Versión Estenográfica de la participación del senador Ernesto Cordero Arroyo, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, en la Ceremonia del CI Aniversario de la Promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, realizada en el Teatro de la República, en Santiago de Querétaro.


Licenciado Enrique Peña Nieto, presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos;

Ministro Luis María Aguilar Morales, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación;

Diputado Edgar Romo García, presidente de la Cámara de Diputados;

Doctor Francisco Domínguez Servién, gobernador Constitucional del estado de Querétaro;

Licenciado Arturo Núñez, presidente de la Confederación Nacional de Gobernadores;

Representantes de las Fuerzas Armadas;

Titulares de órganos constitucionales autónomos;

Integrantes del Gabinete Legal y Ampliado;

Diputadas y diputados federales y locales;

Queridas Senadoras y Senadores, en funciones y con licencia;

Autoridades estatales y municipales del estado de Querétaro;

Señoras y Señores:

Siempre es un honor encontrarnos en este recinto histórico celebrando un aniversario más de nuestra Constitución y, con ello, hacer un homenaje a los constituyentes de 1917.

Todos ellos fueron hombres que, después de participar en una larga lucha, desde las trincheras militares e intelectuales, decidieron sentar las bases para una profunda transformación social, económica y política en nuestro país.

El espíritu de las luchas obreras, agraristas y políticas encontró eco en los constituyentes, quienes decidieron ir más allá del proyecto presentado por don Venustiano Carranza, que tan sólo reformaba la Constitución de 1857, construida con base en las posiciones de los liberales del siglo XIX.

Gracias a hombres como Heriberto Jara, Fernando Lizardi, Luis Monzón y el presidente José Natividad Rojas; así como a la oratoria, liderazgo y tenacidad de Francisco J. Múgica, en la Carta Magna de Querétaro se integraron aspectos históricamente reconocidos como los artículos 3º, en materia de educación y el 27, con un espíritu agrarista; los artículos 5º y 123 con los derechos laborales; así como la libertad de prensa y el derecho de asociación.

Con estas disposiciones, nuestra Carta Magna fue pionera de las constituciones sociales en el mundo. La vida de la gente dejaba de ser sólo materia de la legislación secundaria y pasaba a formar parte de la Constitución, del espíritu jurídico-político del Estado mexicano. Lo anterior fue tomado como base, como ejemplo, años más tarde, para constituciones como la de Weimar, y es incluso considerada símbolo de identidad del constitucionalismo latinoamericano.

El contexto en que por 62 días deliberaron los más de 200 constituyentes, ha cambiado considerablemente al día hoy. En aquellos tiempos, a pesar de la creciente normalización de la situación política, aún se daban estallidos sociales y políticos que atentaban contra la estabilidad de las instituciones. En cuestión económica estábamos en recesión, se vivía una inflación desbocada, el poder de compra se había desplomado y el hambre en la ciudad era cosa común, así como las plagas y epidemias.

Hoy día, en cambio, la población del país reside principalmente en zonas urbanas, existe un importante desarrollo industrial, el rezago educativo se ha reducido, vivimos en una revolución tecnológica profunda, la cobertura de los servicios de salud es casi universal, la inflación se ha mantenido bajo control, hemos vivido un crecimiento económico en los últimos años y, sobre todo, se han logrado establecer instituciones para dar cauce a la vida nacional.

Hoy, México es una democracia moderna y una de las economías emergentes más potente del mundo. El avance de México es notable. No podemos negar que, en buena medida este cambio ha sido gracias a las convicciones e ideales de los constituyentes del 17.

Nuestra Carta Magna encontró su legitimidad en la lucha revolucionaria, reconociendo que las causas en ella enarboladas son el sentimiento mismo de una nación en evolución.

De acuerdo a Jorge Carpizo, la identidad de nuestra Constitución y, por ello del Estado mexicano, se sienta en siete principios que son: el respeto a las garantías individuales, la convicción de que la soberanía nacional reside en el pueblo, la división de poderes, el sistema republicano, el régimen federal, los sistemas de justicia constitucional y la supremacía del Estado sobre la Iglesia. Éstos, a más de un siglo de vigencia, se mantienen vivos, dando consistencia a nuestro orden constitucional, a pesar de las continuas modificaciones que el texto constitucional ha vivido.

Para Carranza, el proyecto de reformas que dieron paso a la Constitución del 17 fueron, lo cito: “indispensables para cimentar, sobre las bases sólidas, las instituciones, al amparo de las que deba y pueda la nación laborar últimamente por su prosperidad, encauzando su marcha hacia el progreso por la senda de la libertad y del derecho” (termino la cita).

De esta manera, nuestra Constitución debe ser una plataforma para realizar las condiciones de posibilidad de la vida en común, en que todas las voces encuentren un espacio y no un proyecto que excluya.

La Carta Magna plantea propuestas de solución y coexistencia posibles, un punto de encuentro para todos. El proceso de reforma ha garantizado a través del diálogo y la construcción de acuerdos amplios, la introducción de cambios significativos como la reforma energética de 2013, la reforma en materia de derechos humanos de 2011, las diversas reformas político-electorales que han fortalecido la pluralidad política o el reconocimiento del derecho al voto de las mujeres en 1953.

Todos los cambios que ha vivido nuestra Constitución han sido acordes a su identidad y han dado las herramientas para adecuarse a los retos que impone el mundo en el que vivimos.

A ciento un años de vida, se ha mantenido intacto su principio más sagrado, que la soberanía nacional reside en el pueblo mexicano y, por lo tanto, es éste, a través de sus instituciones, el único capaz de ajustar el texto a lo que ocurre en la realidad.

Asimismo, es la sociedad mexicana, quien ha decidido construir mecanismos más eficaces para controlar el poder de forma más efectiva, ejemplo de ello son los órganos constitucionales autónomos, que en su mayoría han demostrado un papel fundamental en el desarrollo de nuestra nación.

Señoras y señores:

Existen grandes retos para la vida de nuestra Constitución. Uno de ellos es encontrar la manera en que sea conocida y ejercida por todas y todos, que haga realidad las palabras que la integran y logre vencer las problemáticas que aquejan a nuestra sociedad.

Otro es que nuestro marco constitucional cumpla con los principios de justicia social, respeto a los derechos humanos y democracia con que fue construida, atendiendo a los problemas de desigualdad en nuestro país y nuestro mundo, pero también que sirva para hacer realidad los derechos que en ella están contenidos.

La profunda transformación de nuestro país en los últimos 35 años, se sustentó en los cambios constitucionales correspondientes. Construimos una economía potente que ha sido capaz de mejorar las condiciones de vida las familias mexicanas y al mismo tiempo, dimos paso a un sistema electoral competitivo.

Así como los constituyentes de 1917 cumplieron con su deber y estuvieron a la altura del reto, a nuestra generación le toca actuar con responsabilidad.

No demos por sentado que todo lo que se ha ganado llegó para quedarse. Décadas de avance se pueden perder en tan solo unos meses de irresponsabilidad.

El reto de nuestra generación está en evitar regresos románticos a un pasado, que nunca más volverá. El reto de nuestra generación está en evitar el aplauso fácil y soluciones exóticas a los problemas que exigen solución.

El reto de nuestra generación está en entender que no hay soluciones mágicas, que sólo el trabajo duro, honesto y profesional pueden sacar adelante a México.

Muchas gracias.