Versión Estenográfica del discurso del senador Ernesto Cordero Arroyo, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, en el Día Nacional de la Oratoria, en el Palacio de Bellas Artes.

Muy buenas tardes a todos.

Señor diputado Edgar Romo García, presidente del Honorable Congreso de la Unión;

Señora licenciada María Cristina García Cepeda, secretaria de Cultura del Gobierno Federal;

Licenciado Juan Francisco Ealy Lanz Duret, director general de El Universal;

Licenciada Paulina Aguado Romero, secretaria de cultura del estado de Querétaro;

Maestro Jaime Valls Esponda, secretario general ejecutivo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior.

Doctora Lidia Camacho Camacho, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes;

Licenciado Enrique Bustamante Martínez, director de la Fundación Ealy Ortiz;

Señor senador Enrique Burgos García, presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales;

A la y los premiados con la Medalla Félix F. Palavicini; señoras y señores:

Agradezco por su generosa invitación para participar en este importante evento; a El Universal, a través de su presidente ejecutivo y del Consejo de Administración, señor don Juan Francisco Ealy Ortiz; de su director general Juan Francisco Ealy Lanz Duret, así como del director de la Fundación Ealy Ortiz, Enrique Bustamante.

Hace 102 años, El Universal surgió en un momento fundamental en la historia de nuestro país. Nos encaminábamos a construir instituciones que dieran rumbo al proceso posrevolucionario y estabilizar al país.

Fundábamos un Estado moderno, para lo cual el gran diario de México fue protagonista.

A lo largo de su existencia, pero sobre todo bajo el liderazgo de la familia Ealy, El Universal se ha consolidado como una plataforma para la difusión y diálogo de ideas. Un medio que sabe abrazar proyectos e impulsar agendas, que reconoce la lucha por el bien común y estimula los comportamientos responsables, imprescindibles para la democracia, el Estado de derecho y el ejercicio ordenado de la libertad.

Con esta convicción, hace más de 90 años surgió el Concurso Nacional de Oratoria. Semillero de expertos polemistas, hábiles contendientes y comprometidos con la palabra, pero sobre todo estímulo para las nuevas generaciones en asuntos de índole cívico.

Entre sus participantes más destacados, encontramos a figuras de la talla de Octavio Paz, Adolfo López Mateos, Manuel Gómez Morín, Porfirio Muñoz Ledo, Beatriz Paredes y el maestro Muñoz Cota.

Pero la realidad de nuestro país exige hoy no sólo generar buenos oradores, sino promover una cultura del debate responsable y la exposición articulada de las ideas. Por ello, en 2015, se declaró el primer viernes de marzo como Día Nacional de la Oratoria, motivo que hoy nos reúne.

En el contexto de las campañas electorales, debemos reflexionar sobre el uso que se da a la oratoria y a los efectos que tiene para nuestra vida democrática.

Cuando a través de la palabra se busca el aplauso fácil y se dice lo que la gente quiere escuchar, se promete sin contenido y sin sustento, se actúa de manera irresponsable, complaciente y populista.

Quienes enarbolan estas ideas, buscan dividirnos y polarizarnos; descontextualizan la historia e identifican a sus adversarios como enemigos de la patria. Generan la idea de un pueblo bueno si los apoyan, o malo si no comparte sus ideas. Esto nos condena al fracaso, pues destruye instituciones y legalidad.

Hoy, nuestro país necesita una oratoria que tienda a la moderación, reconozca al otro y acepte que vivimos una realidad compleja. Necesitamos oradores con valores que permitan un debate que forme valores cívicos que refuercen nuestra democracia.

Estamos obligados a promover debates abiertos y plurales que consoliden una sociedad democrática. Los discursos y debates deben equilibrar la complacencia y la sustancia; la palabra debe ser robusta y estar acompañada con los hechos.

Ahora más que nunca, este arte debe estar en contacto con nuestro entorno, reconocer los logros que en estabilidad, desarrollo económico y libertades nos ha costado tanto trabajo y esfuerzo construir y poner el interés nacional por encima de todo interés o ambición personal o de grupo.

Desde este importante foro, exhorto al INE para que permita que la sociedad organice debates entre los candidatos y la candidata presidencial.

Es deber de todos nosotros, políticos, medios de comunicación, sociedad civil, recobrar el buen uso de la palabra, del debate con argumentos, lógica y razón, que no permita la manipulación de las pasiones. El esfuerzo realizado en los últimos años debe ser su contenido y el sustento, que no permita que nos dejemos llevar por las falacias, por más emotivas que éstas sean.

Desde el Senado, estamos comprometidos con este importante valor de la oratoria, con los grandes oradores del país y con nuestra historia.

Por ello, estamos por publicar la segunda edición de la colección “Los discursos que nos dieron patria”, que recopila las grandes piezas de oratoria que han forjado nuestra identidad como nación.

Gracias a El Universal, las y los ganadores del Concurso Nacional de Oratoria y demás personas comprometidas con el buen uso de la palabra, tanto hablada como escrita, por recobrar su valor y fortalecer a la democracia.

Muchas gracias.