Versión estenográfica del reconocimiento que el Senado de la República otorga al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, por el XV Aniversario de su fundación, en el Pleno de la Sesión Ordinaria de hoy.

SENADOR MARTÍ BATRES: Honorable Asamblea.

De conformidad con el acuerdo aprobado el 9 de octubre pasado, en esta Sesión realizaremos la ceremonia para la entrega de un Reconocimiento al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, en ocasión del XV Aniversario de su fundación.

Maestra Alexandra Haas Paciuc, presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, sea bienvenida a esta ceremonia.

Agradecemos también la presencia en este acto, de quienes integran la Asamblea Consultiva del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Nos acompañan, entre otras personalidades, Ricardo Raphael de la Madrid.

Lídice Rincón Gallardo.

Carlos Heredia Zubieta.

José Antonio Guevara Bermúdez.

Tiaré Scanda Flores Coto.

Mauricio Merino Huerta.

Y Luis Perelman Javnozon.

Honorable Asamblea, reconociendo la importancia que tiene la lucha contra la discriminación en nuestro país, y la relevancia de la existencia de un Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación; al cumplirse los 15 años de existencia de esta institución, el Senado de la República ha decidido entregar un reconocimiento al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y a su titular, la maestra Alexandra Haas Paciuc.

Vamos a proceder a la entrega del reconocimiento al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Solicito a los presentes ponerse de pie, para entregar a la maestra Alexandra Haas Paciuc, el reconocimiento que el Senado de la República le extiende a dicha institución con motivo del XV Aniversario de su fundación.

(ENTREGA DE RECONOCIMIENTO)

SENADOR MARTÍ BATRES: Tiene ahora el uso de la Tribuna, la maestra Alexandra Haas Paciuc, presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Adelante, por favor.

MAESTRA ALEXANDRA HAAS PACIUC: Buenos días, Presidente del Senado, Martí Batres.

Integrantes de la Mesa Directiva. Senadoras y senadores de esta LXIV Legislatura. Integrantes de nuestra Asamblea Consultiva.

Muchísimas gracias al Senado de la República por este reconocimiento, en esta fecha. Mañana 19 de octubre, es el Día Nacional contra la Discriminación, que coincide con la conmemoración de la abolición de la esclavitud en nuestro país; 208 años de la abolición de la esclavitud.

También, esta semana se conmemoró 65 años del voto de las mujeres. Y también este mes, 50 años del movimiento del 68.

Los grandes cambios empiezan como sueños, y se vuelven realidad con esfuerzo, con voluntad y con compromiso.

Hace 18 años Gilberto Rincón Gallardo, acompañado de muchas personas, comenzó un gran cambio, soñando con un México donde todas las personas pudieran gozar sin discriminación, de todos sus derechos y de todas las libertades.

Tres años de trabajo de la Comisión de Estudios contra la Discriminación, logró que se publicara la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, que dio origen al Consejo que presido, e inició los esfuerzos institucionales para atender este tema.

Es un honor para mí recibir este reconocimiento por los 15 años de existencia del Consejo. Lo recibo en nombre de los cientos de personas que han trabajado para esta gran institución durante todo este periodo, y por supuesto de los titulares que me precedieron.

Ricardo Bucio, actualmente secretario General del Sistema de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes. Y por supuesto Gilberto Rincón Gallardo, fundador y primer Presidente de CONAPRED, de quien, por cierto, me da mucho gusto anunciar que fue recientemente en los últimos días, declarado persona ilustre por el Consejo Consultivo de la Rotonda de Personas Ilustres.

Sé que para muchas personas la discriminación puede parecer un tema marginal, frente a los grandes problemas de México, como la pobreza, la desigualdad o la violencia.

En realidad, los grandes problemas nacionales se agravan y se profundizan con la discriminación.

No es casualidad que los grupos más discriminados también son los que peores condiciones de desigualdad, de pobreza y de violencia viven. Y no es casualidad, porque la discriminación contribuye a crear esas condiciones.

Y, recordemos, no se trata de minorías, sumadas mujeres, niñas y niños, personas mayores, personas con discapacidad, migrantes, personas de la diversidad sexual y otros grupos discriminados, suman la mayoría de la población de este país.

La discriminación empieza poco a poco, con prejuicios que se transmiten en nuestros primeros años. Empieza en los hogares con las primeras palabras, con gestos de rechazo y muestras de incomodidad hacia quienes son diferentes. Poco a poco absorbemos los prejuicios y los volvemos parte de quienes somos.

Les hablo de prejuicios arraigados en nuestra sociedad, como que las personas con discapacidad son de poca ayuda en el trabajo; que las personas indígenas son pobres por su cultura; o que las y los jóvenes son irresponsables.

Los prejuicios después se anidan en las instituciones y envuelven los privilegios económicos, políticos, sociales y culturales, que empiezan a hacer su sustento.

Se convierten en prácticas cotidianas en el hogar, en la calle, en las escuelas, en el trabajo y también en las instituciones públicas, y dejan a los grupos históricamente discriminados sin acceso a sus derechos. Y cuando digo derechos, estoy hablando de las condiciones mínimas para poder vivir en dignidad.

Son hechos, oportunidades y elecciones que hacen la diferencia en la vida de millones de personas.

Les hablo de prácticas discriminatorias, como que los sistemas educativos no son accesibles para las personas con discapacidad; que los centros de trabajo marginan a las personas indígenas a los puestos menos calificados y peor remunerados.

Que las y los jóvenes son excluidos del mercado laboral y se les carga a las mujeres jóvenes con tareas no remuneradas y no valoradas.

Las prácticas que niegan derechos generan, al final, grandes brechas de desigualdad entre los grupos discriminados y hacia el resto de la población; que después, a su vez, se justifican con más prejuicios.


Me refiero a brechas de desigualdad, como que las personas con discapacidad tienen una tasa de analfabetismo ocho veces mayor que el promedio nacional; que 9 de cada 10 personas hablantes de una lengua indígena, no tienen un contrato de trabajo ni prestaciones médicas; casi el 40 por ciento de las víctimas de homicidio en el 2017, tenían entre 15 y 29 años.

Antes de la creación del Consejo, no se entendía qué era la discriminación y que vivía en México. Gracias a estas cifras,podemos darnos cuenta de la dimensión que tiene y del daño que hace.


Por este ciclo de discriminación, puedo afirmar que los grupos discriminados no son grupos vulnerables, son grupos vulnerados; vulnerados por las instituciones, vulnerados por nuestras leyes y vulnerados por nuestras prácticas.

Su situación de desventaja no se deriva de sus características como grupos, sino de las barreras que nosotros mismos les imponemos por pertenecer a esos grupos.

Tenemos que evitar, con urgencia, que los prejuicios se conviertan en prácticas y en leyes discriminatorias. No porque se piense que el trabajo del hogar es sencillo y fácil, que no lo es, debemos asumir que las trabajadoras del hogar no necesitan una pensión al final de su vida o una guardería para cuidar a sus hijos.

No porque nos parezca tan lejana la realidad de una mujer trans, debemos pensar que no necesita tener sus papeles en orden y acceso a un trabajo.

No porque un migrante haya nacido en Centroamérica, debemos olvidar que quiere lo mismo que las y los mexicanos desplazados o migrantes en Estados Unidos; lo mismo que quisieron mis propios abuelos que vinieron en 1953: un lugar de paz para poder educar a sus hijos y tener un trabajo.


Senadoras y senadores:

Muchas veces en mi trabajo, me encuentro dando diagnósticos de cómo estamos en términos de discriminación, y con frecuencia mis interlocutores me miran desolados. Sienten que el problema es enorme y que no hay mucho que puedan hacer.


Pero el día de hoy tengo la satisfacción de dar este diagnóstico en el Pleno del Senado de la República, ante quienes sí pueden hacer cambios en este país.

Como ustedes saben, luchar contra la discriminación es mucho más que pronunciamientos, exhortos y declaraciones de buenas intenciones. Implica acabar con los privilegios y la opresión, basados en el tono de piel, el género, el origen étnico o cualquier otro motivo igual de arbitrario.


Pero también implica emparejar el piso para quienes han acumulado desventaja tras desventaja, a lo largo de su vida y por generaciones, sólo por ser quienes son.

Hacer este cambio está en sus manos.

Hoy, México está cambiando y es hora de que el panorama de la discriminación lo haga también. Por eso, hemos preparado y haré entrega en un momento, una agenda legislativa prioritaria en materia de igualdad y no discriminación.

Su contenido incluye las reformas legislativas indispensables para garantizar que los grupos históricamente excluidos, accedan a sus derechos son discriminación.

El urgente reconocimiento de los pueblos y comunidades afrodescendientes y sus derechos colectivos, en el artículo 2º de la Constitución.


La creación impostergable de un Sistema Nacional del Cuidado.

El reconocimiento de la identidad jurídica de las personas con discapacidad y su derecho a la accesibilidad universal.

El reconocimiento de la identidad de género, la orientación sexual, la expresión de género y las características sexuales como categorías protegidas contra la discriminación.

El derecho a la consulta de los pueblos y comunidades indígenas y, por supuesto, las reformas a la Ley Federal del Trabajo y del Seguro Social, para proteger los derechos de las trabajadoras del hogar.

Esta agenda se impulsa a contracorriente, porque quien está acostumbrado al privilegio, siente la igualdad como presión. Pero tengo la certeza de que no podemos construir un futuro mejor sobre la base de la violencia y la exclusión; sino sobre el consenso y la inclusión de todas y todos los que vivimos en este país.

Está en sus manos construir este futuro.

Muchas gracias.

SENADOR MARTÍ BATRES: Muchas gracias por sus palabras, maestra Alexandra Haas Paciuc.

La lucha contra la discriminación es una de las grandes luchas por la igualdad.

Esa gran batalla universal ha tenido resultados internacionales y nacionales de diverso alcance. Ha transformado instituciones, prácticas, conductas, estructuras jurídicas y lenguajes.

Hace 15 años, se cristalizaron anhelos y esfuerzos en la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación; y con esa legislación surgió el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Entonces, nos propusimos como instituciones y sociedad, combatir la discriminación por motivos de sexo, género, orientación sexual, color de la piel, ideología, condición de salud, pertenencia étnica, religión, discapacidad. En fin, por todos los motivos que han generado discriminación.

También hablamos de erradicar todas las formas de racismo, de sexismo, de clasismo. Y hablamos incluso de formas muy específicas de discriminación, como el antisemitismo.

El gran logro del CONAPRED es, tal vez, poner en el centro de la agenda nacional la existencia del grave problema de discriminación en México y, sobre todo, la lucha que existe en nuestro país en contra de la discriminación.

El día de hoy, felicitamos ampliamente los esfuerzos y el trabajo del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Como sociedad, y en este caso representantes populares, también debemos preguntarnos cuánto hemos avanzado y cuánto falta caminar.

La persistencia de crímenes homofóbicos, la agresiva emergencia de feminicidios, la invisibilización de las comunidades afromexicanas, de las que hoy ha hablado la senadora Susana Harp; el lenguaje sexista, racista, clasista que se imprime en la vida cotidiana e incluso institucional; los masivos crímenes de migrantes y de igual manera, la reducción de comunidades indígenas en empleos, subordinados. Todo ello nos invita a reflexionar todo lo que debemos caminar aún.

Hoy, reconocemos el titánico esfuerzo del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación que, con herramientas sencillas, ha logrado mucho en este campo.

Y, con este reconocimiento también alentamos al Consejo y a sus integrantes, en lo individual, a seguir dando la batalla en los años por venir.

Nos parece oportuna, pertinente, necesaria, el conocimiento y la discusión de la agenda que propone, aquí en esta Tribuna, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Sirva finalmente, también este momento, para reconocer las batallas del gran amigo Gilberto Rincón Gallardo.

Muchas gracias senadoras, senadores y amigos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Maestra Alexandra Haas Paciuc, presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, agradecemos su presencia en la Cámara de Senadores.

Agradecemos también a quienes integran la Asamblea Consultiva del CONAPRED, por acompañarnos en esta ceremonia.

Asimismo, damos las gracias a las invitadas e invitados, que nos han honrado este día con su presencia.

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