído, sino resplandeciente, que levanta el vuelo y se encuentra en un giro maravilloso e impensado con el Águila Real, que les dijo a sus ancestros que sí, aquí es México, Tenochtitlan, la que perdurará para siempre.

 

Ciertamente, María era de verdad. Por serlo, su fervor nacionalista en la defensa de los pescadores mexicanos, cuando el embargo atunero, la volvió un poco incómoda. Su visión sobre un desarrollo nacional incluyente y equitativo, con mayor y mejor distribución de la riqueza, la volvió un poco infuncional.

 

Demasiado keynesiana en la etapa del dogma del mercado, creía en la planeación y en la rectoría del Estado, creía en la importancia de la prevalencia del Estado de Derecho y en la participación ciudadana.

 

Su voz nos hará falta. En la defensa enérgica de las instituciones de salud pública, hija de médicos, trabajadores de la seguridad social, el doctor Moreno y la doctora Uriegas, influyeron de manera definitiva en su vocación.

 

Como subsecretaria de Programación y Presupuesto, responsable del presupuesto para el sector salud, fue decidida promotora de asignaciones suficientes y oportunas, para que la red de clínicas y hospitales del país funcionaba lo mejor posible.

 

Sí, María, tú convicción es necesaria para que no permitamos que, por inexperiencia o ignorancia, desmantelen el sistema de salud y seguridad social que ha costado tanto a los mexicanos en décadas construir.

Las mujeres tenemos un patrimonio en el ejemplo que nos dio María de los Ángeles Moreno, la verdadera, la de verdad. Le agradecemos su sencillez y solidaridad, el que siempre haya estado del lado correcto en las batallas por alcanzar la igualdad, el que asumiera los riesgos inherentes a las luchas por transformar una realidad de discriminación y de ínfimo respeto.

 

En la trayectoria parlamentaria, sólo ella y un distinguido político mexicano, Fernando Ortiz Arana, han tenido el privilegio de presidir los órganos de gobierno de las cámaras, en el nivel local, en la Ciudad de México y en el Federal, San Lázaro y Xicoténcatl.

 

Fue la primera mujer en presidir la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, como también lo fue al encabezar su partido, el Revolucionario Institucional. Nos enorgulleces.

 

Política gentil y de buenos modos, firme y contumaz en la defensa de principios y propósitos, sabía que el diálogo y el reconocimiento de la razón del otro, son elementos indispensables en un político que coadyuva, día con día, en la construcción democrática y en la vigencia transformadora del Estado Mexicano.

 

Este Estado que fue una República Federal Representativa y Laica en el siglo XX y que en la transición al siglo XXI, además de consolidar esos valores, viene a acrecentar el pluralismo y la inclusión, fue María pertinaz en la defensa del equilibrio entre los poderes.

 

Ahora el horizonte se oscurece en la descalificación cotidiana, que Tirios y Troyanos denostan al quehacer público como actividad deleznable en la que sólo la corrupción ha campeado.

 

Ahora en que las referencias a la política son para minimizarla, degradarla o desconocerla, la remembranza que la LXIV Legislatura hace de la economista, funcionaria pública, parlamentaria y política mexicana, maría de los Ángeles Moreno Uriegas, evidencia que aún es posible vislumbrar puntos de referencia para la unidad, sujetos que propician la convergencia y el encuentro, que convocan por los valores, más que por los intereses.

 

Ese legado de María de los Ángeles es el que hoy nos reúne.

 

Creo, como escribió Pablo Neruda, “que algunas veces encuentras en la vida una amistad especial, ese alguien que al entrar en tu vida la cambia por completo, ese alguien que te hace reír sin cesar, ese alguien que te hace creer que en el mundo existen realmente cosas buenas, ese alguien que te convence que hay una puerta lista para que tú la abras. Esa es una amistad eterna.”

 

Estamos reunidos aquí muchos, muchas, de los amigos y las amigas de María. Todos ustedes enriquecieron con su amistad, muchos de ustedes, como yo misma, sabemos que la de María es una amistad eterna.

 

Muchas gracias.