Versión estenográfica de la participación del senador Martí Batres Guadarrama, del Grupo Parlamentario de Morena, durante la Sesión de la Comisión Permanente, con motivo del 194 aniversario de la Primera Sesión Ordinaria de la Cámara de Senadores.
 

Muchas gracias, señor Presidente.

 

El 3 de enero de 1825 sesionó, por primera vez, en la historia el Senado de nuestro país. Esta institución se incorporó al naciente Estado Mexicano, emulando el modelo de los Estados Unidos de América.

 

De hecho, el Congreso Constituyente de 1787 no tuvo un tema más debatido, que la creación del Senado.

 

Dos posturas se enfrentaron en el Constituyente de Norteamérica: una manifestaba que la representación del pueblo no podía dividirse y que no podía crearse una institución por encima. Otra, representada por personalidades como James Madison, afirmaba que las grandes asambleas se acercaban a la intemperancia de las multitudes y que era necesario representar en igualdad de condiciones a cada uno de los estados.

 

Por eso se pensó en un Senado relativamente pequeño y, según sus teóricos, formado por los más antiguos y más experimentados.

 

En México, el Congreso Constituyente de 1824 adoptó al Senado sin mayor debate, con dos representantes electos por cada legislatura local. Sin embargo, en el periodo conservador de 1835-1843, se acabó con el régimen federalista; pero paradójicamente se mantuvo al Senado, aunque cambiando su composición, para ser integrado por los poderes centrales.

 

El Senado no sería concebido como una Cámara colegisladora, sino como un órgano revisor y supervisor de la Cámara de Diputados.

 

Años más tarde, el Constituyente de 1857 desapareció al Senado. Ponciano Arriaga señaló a la Cámara Alta como una oposición ciega a todo progreso y como un órgano que se olvidaba de los débiles.

 

Ignacio Ramírez acusó al Senado de pretender ser un poder superior.

 

En 1867, al terminar la intervención francesa, Benito Juárez convocó, sin embargo, a una consulta para preguntar al pueblo de México si autorizaba al Congreso reformar la Constitución para restaurar el Senado. Esta institución fue apoyada en ese entonces por personalidades como Zarco y Prieto; y en 1874 volvió a funcionar.

 

De 1929 a 1988, el Senado de la República funcionó prácticamente como un órgano monocolor. Pero en 1988, se abrió la primera oposición interna, con los senadores Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Cristóbal Arias y Roberto Robles Garnica.

 

En 1991, entró el PAN al Senado, con Héctor Terán.

 

Pocos años antes, en 1985, el gran politólogo Arnaldo Córdova, diputado federal entonces, afirmó que la experiencia de Estados Unidos era la única donde el Senado tenía funciones precisas, y en México –afirmo Córdova– se ha convertido en un auténtico poder conservador del orden establecido.

 

Más allá de los cuestionamientos al Senado de la República, este ha tenido muchos momentos luminosos. Personalidades como Valentín Gómez Farías; Guadalupe Victoria; Melchor Ocampo; el filántropo Rafael Dondé; el médico Manuel Carmona y Valle; el ingeniero Gabriel Mancera; el abogado, político y soldado de la República, Irineo Paz; el abogado Manuel Dublán; el abogado liberal Juan José Baz; Belisario Domínguez; Venustiano Carranza; Jesús Flores Magón; Juan Sarabia; Tomás Garrido Canabal; Melchor Múzquiz; Nicolás Bravo; Ignacio Comonfort; Eulalio Gutiérrez; Adolfo de la Huerta; Miguel Alemán y Adolfo López Mateos; han sido ilustres integrantes del Senado de la República.

 

Más de 20 senadores han llegado a ocupar el cargo de Presidente de la República.

 

De igual manera, formó parte del Senado la colimense Griselda Álvarez Ponce de León, quien después sería la primera gobernadora en México; hasta llegar hoy a alcanzar la primera Legislatura con paridad de género.

 

Termino diciendo, señoras y señores, que hoy en este 194 aniversario del inicio de sesiones de la Cámara de Senadores, con el objeto de hacer un homenaje en estos tiempos de austeridad Republicana; quiero recordar que el 20 de mayo de 1828, el senador José Agustín Paz, propuso el Plan de Reforma en los Gastos Generales de la República; que tenga por base los ingresos de las rentas públicas y con ellos cubrir los gastos absolutamente precisos y necesarios.

 

El dictamen aprobó que se proporcionara el registro de sueldos, retiros, pensiones y jubilaciones que se pagaban de la Hacienda Pública Federal.

 

Sirva esta rememoración, para honrar la memoria de mexicanos y mexicanas que dieron a nuestra patria, una institución transformadora y garante de libertades y soberanía.

 

Muchas gracias por su atención.