Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión estenográfica de la Sesión Solemne para conmemorar el LXV Aniversario del Derecho al Voto de las Mujeres en México, en el Salón de Plenos del Senado de la República.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Damos inicio a la Sesión Solemne en conmemoración del LXV Aniversario del Derecho al Voto de las Mujeres en México.

Agradezco a la Asamblea, la distinción que me hace al asignarme la responsabilidad de conducir esta Sesión Solemne. Es para mí, un honor.

La Sesión Solemne se desarrollará conforme el acuerdo aprobado el pasado martes 9 de octubre.

Solicito a la Secretaría, dé lectura a la Comisión de Cortesía, que se ha designado para recibir y acompañar a nuestras y nuestros distinguidos invitados a esta Sesión Solemne.

SECRETARÍA: Doy lectura a la Comisión de Cortesía designada para recibir a los invitados a esta Sesión Solemne.

Se designa a las siguientes senadoras: Guadalupe Covarrubias Cervantes; Xóchitl Gálvez Ruiz; Nadia Navarro Acevedo; Nuvia Mayorga Delgado; Patricia Mercado Castro; Cora Cecilia Pinedo Alonso; Verónica Noemí Camino Farjat y Eunice Renata Romo Molina.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Solicito a la Comisión designada, cumplir con su cometido.

Compañeras y compañeros senadores.

Señoras y señores invitados.

Damos inicio a la Sesión Solemne, con la que el Senado de la República conmemora el LXV aniversario del Reconocimiento del Derecho al Voto de las Mujeres en México.

Con esta ceremonia, deseamos resaltar la importancia de la participación de todas las mexicanas y mexicanos, que se han esforzado por avanzar en la paridad entre derechos de los hombres y de las mujeres.

A nombre del Senado de la República, les expreso la más cordial bienvenida.

Nos acompañan en el presídium, la senadora Martha Lucía Mícher Camarena, presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género del Senado de la República.

Así como los integrantes de la Mesa Directiva, que preside el senador Martí Batres Guadarrama.

Mis compañeras senadoras secretarias Antares Guadalupe Vázquez Alatorre; Verónica Delgadillo García y María Antonia Cárdenas Mariscal. Y la senadora Nancy de la Sierra.

Saludamos también la presencia de la licenciada Mayela García Ramírez, presidenta del Colectivo de Investigación, Desarrollo y Educación entre Mujeres, Asociación Civil.

De la maestra Mónica Maccise Duayhe, directora de Igualdad de Género y no Discriminación, del Instituto Nacional Electoral.

De la licenciada María Sandra Corina, de Balance, Promoción para el Desarrollo y Juventud, Asociación Civil.

De la doctora Leticia Bonifaz Alfonzo, directora de Estudios, Promoción y Desarrollo de Derechos Humanos, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La señora Nadine Gasman, representante de ONU Mujeres en Brasil.

De la maestra Eréndira Cruzvillegas, cuarta visitadora de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

De la maestra Martha Ferreira Beltrán, del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

La doctora Marcela Lagarde y de los Ríos, presidenta de la Red de Investigadoras por la Vida y la Libertad de las Mujeres.

La maestra Karla Michel Salas, directora General del Grupo de Acción por los  Derechos Humanos y Justicia Social.

La licenciada Daniela Tejas, coordinadora del Fondo de Aborto para la Justicia Social María.

La licenciada Pilar Sánchez Rivera, directora del Refugio Espacio Mujeres para una Vida Digna, Libre de Violencia.

La licencia Orfe Castillo, de Jass Mesoamérica.

La maestra Gabriela Benítez, especialista en materia electoral.

La señora Norma Andrade, defensora de los derechos de las mujeres.

Recibimos también la presencia de la señora Lol Kin Castañeda Badillo, diputada constituyente de la Ciudad de México.

De la señora Carol Arriaga, Secretaria de la Mujer, del CEN de Morena.

La señora Guadalupe Juárez, secretaria de Mujeres de Morena en la Ciudad de México.

La señora Natalia Calero, de ONU Mujeres.

Y de las diputadas federales Beatriz Rojas y Vanessa del Castillo. Bienvenidas.

De la señora Eliana Olaizola, directora de El País México.

Y de amigas de esta lucha, que han emprendido las mujeres, la señora Julia Pérez y Adriana Núñez.

Está también otra luchadora, la señora Margarita Zavala.

Asimismo, saludamos la presencia de las mujeres destacadas en su trayectoria profesional y política que nos acompañan.

Sean bienvenidas y bienvenidos a esta Sesión Solemne en el Senado de la República, que el Senado realiza en conmemoración del LXV Aniversario del Derecho del Voto a las Mujeres en México.

Hoy, les damos la más cordial bienvenida a las mujeres y hombres que nos acompañan para celebrar una de las mayores conquistas logradas por las mexicanas, hace 65 años.

Hace más de seis décadas en México, como lamentablemente aún sucede en diversas naciones, no teníamos derecho a participar en la vida política.

Esa realidad afortunadamente ha cambiado, al menos en este Senado, en el que hoy nos reunimos para conmemorar esta decisión trascendente.

Desde entonces, la voz, las ideas y las propuestas de la mujer mexicana han estado presentes a través del voto en la vida política y nuestra acción en la construcción de este gran país.

Hoy, saludamos y damos la bienvenida a esta Sesión Solemne a las legisladoras mexicanas, a las representantes del Poder Judicial de la Federación, a las representantes del Poder Ejecutivo Federal, de los gobiernos de las entidades federativas, de las organizaciones de la sociedad civil, y a todas las grandes mujeres que hacen esta realidad posible.

Su presencia enaltece esta Sesión, y es muestra fehaciente de que las mujeres somos capaces de asumir las más altas responsabilidades y que lo hacemos con emoción, pero sobre todo con el firme compromiso de servirle a México.

Sin más preámbulos, escucharemos en esta Sesión Solemne Conmemorativa del Sexagésimo Quinto Aniversario del Voto de las Mujeres en nuestro País, las intervenciones de las y los representantes de los diversos Grupos Parlamentarios.

Y, conforme al acuerdo aprobado, se concede el uso de la tribuna a la senadora Martha Lucía Mícher Camarena, presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género.

SENADORA MARTHA LUCÍA MÍCHER CAMARENA: Buenos días. Bienvenidas todas ustedes.

Margarita, bienvenida.

Quiero agradecer el privilegio del que he sido objeto, al ser invitada a formar parte el día de hoy de la Mesa Directiva y presidir esta Sesión Solemne; para mí ha sido una sorpresa y un honor.

Gracias a todas, a todos por estar el día de hoy aquí.

“¿Qué sería de México si a la mujer se le concedieran facultades y nos gobernaran?

Indudablemente sería un desastre, porque la mujer puede ser más criminal que un hombre. La mujer cuando toma una rutina o un capricho, no le entran las palabras; aunque se le hinque de rodillas, la mayor parte de grandes dramas, han sido ocasionados por la mujer, ya sea la de clase media o la de la alta, todas son de instintos casi iguales; siempre criminosas, falsas, en fin, un desastre.

La mujer está en este mundo para el hogar del hombre, más no para políticas ni inmiscuirla en asuntos de los hombres. Es lógico que los diputados les decimos, esto que han tanto discutido sobre el voto de la mujer es una locura; y muy borrica la mujer es para su hogar y no para meterse en asuntos de hombres”.

Lo que acabo de leer, que traigo a la memoria en cada colaboración desde hace 15 años en estos recintos, es un párrafo de las tantas cartas que se recibieron en la Presidencia de la República, pues ya desde 1937, en respuesta a la movilización de las mujeres en la lucha por el derecho al voto, se habría presentado ante el Senado la iniciativa de reforma de la Constitución.

¿Cuántos acontecimientos han sucedido?

El Congreso Constituyente, al proclamarse la Constitución de 1857, ya advertían los liberales que los derechos del hombre se olvidaban de los derechos más importantes, de los derechos sociales de las mujeres; y recomendaban los constitucionalistas, que se le concediera iguales prerrogativas, iguales derechos al hombre, porque antes de pensar en la organización de los poderes había, era menester atender el buen orden de la familia, base auténtica y verdadera de toda organización social.

Qué gran atrevimiento aquél, considerarnos iguales, pares, equivalentes. Pero lamentablemente eso se quedó en una simple consideración.

Y más todavía, en la Constitución del 17 se avanzó y se quiso trabajar sobre los derechos de las mujeres, pero el pacto político patriarcal entre los hombres excluyó a las mujeres.

También la exigencia del voto en 1921, con las mujeres zacatecanas, o en 1887, con la periodista Laureana Gray, quien plantearía desde la primera revista feminista mexicana, “Las Violetas de Anáhuac”, el derecho al voto.

O las hijas de Cuauhtémoc, del Club Femenil Antirreeleccionista de 1910; y en ese año, Dolores Jiménez Muro funda Regeneración y Concordia, organización proderecho de la Mujer.

Y seguimos con la historia. En 1916 el Primer Congreso Feminista en Yucatán organizado por Consuelo Zavala, Dominga Canto, Adolfina Valencia de Ávila, María Luis Flota, Beatriz Peniche, Amalia Gómez, Piedad Carrillo Gil y Solina Pérez Castillo, Elena Osorio, Fidelia González, Candelaria Villanueva, Lucrecia y Adriana Vadillo, Rosina Magaña y Consuelo Andrade.

Qué atrevidas organizar un Congreso Feminista, en 1917.


Y, también en 17 Ermina Galindo, lanza su candidatura para diputada por el V Distrito Electoral de la Ciudad de México, aun cuando la Constitución del 17 no negó la ciudadanía a las mujeres y, en consecuencia, el derecho a votar y ser votadas, tampoco se otorgó el voto expresamente.

En 1922 las yucatecas consiguieron el derecho al voto y en los siguientes cinco años lo hicieron las potosinas y las chiapanecas.

El 18 de noviembre de 1923, como vamos a olvidar a Elvia Carrillo Puerto. Resultar ser la primera mexicana electa diputada al congreso local por el V Distrito.

Sin embargo, después de desempeñar su cargo por dos años, renunció debido a las amenazas de muerte que recibió. En 29 surgieron nuevas asociaciones, el Frente único Pro Derechos de las Mujeres, como Tinísima, Frida Kahlo, Benita Galeana que, desde 1935, junto con Adelina Zendejas, ayudaron a la defensa de las trabajadoras más pobres y pelearon pro el derecho al descanso materno.

En 37, el General Presidente Lázaro Cárdenas envió la iniciativa para modificar el artículo 34, pero el 10 de diciembre se emite un dictamen y se decide posponer el debate hasta pasada la Asamblea Constituyente del PNR.

En 46, en la Cámara de Diputados se aprobó la iniciativa por el presidente Alemán, en la que se adicionó al artículo 115 constitucional, que entró en vigor en febrero del siguiente año, donde se establecía que en las elecciones municipales participarían las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres, con el derecho a votar y a ser electas.


Pero en 1947 fue cuando finalmente, a partir de la reforma, las mujeres comenzaron a ocupar cargos en la elección de ayuntamientos.

Fue hasta el 17 de octubre de 1953, hace exactamente 65 años, que se publica en el Diario Oficial el nuevo texto del artículo 34 constitucional.

Entre comillas, “Son ciudadanos de la República los varones y las mujeres, que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan además los siguientes requisitos: haber cumplido 18 años, siendo casados o 21 si no lo son y tener un modo honesto de vivir.

En las elecciones del 3 de julio del 55 las mujeres acuden a emitir su voto a las urnas para elegir diputaciones federales.

Finalmente 65 años, amigas, amigos, compañeras queridas, son una vida, pero son pocos comparados con el largo camino que las mujeres mexicanas hemos recorrido hasta hacer efectivo nuestro derecho al voto.

Las mujeres mexicanas todas, sin excepción, hemos escrito también la historia de este país; y hoy es claro que sin nosotras no hay pasado, no hay presente y no hay futuro.

Tenemos que seguir alzando la voz para insistir que en México ser mujer, ser niña, ser adulta, ser vieja, ser joven, ser trabajadora, madre, jefa de hogar, divorciada, soltera, adulta, indígena, lesbiana, afrodescendiente, pobre, en reclusión, migrante, discapacitada, analfabeta o sin estudios concluidos; ha sido suficiente para recibir un trato desigual y discriminatorio, incluso ha sido pretexto para dañarnos, violarnos, desaparecernos y asesinarnos.

A 65 años de la ampliación de los derechos de las mujeres, todavía se normaliza, se legitima y se utiliza la única diferencia entre mujeres y hombres, que es la diferencia sexual, como herramienta y argumento para discriminar, para invisibilizar a las mujeres de los espacios públicos, de los puestos de elección popular, ignorando que la verdadera democracia debe favorecer el trato igualitario y las mismas oportunidades entre mujeres y hombres.

Pero no nos hemos quedado aquí, lamentándonos, denunciando. Hemos denunciado, siempre, la desigualdad, siempre la discriminación y siempre la falta del mismo trato.

Por eso, la plena ciudadanía que hemos querido alcanzar, se define como el desarrollo de la capacidad de autodeterminación, de expresión y de representación de intereses y demandas. Es decir, el pleno ejercicio de los derechos políticos individuales y colectivos.

Que quede claro, no hay patria sin nosotras. No hay democracia ni desarrollo sin nosotras.

Todas las personas tenemos derecho a la libertad, a la dignidad y sólo se puede nacer y vivir así con la paz, con la educación, con un medioambiente sano, con la justicia social con equidad, y con el goce y disfrute de las mismas oportunidades.

A 65 años, hemos dejado atrás las cuotas, avanzando en el paritarismo. ¡Sí!, ahora somos las paritaristas en un país democrático, que después de años y años de lucha, de fraudes, de trampas, renace la esperanza de millones de mexicanas y mexicanos para construir la Patria feminista en la Cuarta Transformación con y desde las mujeres.

Sí, todas las mujeres tenemos que construir una patria feminista para todas nosotras.

No ha sido fácil. Hemos llegado aquí a base de sentenciazos, que, gracias a la Suprema Corte de Justicia, obligó a los partidos a las reformas, o a las Reformas Constitucionales, como la del Artículo 41.

También, gracias al Tribunal Electoral, que ha equilibrado la presencia de mujeres y hombres.

Por eso, el ejercicio de las mujeres al voto ha sido contundente en las pasadas elecciones, porque hemos demostrado que no se trata de ser esposa de, hermana de, sino mujer con capacidades para abrir brecha y estamos listas para demostrar que presencia de mujer, sí garantiza conciencia de género.

Compañeras, compañeros:

Vamos inspiradas en las tres autonomías, encarrilemos nuestros esfuerzos a la autonomía física, a la autonomía económica y a la autonomía en la toma de decisiones de nosotras.

Vamos, y exigimos paridad en todos los espacios de Poder y, por eso, se presentará una más de las Iniciativas para integrar la paridad en todos los organismos en los Tres Niveles de Poder, incluso en los organismos autónomos.

Compañeras y compañeros:

Hemos logrado todo esto, pero gracias al único movimiento más pacífico en este mundo, el movimiento feminista. Uno de los movimientos que se han transformado en una fuerza progresista, transformadora, pacífica, con la que hemos logrado avanzar ahora.

Yo me sumo a las palabras de las sufragistas europeas y latinoamericanas, para animar a sus movimientos, Alice Paul; Maud Watts; Maggie Miller, les decían a sus mujeres: “no dejes de luchar, no dejes de soñar”.

No dejaremos de luchar, no dejaremos de soñar ni tampoco de seguir luchando, codo a codo, para que nadie, ninguna mujer, ninguna niña quede atrás.

Compañeras, compañeros:

Les invitamos a los hombres a modificar su discurso. No sean nuestros aliados por tener hijas, hermanas, esposas; sean nuestros aliados porque son nuestros derechos los que queremos que ustedes defiendan.

Así estaremos codo a codo con todas y todos ustedes, aquí estaremos, seguramente conmemorando otros 65 años más, porque nos merecemos esta patria que tanto hemos defendido, esta patria feminista y esta patria, que no dejará de luchar por todos los derechos para todas las personas.

Por nuestro derecho a tener derecho, vida, vida, libre a las mariposas.

Muchas gracias.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Con base en los acuerdos aprobados, tenemos una ronda de intervenciones de los Grupos Parlamentarios en orden progresivo, hasta por cinco minutos; y una participación del senador Emilio Álvarez Icaza Longoria, previa a la de los Grupos Parlamentarios, hasta por tres minutos.

Tiene el uso de la Tribuna, el senador Emilio Álvarez Icaza, hasta por tres minutos.

SENADOR EMILIO ÁLVAREZ ICAZA: Muy buenos días.

Sean todas muy bienvenidas. Ustedes representan esa reserva de dignidad y libertad, y en su nombre, a todas las mujeres de la República que nos educan, nos reeducan, nos transforman, nos provocan y esencialmente, conducen este país a un mejor horizonte. Muchísimas gracias, su presencia nos honra y nos distingue.

Los aniversarios sirven para ver lo que hemos avanzado, pero también lo que nos falta por avanzar. Y también para honrar a quienes han dado la batalla.

Ya la senadora Mícher hablaba de varias de ellas. Quiero subrayar, por supuesto, las batallas dadas por Beatriz Peniche, Elvia Carrillo, Hermila Galindo, Amalia González, Raquel Dzib, y otras.

Recuerdo muchísimo a Benita Galeana, y muchas de las que aquí están, de las que han dado la batalla en estas sillas y en estas curules, en estos escaños; que todos los días van transformando el horizonte de la patria, en un horizonte de dignidad.

Y la verdad, es una batalla que se ha ganado milímetro a milímetro, ha tenido que darse una batalla en todos los espacios, en la calle, en la universidad, en la academia. Desde las cosas de la boleta o espacios hasta para poder ir al baño, espacios hasta como para que las hijas puedan estudiar en libertad. Ha sido batalla espacio por espacio.

Y hay, sí, sin duda cosas que celebrar y subrayar, pero también tenemos que reconocer lo que nos falta. Y todavía hay mucho por avanzar, y sí, estas elecciones hicieron un cambio; hicieron un cambio porque es la mayor representación de mujeres en las Cámaras. En este Senado, por primera vez, hay más mujeres que hombres; pero todavía esa representación no hay llegado a los Órganos de Gobierno; de 25 comisiones, las mujeres presiden 21.

En la Cámara de Diputados, todavía la cosa es peor. En la Junta de Coordinación Política no hay una sola mujer y, por primera vez, hay 241 mujeres. Esas son las prácticas cotidianas que tenemos que demoler.

Y, pasa por ejemplo, en las elecciones que pasaron; sólo el 27 por ciento de las personas que ganaron una presidencia municipal son mujeres. Sólo hay tres gobernadoras.

La Suprema Corte de Justicia no es muy distinta, sólo hay dos ministras.

Y, así podemos seguir con órganos autónomos y con distintas instancias federales, estatales, municipales; sistemáticamente se niega el derecho de las mujeres.

Y, termino diciendo, en la medida en la que avance el ejercicio de los derechos de las mujeres, en esa medida avanza la dignidad de la República, en esa medida se transforma en un horizonte de dignidad, de igualdad y libertad.

Hay mucho que celebrar, pero sobre todo hay mucho más que transformar.

Muchísimas gracias por su ejemplo, por sus sueños, por sus luchas. Ahí queremos estar.

Muchas gracias.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Ahora tiene el uso de la tribuna la senadora Sasil de León Villard, del Grupo Parlamentario del Partido Encuentro Social, hasta por cinco minutos.

SENADORA SASIL DE LEÓN VILLARD: Con su permiso, señora Presidenta.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Adelante, por favor.

SENADORA SASIL DE LEÓN VILLARD: A todas las invitadas especiales, sean bienvenidas a esta su casa, el Senado de la República.

Senadoras y senadores:

Hoy para mí es un honor poder estar aquí dirigiendo un mensaje, con motivo del 65 aniversario del Derecho al Voto de las Mujeres en México, ante el Pleno de esta Sexagésima Cuarta Legislatura, la cual históricamente es la más igualitaria de toda la historia en este Senado.

El 17 de octubre de 1953 se publicaba –como ya lo comentó la senadora Malú Mícher– en el Diario Oficial de la Federación, el decreto presidencial con el cual se reconocería en la mujer la plenitud de sus derechos políticos. Una histórica reivindicación de justicia para que la mujer mexicana pudiera votar y ser votada.

Ya en ese entonces iniciaba la lucha de Latinoamérica por la consagración de los derechos políticos de la mujer, y México no podía ser la excepción.

Una mujer mexicana destacaría en aquellos años como una férrea impulsora de los derechos políticos de las mujeres, Amalia González Caballero, quien creó la Alianza de Mujeres de México y convocó a la mujer mexicana a firmar por la plenitud de sus derechos, recolectando más de un millón de firmas, las cuales fueron presentadas al Presidente Adolfo Ruiz Cortínez; quien en reconocimiento a esta labor envió al Congreso la iniciativa para reconocer los derechos políticos de las mujeres.

Desde aquí nuestro mayor reconocimiento a doña Amalia, gran luchadora, que con sus acciones logró la reivindicación de la mujer mexicana y de nuestros derechos.

¿Por qué razón en aquel entonces se nos restringía ejercer con libertad nuestros derechos políticos? Por injusticia.

Recordar a las mujeres que encabezaron esta lucha histórica por alcanzar la igualdad de derechos en materia económica, social y política; no es un ejercicio de buena memoria, es un acto de justicia, porque aun a más de 100 años de las primeras luchas por la igualdad, ésta no se ha logrado en plenitud.

Es cierto que hace ya 65 años se dio un gran paso en esta lucha por la igualdad entre mujeres y hombres, pero las injusticias siguen vivas. Queremos tener el derecho de tener los mismos salarios, a que se nos reconozca nuestro derecho constitucional del pago igualitario, empleos dignos y de calidad.

Queremos en plena libertad ejercer nuestros derechos humanos y sociales, como son: el derecho a ocupar espacios de decisión en la educación, en la salud, en los medios de comunicación, en las organizaciones sociales, en los partidos políticos, en las organizaciones empresariales y laborales.

Queremos que el país tenga más gobernadoras, más secretarias de Estado, más mujeres dirigiendo los partidos políticos, más mujeres dirigiendo el país en todos los sectores.

Queremos que en la Cámara de Senadores y en la Cámara de Diputados y Diputadas, los Congresos Estatales, sean dirigidos en igualdad absoluta por mujeres y hombres.

No estamos pidiendo demasiado. No estamos pidiendo una concesión; solamente estamos exigiendo lo justo, lo que es correcto, lo que antes se consideraba inaudito, mujeres al frente de la toma de decisiones en este país.

Concluyo citando un fragmento del llamado de la Alianza Mujeres de México de 1952, el cual sigue vigente: “Es tiempo ya que la mujer mexicana se dé cuenta de su papel histórico, de sus obligaciones sociales, del ineludible deber de luchar con inteligencia y energía para resolver los grandes problemas que le afectan directamente.”

Quiero reconocer, antes de terminar, que en el próximo Gabinete, presentado por el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, dentro de todo su Gabinete legal, exista paridad de género.

Nuestro mayor reconocimiento en nombre de la bancada del Partido Encuentro Social.

Es cuánto, señora Presidenta.


Muchas gracias.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Gracias, senadora de León.

Tiene la palabra la senadora María Leonor Loyola Cervantes, del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, hasta por cinco minutos.

SENADORA MARÍA LEONOR LOYOLA CERVANTES: Con su permiso, señora Presidenta.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Adelante, por favor.

SENADORA MARÍA LEONOR LOYOLA CERVANTES: Gracias.

Compañeras senadoras y compañeros senadores, es un honor compartir el día de hoy este espacio con un grupo de mujeres tan importantes, exitosas, que han hecho una gran labor por defender nuestros derechos.

Bienvenidas.

Me da gusto en esta ocasión llevar a cabo el posicionamiento del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, en un tema por demás trascendente, el relativo a uno de los derechos más importantes de nosotras, las mujeres, votar. Es decir, tomar participación directa en los asuntos políticos.

Uno de los primeros ejercicios de la lucha por el voto femenino en nuestro país, lo encontramos en la persona de Hermila Galindo, considerada pionera del movimiento feminista, quien afirmaba que las mujeres y los hombres debían participar Enel nuevo México que se estaba gestando después de la Revolución Mexicana.

Y la única forma para conseguirlo era otorgarles el sufragio a las mujeres. En aquél entonces se pensaba que las mujeres deberían estar en el hogar y que la política era cosa de hombres.

Existieron muchísimos esfuerzos por conseguir que se incorporara en la Constitución Federal el derecho de votar por parte de las mujeres. El Presidente Lázaro Cárdenas, cuanto tomó posesión incluye el tema del sufragio femenino dentro de su programa, partiendo de la base de que los hombres y las mujeres habían construido este país, dada su lucha de manera pareja.

Sin embargo, se fracasó el intento.

Con Adolfo Ruiz Cortines y ante un México en proceso de modernización, no se podía considerar el progreso si no se les daba el voto a las mujeres.

Por fin, el 17 de octubre de 1953 fue aprobada la reforma constitucional que modificó los artículos correspondientes de la Carta Magna, donde se estableció que son derechos del ciudadano votar en las elecciones populares y poder ser votado, considerándose entonces que las mujeres, al ser iguales que los varones, eran ciudadanas titulares de estos tan importantes derechos.

Aquí quiero hacer un paréntesis. Creo que se ha trabajado muchísimo en este tema y en mi estado de San Luis Potosí, al cual con mucho orgullo yo represento, veo que todavía predominan los varones como gobernantes.

En la capital de San Luis Potosí únicamente hemos tenido una presidenta municipal Enel periodo 2009-2012. En Soledad de Graciano Sánchez, que es mi municipio natal, únicamente una presidenta municipal, la maestra Amalia Noyola, en el periodo de 1970 a 1973.

He observado cómo el trabajo territorial la mayoría de las mujeres lo hacemos, lo llevamos a cabo. Más, sin embargo, los espacios de elección popular son para los varones.

Creo que tenemos mucho qué hacer todavía en este tema. No puede haber una sociedad democrática, mientras persista la desigualdad y la discriminación de la mujer.

Las mujeres unidas, jamás seremos vencidas.

Es cuánto, señora Presidenta.

Muchas gracias.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Gracias, senadora Noyola.

Se concede ahora el uso de la palabra a la senadora Alejandra Lagunes Soto Ruíz, del Grupo Parlamentario del Partido Verde Ecologista de México, hasta por cinco minutos.

SENADORA ALEJANDRA LAGUNES SOTO RUÍZ: Con su venia, Presidenta.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Adelante.

SENADORA ALEJANDRA LAGUNES SOTO RUÍZ: Compañeros y compañeras legisladoras.

Distinguidas invitadas, sean muy bienvenidas.

Los movimientos feministas en México han sido siempre un ejemplo de valentía, de determinación y de perseverancia.

Una de sus más grandes victorias fue la reforma del 17 de octubre de 1953, a los artículos 34 y 115 de la Constitución, que reconoció a las mujeres como ciudadanas con el derecho de votar y de ser votadas. Es decir, de participar plena y oficialmente en la vida política del país. El camino no fue fácil y mucho menos corto.

Los primeros esfuerzos en nuestro país se remontan a la Fundación “Las Violetas del Anáhuac”, dirigido por Laureana Wright González, en 1887.

En este Semanario, en el que sólo escribían mujeres, se afirmaba que la inteligencia del hombre y de la mujer eran iguales, y que si existía diferencia era resultado de la falta de acceso de las mujeres a derechos básicos, uno de los más importantes, la educación.

Como todos los movimientos feministas del mundo, en México éstos han sido diversos y provenientes de distintos sectores de la sociedad.

Ejemplo de ello fue el Club Femenil Antirreeleccionista “Hijas de Cuauhtémoc”, fundado por Dolores Jiménez y Muro, mujer, zapatista, soldadera, general brigadier de enorme entrega, de convicciones y valor inigualables; y quien frecuentemente ausente en los libros de historia, participó en el Plan de Tacubaya y también redactó el prólogo del Plan de Ayala.

El camino no ha sido fácil y mucho menos corto.

La primera mujer mexicana electa a diputada al Congreso local de Yucatán, Elvia Carrillo Puerto, se vio obligada a renunciar por amenazas de muerte.

Académicos señalan que, aunque en papel las mujeres obtuvieron el derecho a votar y ser votadas, éste no fue realmente efectivo, sino hasta los años 70.

Al día de hoy sólo ha habido seis candidatas a la Presidencia de la República y siete gobernadoras o jefas de Gobierno del Distrito Federal, ahora Ciudad de México.

Aquí presentes están algunas de ellas: Beatriz, Josefina, Patricia, Margarita. Gracias por el camino recorrido y por su lucha.

Gracias también, a todas las mujeres que no aceptaron un no como respuesta y por cuyos esfuerzos, hoy en el Senado existe una representación paritaria.

Nadie les ha regalado nada a las mujeres, ni a los movimientos feministas. Y tampoco será el caso ahora.

El camino no será fácil y mucho menos corto.

Recientemente, hemos sabido de candidatas electas presionadas para renunciar a sus cargos, con el objetivo de que esos espacios los ocupen hombres. De los ocho coordinadores del Grupo Parlamentario en este Pleno, sólo una es mujer: Sasil.

Nos necesitamos y nos necesitan. Nuestra presencia tiene impactos mucho más profundos que una paridad que, aunque necesaria, no es suficiente.

La participación de las mujeres importa sustantiva y simbólicamente.

Nuestras voces son importantes en todos los asuntos y son fundamentales en temas como el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.

El derecho a vivir una vida libre de violencia, el acceso pleno a la salud, a la educación y a un medioambiente sano.

Nos necesitamos para poder estar en espacios públicos sin miedo, y para terminar con las expectativas sociales sexistas.

Nos necesitamos para construir una economía más humana y más sostenible.

Todas estas son batallas políticas que pasan por nuestros cuerpos, por nuestras vidas y por nuestros sueños.

No podemos conformarnos ni cansarnos. Las mujeres, pese a todos los intentos de invisibilizarnos y de cerrarnos las puertas de la vida política, hemos sido parte vital en la construcción de este país.

Así lo demuestran las historias de Rosario Castellanos, Griselda Álvarez, Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Eufrosina Cruz Mendoza, Tita Radilla, y de millones de mujeres que desde su diversidad, y desde distintos espacios, siguen escribiendo la historia de México todos los días.

Termino con un extracto del Proemio al Plan de Ayala, escrito por Dolores Jiménez y Muro: “La humanidad, incansable mariposa que en su incesante labor rompe capullo tras capullo, buscando siempre la luz; alcanza épocas de tiempo en tiempo en la que los cerebros esplenden y los corazones arden, al poderoso impulso de una idea redentora; haciendo que el muro admire acciones heroicas que conquistan las grandes reformas”.

Compañeros y compañeras legisladoras:

Hagamos de este tiempo, uno de esos tiempos a los que se refería Dolores Jiménez y Muro, que nuestros cerebros resplandezcan y nuestros corazones ardan, para construir un país digno, libre, justo y con igualdad para todos y todas.

En el Partido Verde lucharemos porque así sea.

Muchas gracias.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ  BALBOA: Gracias, senadora Lagunes.

Enseguida, tiene el uso de la palabra el senador Joel Padilla Peña, del Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo, hasta por cinco minutos.

SENADOR JOEL PADILLA PEÑA: Con la venia de la Presidencia, compañeras senadoras, compañeros senadores.

Mexicanas y mexicanos. Colimenses. Distinguidas invitadas especiales.

Sesenta y cinco años se dice de manera sencilla, y rápida; 65 años es la esperanza de vida en México; 65 años es la edad que se necesita para que una persona pueda jubilarse en nuestro país.

Para dimensionarlo correctamente, al término de la Segunda Guerra Mundial, las mujeres aún no podían votar en México. Como pueden observar, es muy reciente el reconocimiento del derecho al sufragio de las mujeres en nuestro país.

¿Cómo debemos conmemorar este hito en la Cámara de Diputados?

En primer lugar, hago un reconocimiento público a todas aquellas compañeras que desde sus respectivas trincheras han librado sus propias batallas.

A las primeras legisladoras electas de México, Elvia Carrillo Puerto, Raquel Dzib y Beatriz Peniche de Ponce; a la primera gobernadora Griselda Álvarez Ponce de León, cuya memoria venero y reconozco, por la sabiduría con que gobernó Colima, mi estado.

A mis compañeras senadoras del Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo Geovanna Bañuelos, Nancy de la Sierra, Alejandra León y Cora Cecilia Pinedo; quienes hoy son mayoría en el Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo.

A las senadoras Patricia Mercado y Josefina Vázquez Mota, quienes han sido una inspiración para niñas a lo largo de todo espectro ideológico, al ser candidatas a la Presidencia de la República.

A todas las senadoras, quienes como Rocío Nahle, Nestora Salgado, Lilly Téllez, Susana Harp, Xóchitl Gálvez, Alejandra Lagunes, Vanessa Rubio, Beatriz Paredes y Claudia Ruiz Massieu, entre otras; que han demostrado a incontables mujeres, que el techo de cristal puede romperse.

A las compañeras senadoras que integran los grupos parlamentarios de la otrora Coalición Juntos Haremos Historia, con quienes el triunfo y materialización de la Cuarta Transformación, hoy es una realidad.

A la senadora Malú Mícher Camarena, luchadora social incansable por la igualdad entre hombres y mujeres.

A la senadora Olga Sánchez Cordero, quien desde la Suprema Corte de Justicia de la Nación luchó por un México igualitario y justo; y quien se convertirá en la primera Secretaria de Gobernación en nuestro país.

A la senadora Ifigenia Martínez, una mujer indispensable en la lucha de la izquierda mexicana y en donde muchos encontramos un faro de inspiración.

Finalmente, a todas las compañeras senadoras, quienes desde el Senado de la República, todos los días, luchan por un México igualitario, justo, incluyente.

Para todas pido un fuerte aplauso.

En segundo lugar, invito a mis compañeros senadoras a que hagamos una profunda reflexión. Como hombres, no nos hemos enfrentado a la discriminación y opresión sistémica a la que se enfrentan nuestras compañeras.

En cambio, gozamos de algunos privilegios que debemos combatir. Reflexionemos incluso sobre las conductas inconscientes que refuerzan la desigualdad.

Recordemos, como aliados de la lucha feminista, que ninguna batalla por la igualdad sustantiva es trivial. Que debemos dejar atrás los roles tradicionales de género; que los hombres somos corresponsables de las tareas del hogar; que no debemos revictimizar a las mujeres; que la palabra de la mujer cuenta, sobre todo en un país con miles de feminicidios, y en donde la violencia de género se ha normalizado.

Les invito, pues, a reflexionar sobre nuestro trato a las mujeres.

Tenemos el compromiso de mi Grupo Parlamentario, el Partido del Trabajo, que legislaremos para erradicar las violencias en contra de la mujer.

Asimismo, trabajaremos para erradicar la simulación y el fraude a la ley, con los que se evita la participación efectiva de las mujeres en la vida pública.

Aprobaremos toda legislación que garantice los derechos fundamentales de la mujer, y fomente a la inclusión en nuestra sociedad.

En tercer lugar, utilicemos esta fecha para recordar que la lucha por la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres es permanente.

Y, finalmente los derechos de las mujeres son, derechos fundamentales; son derechos humanos que deben ser garantizados y respetados sin importar si se trata de la hermana, de la hija, de la esposa de un hombre.

Los invito a que dejemos atrás ese discurso, pues la dignidad y los derechos de las mujeres no están ni deben estar en función de un hombre.

A 65 años del voto de la mujer en México, hemos dado otro paso enorme en garantizar la participación de las mujeres en la vida pública de nuestro país; la paridad en el Poder Legislativo, y también en el Gabinete Federal de transición.

Sin embargo, aún tenemos muchas tareas pendientes: la primera Presidenta de México, la paridad en las gubernaturas, pues en 75 años sólo siete mujeres han sido gobernadoras.

La paridad en la Suprema Corte, la igualdad salarial, garantizar su seguridad y tranquilidad en los espacios públicos, y combatir el acceso laboral y sexual.

Compañeras y compañeros.

Desmantelemos todas aquellas instituciones opresoras de todo tipo, para que caminemos hacia un México igualitario, libre y justo.

Sólo garantizando la participación de las mujeres en las decisiones públicas, podremos llamarnos una democracia sustantiva.

Construyamos un México en el que toda mujer pueda ser Presidenta de la República, diputada federal, senadora o ministra.

Seamos un ejemplo para ellas. Construyamos el México que merecen.

Es cuánto, senadora Presidenta.

Muchas gracias.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Gracias, senador Padilla.

Tiene ahora el uso de la tribuna la senadora Patricia Mercado Castro, del Grupo Parlamentario de Movimiento Ciudadano, hasta por cinco minutos.

SENADORA PATRICIA MERCADO CASTRO: Muchas gracias.

Primero, bienvenidas todas ustedes, compañeras de muchos años de lucha, y que seguramente lo que hoy festejamos es producto del trabajo de todas ustedes y también de nosotras.

Con su permiso, Presidenta, senadora Mónica Fernández; y con su permiso también, senadora Martha Lucía Mícher, Presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género, que hoy nos acompaña presidiendo esta Sesión.

Hace 15 años, cuando cumplimos 50 años de haber logrado el derecho al voto, hicimos un gran pacto las mujeres. Hicimos un gran pacto, una primera reunión de mujeres plurales, diversas, y ese pacto se reflejó, nombramos a una mujer que hablara por todas nosotras en ese evento.

Ese pacto era para, Okey, ya logramos el voto, 50 años, pero no tenemos suficientes espacios de poder, pensando el poder como el espacio de toma de decisiones sobre reformas legislativas, sobre acuerdos legislativos y de política pública.

Y nombramos a la ministra Olga Sánchez Cordero para que fuera nuestra voz; y lo que dijo ella en ese evento, que me parece que estos 15 años hemos honrado ese grito, ese grito de acuerdo de todas, fue: “Que se oiga fuerte y lejos, las mujeres queremos el poder”.

En estos 15 años, creo que se ha oído fuerte y lejos que queremos el poder, ese poder de influencia de toma de decisión, que no pueden ser ya solamente los hombres, desde su formación de género, los que tomen las decisiones; las sociedades mixtas, 50 y 50 por ciento y de esa manera tenemos que representarnos.

Este año tenemos una buena nueva, tenemos que festejar, tenemos que felicitarnos puesto que es la primera vez, llegamos este año, con la primera vez que usamos el derecho constitucional a la paridad y este Senado y la Cámara de Diputados son, es un Senado, es una Cámara de Diputados paritaria.

Cuando hicimos este pacto, que llamó mucho la atención, cómo mujeres tan distintas, con diferencias, porque las mujeres tenemos diferencias, no porque tenga cuerpo de mujer pensamos igual, no, somos biológicamente iguales, pero política, ideológicamente con visiones distintas, salió una revista muy importante, que no les voy a decir cuál y en uno de sus números tenía una portada de tres hombres con mucho podery el título era “Juegos de Poder”, y había toda una investigación.

Dos semanas después la misma portada, el mismo tipo de foto, con tres mujeres con mucho poder en ese momento y el título era “El aquelarre”.

Es decir, no eran juegos de poder, sino eran las brujas, que siempre hemos sido, haciendo ahí nuestro menjurje para sabe qué. Realmente muy desagradable, digamos, pero es un poco esa concepción de que las mujeres vienen en las luchas sociales, viene en las luchas civiles, viene en el territorio de las mejores causas para la sociedad mexicana, pero no en el poder.

También decirles que en ese momento recordamos que una de las primeras senadoras, en 1964, doña María Lavalle Urbina, cuando le preguntaron, ella llegó en este año, después de haber ganado el voto y dijo ella: “los hombres me dan la silla, pásele, siéntese, pero no me dan el lugar”.

Y creo que ahora nosotras podemos decir nos ganamos la silla y el lugar, pero todavía no el poder.


Las mujeres no tenemos el suficiente poder político, ya muchos datos se han dicho acá, no tenemos poder militar, no tenemos poder eclesiástico, no tenemos poder económico.

Entonces, la paridad para qué, para qué estamos aquí también tantas mujeres, aquí y en la Cámara de Diputados, hay un para qué, o sea, tenemos que seguir trabajando por ello.


Necesitamos paridad en otros ámbitos, la paridad política es para ganar, paridad educativa, no podemos seguir siendo servidoras, las trabajadoras sociales, nosotros trabajadoras sociales, ellos abogados; no podemos, ellas enfermeras, ellos médicos.

Es decir, necesitamos que en el terreno educativo lograr que se abran las puertas para las niñas y las adolescentes en todos los espacios de la educación.

Es la manera que vamos a lograr mayor igualdad en el terreno económico del trabajo de los ingresos u también, por supuesto, paridad en las responsabilidades familiares.

No podemos comernos el mundo con nuestra paridad en lo público y seguir teniendo casi exclusividad en las responsabilidades del cuidado de los vulnerables niños, enfermos, personas con discapacidad y personas adultas mayores que necesitan cuidados.

Eso no se puede, el INEGI habla de que las mujeres tenemos hambre de tiempo, precisamente por esta carga.

Entonces, la paridad política para lograr esas dos paridades, además de todo lo que se ha dicho también acá y termino, desde que empezamos este Senado, que nos ha tocado a nosotras acá, de verdad todas las mujeres de todas las fracciones hemos pasado aquí a proponer una iniciativa legislativa que implica un nuevo derecho, desde el derecho a, por supuesto, a decidir sobre nuestro cuerpo y la legalización y despenalización del aborto, hasta la paridad en los consejos de administración, por ejemplo, de la Banda de Desarrollo, pasando por muchas otras iniciativas.

Creo que sabemos, las mujeres que estamos acá, por la lucha de muchas otras que nos han precedido y dispuestas, por supuesto, a seguir haciendo los pactos con nuestros compañeros, para avanzar en los derechos.

Así es que yo decía, y termino, falta mucho por hacer, hay mucha simulación, hay violencia política, son nuevos temas que tenemos que enfrentar.

Pero tenemos que felicitarnos como sociedad mexicana, por esta Reforma Política que construyó la paridad. Y bueno, aquí estamos las senadoras haciendo buenos pactos con nuestros compañeros senadores, para impulsar los derechos que todas ustedes, en la calle, están trabajando, están luchando con gran inteligencia, con grandes capacidades y nosotros aquí ser la voz para hacer las reformas legislativas pertinentes.

Muchísimas gracias.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Gracias, senadora Patricia Mercado.

Le corresponde ahora el uso de la palabra a la senadora Sylvana Beltrones Sánchez, del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional, hasta por cinco minutos.

SENADORA SYLVANA BELTRONES SÁNCHEZ: Con su venia, Presidenta.

Bienvenidas a todas las distinguidas invitadas a este recinto.

El 17 de octubre de 1953, hace 65 años, se publicó en el Diario Oficial de la Federación la reforma constitucional que otorgaba el voto a las mujeres en todo el país.

Así, se cumplía con un pendiente que debió haberse plasmado desde hace muchos años y que significó el esfuerzo de muchas décadas de mujeres y hombres, porque se reconociera el derecho que tienen las mujeres a ser partícipes de la vida pública de nuestro país.

Ese paso permitió otros, como el de las dos primeras mujeres que llegaron al Senado de la República, en 1964. Una, ya la mencionó la senadora Mercado, María Lavalle Urbina. Y otra, sonorense como yo, doña Alicia Arellano Tapia, quien –cabe mencionar– además es madre de la única Gobernadora actualmente en nuestro país, Claudia Pavlovich Arellano.

Conmemorar, significa agradecer a esas mujeres valientes, porque fue tanta su voz que hoy sigue escuchándose en estos Recintos, no sólo para recordar, sino para comprometer, porque las mujeres no pedimos concesiones, sino reconocimiento de nuestros derechos.

Es por ello que la inclusión, la igualdad de oportunidades y el combate a la violencia contra las mujeres en todas sus formas, deben ser prioridades en toda Agenda Legislativa.

Celebro que en este sexenio se hayan dado las acciones de trascendencia, como fue la reforma constitucional de 2014, para garantizar la paridad de candidaturas entre hombres y mujeres.

Esto ha permitido que en la presente Legislatura, hayamos alcanzado, casi de forma completa, la paridad en ambas Cámaras, colocando a México en el cuarto lugar del ranking mundial de mujeres en el Parlamento, según la Unión Interparlamentaria.

No hay duda de que la participación de la mujer ha aumentado exponencialmente, este año casi 3 mil mujeres compitieron por puestos públicos. Sin embargo, es hora de pasar de lo cuantitativo a lo cualitativo. Garantizar el acceso, implica también igualdad de oportunidades.

Tenemos que fortalecer la presencia de las mujeres en la toma de decisiones y para esto, no basta con el discurso, sino con la presencia institucional en posiciones que les permita incidir efectivamente. Porque si bien es cierto que se están dando las oportunidades, no menos cierto es que también necesitamos mejores y dignas condiciones para la mujer en la vida laboral; mayores oportunidades para las madres que somos trabajadoras, darle un cumplimiento efectivo al artículo 4º constitucional, y que por trabajo igual, salario igual.

Debemos acabar con la misoginia, que asfixia cualquier sociedad moderna. Es urgente ponerle un alto a la violencia política de género.

Resulta lamentable que, según datos difundidos por el Observatorio Nacional Ciudadano, en esta elección se perpetraron 774 agresiones contra candidatos a cargos populares; de los cuales 23 se ejerció en contra de mujeres. Es decir, 185 actos violentos como intimidaciones, amenazas, agresiones físicas, secuestros y un saldo mortal de 19 mujeres asesinadas.

Compañeras y compañeros.

Es deber de este Congreso, terminar el proceso legislativo pendiente en la anterior Legislatura, para tipificar el delito de violencia política de género y fortalecer las instituciones encargadas de combatirlo.

Es deber de este Congreso, no permitir situaciones que simulen la participación política de la mujer; especialmente en las regiones más desprotegidas de nuestro país. El silencio nos hace cómplices.

En el Grupo Parlamentario del PRI, tenemos claridad de camino y apoyaremos todas aquellas iniciativas que impulsen una participación segura y equitativa de las mujeres, en la política y la vida pública de nuestro país.

Hoy, celebramos el voto de la mujer como un reconocimiento de justicia elemental en nuestra vida democrática. La democracia es una labor compartida entre los géneros, se enriquece en la diversidad y se fortalece en la pluralidad.

Los invito a que trabajemos en unidad, para que esta conmemoración se traduzca en acciones legislativas efectivas para nuestro país, y que den seguridad y certeza a las mujeres mexicanas.

Muchas gracias.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ BALBOA: Gracias, senadora Beltrones.

Tiene ahora el uso de la Tribuna, la senadora Nadia Navarro Acevedo, del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional, hasta por cinco minutos.

SENADORA NADIA NAVARRO ACEVEDO: Gracias.

Muy buenas tardes, a todas y a todos. Quiero saludar, con mucho cariño, con mucho respeto, a nuestras distinguidas invitadas el día de hoy.

Conmemorar el LXV Aniversario del Derecho del Voto de la Mujer en México, significa reconocer a todas aquellas mujeres que aceptaron el reto de participar en la vida democrática, política de nuestro país.

Recordar y agradecer a todas aquellas mujeres que tuvieron que enfrentar a una sociedad, pero sobre todo que tuvieron que pelear, desde el seno de la Cámara de Diputados y Senadores, para que se nos otorgara el derecho a votar y ser votadas.

Esta generación de la paridad legislativa, les dice gracias. Les dice gracias, a todas las pioneras que lucharon por el voto de la mujer en México.

Gracias, no sólo por alcanzar este derecho que, gradualmente ha incorporado a más mujeres en los cargos de toma de decisión; sino porque nos dejaron el legado y el entender que juntas, sin distinción de ideologías políticas y partidarias, pero juntas en una causa, cada día va a ser posible que la participación y la lucha de ustedes, las feministas, haya valido la pena.

Un aplauso para ustedes. Muchas gracias.

Después de la obtención del derecho al voto y con la llegada de las senadoras, en 1964, y hasta la pasada Legislatura, en el 2018; se contabilizan 190 mujeres que han integrado las Legislaturas en esta soberanía.

Fueron ellas quienes en otra etapa de nuestros derechos, impulsaron las reformas constitucionales y los cambios a las leyes electorales; que hicieron posible que nosotras integremos hoy en paridad, este Senado de la República.

Ellas, iniciaron con las cuotas en 30 por ciento. Luego la incrementaron al 40 por ciento. Continuaron con las reformas para evitar el fraude a la ley de las llamadas “juanitas”. Determinaron un mínimo del 3 por ciento del financiamiento de los partidos políticos, para que se empleara en la capacitación y en la preparación política de las mujeres que querían participar activamente.

Votaron las reformas constitucionales para lograr la anhelada paridad, en un país que está integrado en su mayoría, por mujeres.

Desde aquí, es importante reconocer a quienes han sido nuestros grandes aliados en esta lucha y en esta causa, por eso nuestro agradecimiento y reconocimiento eterno a los organismos internacionales, a los organismos que se han erigido en la defensa de los derechos de las mujeres.

Pero en especial a ustedes, a quienes tienen nombre, rostro, causa; a quienes hemos dejado casa, familia y vida, por impulsarnos a nosotras en sororidad. Y mi reconocimiento a Marcela, por la creación de este término.

Muchas gracias, Marcela.

Resulta indispensable también mencionar en este momento a nuestros aliados incansables que han sido el Poder Judicial, la Suprema Corte y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la sentencia 12 mil 624, transformadora y visionaria de los derechos políticos de las mujeres, los partidos políticos, no hubieran estado obligados a cumplir con la entonces cuota de género ni integrar fórmulas con suplencias del mismo sexo.

Las autoridades del Instituto Nacional Electoral, también han sido pieza fundamental en nuestros avances, porque con los lineamientos para garantizar la paridad en candidaturas a las legislaturas federales y locales, y su trabajo transversal de perspectiva de género son los que han hecho que la paridad vertical y horizontal hoy sean una realidad.

Es momento de hablar del Grupo Parlamentario de Acción Nacional. El Partido Acción Nacional, de manera histórica, ha tenido un compromiso y una vocación de servir y de impulsar la participación política de las mujeres.

Es por ello, y fiel a la causa, que nosotras, y en lo personal su servidora, ha presentado una iniciativa para poder tipificar el delito de violencia en razón de género.

Con esto buscamos garantizar un marco jurídico que dé certeza en este delito, para contribuir a eliminar la impunidad, con lo que se han conducido los lamentables hechos de violencia hacia las mujeres.

Y desde aquí mi reconocimiento a la iniciativa presentada por la senadora Kenia López Rabadán, que ha buscado que la paridad sea en todos los niveles y en todos los organismos que integran el sector público.

Gracias Kenia, por tu participación.

Hoy, en este Senado, como ya lo han mencionado y no quiero dejar de mencionarlo, estamos integrados por mujeres valientes que ya forman parte de la historia política de nuestro país.

Acción Nacional tiene el orgullo de contar con una candidata a la Presidencia de la República. Mi reconocimiento a la senadora Josefina Vázquez Mota.

Por supuesto a nuestra amiga, Margarita Zavala, que el día de hoy nos acompaña.

Nuestro reconocimiento a otra pionera de este movimiento y de esta causa, Pati Mercado. Senadora, muchas gracias por ser ejemplo para las nuevas generaciones.

Y en especial y con mucho cariño, a la exgobernadora de Tlaxcala, la senadora Beatriz Paredes.

Y aquí podemos mencionar un sinnúmero de nombres, pero la mejor manera de honrarlas es adquiriendo el compromiso de seguir caminando juntas, de seguir luchando en la defensa de los derechos de las mujeres, impulsando la participación y caminando de la mano con ustedes, nuestros aliados principales: los hombres, los senadores, los diputados y los que participan en esta nueva etapa de la vida política de nuestro país.

Muchas gracias a todos ustedes.

Que este día sirva para recordar que el voto femenino en México no fue un obsequio, no fue una concesión, sino el resultado de movimientos y luchas a favor de la igualdad de género.

Como mujer, como madre, como senadora, les doy las gracias desde lo profundo de mi corazón.

Muchas gracias a ustedes.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ  BALBOA: Gracias, senadora Navarro.

Se concede ahora el uso de la palabra a la senadora Blanca Estela Piña Gudiño, del Grupo Parlamentario del Partido MORENA, hasta por cinco minutos.

SENADORA BLANCA ESTELA PIÑA GUDIÑO: Buenas tardes a todos los compañeros y compañeras del Senado.

Y, por supuesto un gran abrazo a nuestras compañeras de lucha de muchos años. Las saludo y les doy la más cordial bienvenida.

Gracias por estar aquí.

Con su permiso, señora Presidenta.

Ignoramos nuestra verdadera estatura, hasta que nos ponemos de pie.

Este 17 de octubre, se cumplen 65 años de la conquista del derecho al sufragio y el reconocimiento de la igualdad cívica entre hombres y mujeres.

Después de seis décadas y media, para nadie es un secreto que este logro no fue una concesión bondadosa del Estado; sino el resultado de la resistencia e influencia del Movimiento Sufragista Internacional, así como de medio siglo de lucha de nuestras abuelas, de nuestras madres, por nuestros derechos democráticos.

Hoy, después de 65 años es imposible no recordar el papel heroico que desempeñaron las siguientes mujeres: Consuelo Zavala, Dominga Canto, Adolfina Valencia de Ávila, María Luisa Flota, Beatriz Peniche, Amalia Gómez, Piedad Carrillo Gil, Isolina Pérez Castillo, Elena Osorio, Fidelia González, Candelaria Villanueva, Lucrecia y Adriana Vadillo, Rosina Magaña y Consuelo Andrade.

Todas ellas impulsoras del Primer Congreso Feminista de 1917, en cuyo seno se escuchó al unísono la justa exigencia de igualdad civil, para que la mujer pudiera ser elegible en los cargos administrativos y el decreto de la igualdad política y de la representación parlamentaria.


También tenemos que homenajear el significado histórico del ejemplo de Elvia Carrillo Puerto y Beatriz Peniche de Ponce que, pese al descrédito lacerante del machismo, figuraron como candidatas a diputadas al Congreso del estado de Yucatán, en noviembre de 1923.


La historia de todas ellas es la muestra fehaciente de que para nosotras no hay regalos al nacer, mucho menos si eres mujer trabajadora y esto hay que recordarlo siempre: fue la persistencia y necedad del movimiento feminista en México de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el precursor de nuestro derecho a la ciudadanía en este país.

Hay que recordarlo bien, porque es verdad que en 1953 se conquistó el derecho al voto. Esta épica lucha no se materializó sino hasta décadas después, debido a que en la mayoría de los casos seguían siendo los hombres, los padres y esposos, quienes decidían lo que sus esposas, hijas, hermanas deberían de opinar, decir, creer o hacer, en política.


Más aún, nuestro derecho al sufragio, nuestro derecho a votar no incluyó el derecho efectivo a ser votada.

¿Cuántas décadas pasaron para que en el país existiera la primera candidata a la Presidencia de la República?

¿Cuánto tiempo ha pasado para lograr la paridad en los puestos de representación popular?

¿Cuánto tiempo pasará para que esta paridad tenga efecto?

Las respuestas a estas preguntas no pueden ser formalistas y tampoco podemos engañarnos. Hoy sabemos que, en el estado de Chiapas, 10 diputadas locales, propietarias y suplentes, así como 30 regidoras, renunciaron para dejar su lugar a hombres.

Se estima que en este estado, hasta ahora, 40 mujeres han sido presionadas para que abandonen sus cargos. Para algunas compañeras resultará sorprendente este hecho, para otras –me incluyo– estos penosos actos nos resultan pro-desgracias comunes.

Esto lo decimos y los denunciamos.

En el país de los feminicidios, donde a nuestras hijas, hermanas, madres, sobrinas o amigas, les cuesta la vida el hecho de ser mujeres, no es extraño que esta misma razón se use para justificar la violencia política.

En el país aún nos falta mucho para conquistar la paridad política, porque a las mujeres se nos excluye por el simple hecho de ser mujeres, porque aún hay bárbaros que piensan que el papel de nosotras es ser la señora de la casa, porque aún se piensa que nuestro lugar es en la cocina, que nuestra obligación es únicamente ser madres.


La visión patriarcal motiva que las mujeres sigamos siendo las principales responsables de las actividades de cuidados y labores domésticas.

Según la ONU, las mujeres destinamos 28 horas en promedio a la semana en actividades domésticas y de cuidados; mientras que los hombres destinan sólo 14 horas en promedio, lo que limita de facto nuestra posibilidad de participar políticamente y ocupar cargos de representación popular.

Ante la fuerza retrógrada de estos hechos, debemos reconocer que nuestra democracia es perfectible, que nuestra sociedad aún tiene una deuda en cuanto a los derechos políticos de las mujeres.

Pero también debemos reconocer que hay experiencias, aprendizajes, certezas, resistencia y mucha dignidad, que iluminan el camino.

El nuevo auge y empuje que se vive por la lucha de los derechos de la mujer en todo el mundo, nos motiva a renovar esfuerzos para reconquistar nuestro pleno derecho a votar y ser votadas.

Sesenta y cinco años han pasado y, aunque hay tareas que siguen pendientes, hoy podemos hablar, desde esta Tribuna, reconociendo los aportes del Congreso Feminista de 1917, o de Elvia Carrillo Puerto; y de muchas otras mujeres que trazaron el camino que permite logros históricos como el pasado 1° de julio.

Por primera vez en la historia, tenemos un Congreso de la Unión y un Gabinete paritarios, lo cual muestra una clara transformación del país, el cual exige que las voces que se pronuncien en las tribunas reflejen la realidad en que vivimos.

Esta realidad está marcada por el hecho de que más del 50 por ciento de los mexicanos, somos mujeres.

Ante toda la carga histórica que representa ocupar un espacio en el Senado de la República, refrendamos el compromiso de legislar, siguiendo el ejemplo de quienes nos antecedieron, y hacer avanzar los derechos de las mujeres.

Que quede claro, no puede haber revolución, sin la participación de las mujeres.

Y aquí quiero hacer una mención, de que nuestro Presidente electo, precisamente, habrá paridad en su Gabinete. Ya lo sabíamos todos, y eso, pues nos congratula y nos da mucho gusto.

Muchas gracias.

SENADORA MÓNICA FERNÁNDEZ  BALBOA: Gracias, senadora Piña.

Hoy, debemos celebrar y congratularnos. Debemos de hacerlo con gran orgullo, pues gracias a la lucha que han dado miles de mujeres, acompañadas por hombres que han abrazado nuestra causa, este Senado es una muestra de que hemos logrado la tan anhelada paridad de género.

La participación de las mujeres en la vida política de México, es resultado de una lucha constante para que fueran reconocidos plenamente la igualdad jurídica entre hombres y mujeres en nuestra Constitución, nuestros derechos como ciudadanas mexicanas; así como el acceso a un trabajo digno, la igualdad de salarios y generar condiciones equitativas para que, tanto hombres como mujeres puedan participar de forma activa en el desarrollo de este país.

Este proceso no ha sido sencillo ni está terminado. Más allá de diferencias ideológicas, siempre en la pluralidad, pero con el mismo objetivo de lograr la igualdad entre géneros, las mujeres hemos dado y seguiremos dando la batalla para garantizar que en México se acabe la discriminación por cualquier causa.

México es hoy un país más democrático, más equitativo e incluyente, gracias al impulso, a la determinación y al trabajo de millones de mexicanas.

Estamos en la antesala de profundas transformaciones institucionales.

Nuestro país se está encaminando hacia una democracia más consensual y más participativa, que requiere de la acción decidida de todas las mujeres, desde la trinchera que cada una elija en libertad.

Debemos aprovechar la fuerza de la representación política de las mujeres en este Senado de la República, para imaginar un México nuevo, en el que la igualdad de género sea una realidad.

Vamos pues, juntas, por la vigencia de todos nuestros derechos.

Vamos juntas, por una vida sin violencia.

Vamos juntas, por una República de iguales.

Vamos, por una República justa.

Vamos, por una República feminista.

Se solicita a todos los asistentes y a nuestras invitadas, ponerse de pie para entonar el Himno Nacional.

(Himno Nacional)

Agradecemos la presencia de las invitadas y los invitados que nos distinguieron, acompañándonos en esta Sesión Solemne.

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