Versión Estenográfica de la inauguración del Seminario “Mujeres en el siglo XXI: perspectivas y desafíos”, llevado a cabo en el Senado de la República.

PRESENTADOR: Les damos la más cordial bienvenida al Seminario Mujeres en el Siglo XXI: perspectivas y desafíos.

En el presídium contamos con la presencia del ministro Luis María Aguilar Morales, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El senador Ernesto Cordero Arroyo, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.

El magistrado Carlos Chaurand Arzate, presidente del Tribunal Federal de Justicia Administrativa.

Contamos con la presencia de nuestra anfitriona, la senadora Yolanda de la Torre, vicecoordinadora del Grupo Parlamentario del PRI.

Contamos con la presencia de la senadora María Elena Barrera Tapia, presidenta de la Comisión de Vivienda del Senado de la República.

Agradecemos la presencia de la doctora Leticia Bonifaz Alfonzo, ella es directora general de Estudios, Promoción y Desarrollo de los Derechos Humanos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Contamos con la presencia de la diputada Carolina Monroy del Mazo, ella es secretaria de la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados.

Consejera de la Judicatura Federal, la maestra Rosa Elena González.

Del mismo modo, contamos con la presencia de Alexandra Haas, titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Desde luego, que queremos agradecer la presencia de la diputada federal Sharon Cuenca. Muchísimas gracias por acompañarnos, diputada.

Queremos agradecer la presencia de personalidades del Tribunal Federal de Justicia Administrativa.

Queremos agradecer la presencia de la magistrada María del Carmen Carrión Castro; el magistrado Genaro Antonio Jiménez; el magistrado en retiro Enrique Rábago de la Hoz; la licenciada Alma Peralta Di Gregorio, exmagistrada; y finalmente queremos agradecer a la maestra Guadalupe Ramírez Gaytán.

Del mismo modo, agradecemos la presencia de Durango capital, de la magistrada Susana Pacheco Rodríguez. De la magistrada Teresa de Jesús Herrera. Magistrada María del Refugio Bobadilla. Y de la magistrada Sandra Ramírez Estrada.

Del mismo modo, agradecemos la presencia de Durango, Gómez Palacio, del magistrado Florencio Rubio Díaz, y del magistrado Miguel Ángel Quiñonez Orozco.

Del mismo modo, queremos agradecer por parte de Sonora, de la magistrada Elvia Zatarain Andablo, muchísimas gracias por acompañarnos.

Y del mismo modo queremos agradecer la presencia de la licenciada Sanae Mercedes, ella es encargada de la Unidad de Género del Poder Judicial del estado de Sonora. Muchísimas gracias por acompañarnos.

Señoras y señores, finalmente queremos agradecer la presencia de la maestra Adriana Duarte, defensora de los derechos humanos. Desde luego que es un gusto contar con su presencia.

Señoras y señores:

Sin más preámbulos, para dar la bienvenida a este importante Seminario, escucharemos las palabras a cargo de nuestra anfitriona, la senadora Yolanda de la Torre, vicecoordinadora del Grupo Parlamentario del PRI.

SENADORA YOLANDA DE LA TORRE VALDEZ: Buenos días tengan todas y todos ustedes, que nos hacen el honor de acompañarnos a la inauguración del Seminario Mujeres en el Siglo XXI: perspectivas y desafíos.

Un Seminario organizado en conjunto por la CONAVIM, por el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y por esta, su casa, la casa de todas las mexicanas, de todos los mexicanos: el Senado de la República.

Saludo con afecto al senador Ernesto Cordero Arroyo, nuestro presidente del Senado, presidente de la Mesa Directiva. Presidente, muchas gracias por todo tu apoyo.

Con enorme orgullo, respeto y afecto personal, saludo al ministro Luis María Aguilar Morales, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, bienvenido a su casa, señor Ministro Presidente, es un honor tenerlo aquí.

También saludo al magistrado Carlos Chaurand Arzate, presidente del Tribunal Federal de Justicia Administrativa. De verdad, muchísimas gracias, yo le conozco hace muchos años, tengo un profundo respeto, pero hoy poder coordinarnos en este tema, de verdad es un honor.

Esta es su casa, bienvenido.

También me permito saludar a la magistrada Zulema Mosri Gutiérrez, del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, y reconocer públicamente su dedicación, su perseverancia, su compromiso, su capacidad de articular esfuerzos.

Muchísimas gracias Magistrada, eres un pilar, el pilar fundamental que articuló esto. Mi reconocimiento y respeto.

También quiero saludar a la doctora Leticia Bonifaz Alfonzo, directora general de Estudios de Promoción y Desarrollo de los Derechos Humanos, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

De verdad muchísimas gracias, doctora, por todo su apoyo, por su propuesta, por su articulación para presentar el programa, pero sobre todo por esa capacidad de sumar esfuerzos y compromisos institucionales, su compromiso con las mujeres.

Muchísimas gracias.

A la maestra Alejandra Negrete le enviamos un saludo, ella es titular de la CONAVIM; a la diputada Carolina Monroy, secretaria de la Comisión de Igualdad de Género, pero que además es una gran aliada de las mujeres. Yo he tenido oportunidad de compartir con ella muchas luchas y de verla como ha encauzado, desde todas las posiciones donde ha podido servir a los ciudadanos, pues también las mujeres somos parte importante de sus proyectos.


Muchas gracias, bienvenida.

A la Consejera de la Judicatura, la maestra Rosa Elena González, que además será nuestra ponente magistral. Muchas gracias.

Al licenciado Pablo Navarrete Gutiérrez, representante del INMUJERES, bienvenido.

Bienvenidos todos y todas.

Agradezco profundamente el compromiso, la voluntad y el liderazgo de la magistrada Zulema Mosri, de la doctora Leticia Bonifaz y de la maestra Alejandra Negrete, para organizar este evento, para crear un espacio donde se den cita la reflexión, el debate, el aprendizaje, pero sobre todo el hecho de compartir ideas y experiencias, en torno a los desafíos y los retos que en este siglo enfrentamos las mujeres.

El Siglo XXI representa oportunidades. Somos la generación que tiene a su disposición los mayores recursos tecnológicos de la historia. Esto significa que no podemos mantenernos aisladas las mujeres entre las causas que enarbolan las mujeres de nuestro tiempo, no sólo las de aquellas cuyo adelanto es ejemplo y guía, sino particularmente de los sectores de mujeres que aún mantienen un rezago importante en el acceso a sus derechos humanos.

El siglo pasado fue, sin duda, el despertar de la conciencia feminista en México y en el mundo, Hoy día tenemos avances significativos en materia de derechos políticos.

Las mujeres tienen el derecho a votar y ser electas, a participar en la organización de las elecciones y asociarse entre los partidos políticos. Las conquistas del siglo pasado son visibles, pero los desafíos por venir son la causa de estar hoy aquí reunidos.

La violencia contra las mujeres es el mayor desafío de nuestro tiempo. Hemos logrado con éxito la visibilización de las formas más crueles, aquellas que conducen al feminicidio, pasando por las agresiones sexuales y físicas. Ahora es tiempo de reflexionar sobre la forma en cómo, sociedad y gobierno, debemos juntos prevenir, erradicar esta violencia, que cobra vidas y víctimas, día con día y que lamentablemente se reproducen cotidianamente sim importar el estrato social.

Es por ello fundamental el trabajo que conduzca al empoderamiento económico de las mujeres, para tener una forma de romper estos círculos viciosos de agresión y miseria.

Es importante encontrar los medios para detener el embarazo adolescente y darles a las niñas la oportunidad de asistir a la escuela y tener un mejor futuro.

El camino del Siglo XX fue el inicio del despertar de la conciencia feminista y el reto del Siglo XXI es encontrar las vías para que el reconocimiento de la igualdad ante la ley no quede sólo en tinta, sino en cada historia personal que se escribe día con día.

Hoy celebramos el legado de las feministas del siglo pasado. Su ejemplo nos debe servir como aliciente para construir día a día el legado que les dejaremos a las mujeres de las siguientes generaciones y yo precisaría a las mujeres y a los varones de la siguiente generación.

De nosotras, de nuestro compromiso y trabajo cotidiano depende el legado que heredaremos y por el cual seremos juzgadas por la historia.

Bienvenidas todas, bienvenidos todos, a esta su casa, la casa del Federalismo.

Muchísimas gracias.

PRESENTADOR: Desde luego, que agradecemos todas y cada una de las palabras, a cargo de nuestra anfitriona, la senadora Yolanda de la Torre, respecto a este empoderamiento femenino y todo el cambio, sobre todo de paradigma que estamos viviendo, no solamente en nuestra sociedad, sino a nivel mundial.

Señoras y señores:

Desde luego, como lo mencionó la senadora, yo solicito un fuerte, fuerte aplauso para la magistrada Zulema Mosri Gutiérrez, del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, por todo su apoyo hacia este importante Seminario.

Muchísimas, muchísimas gracias Magistrada. Muchas, muchas gracias.

A continuación, tiene el uso de la palabra el magistrado Carlos Chaurand Arzate, presidente del Tribunal Federal de Justicia Administrativa.

MAGISTRADO CARLOS CHAURAND ARZATE: Muy buenos días.

Con el permiso de la Mesa.

Me da mucho gusto encontrar, en este día, muchas caras conocidas, que hemos visto a través de los diversos eventos que sobre este tema ha venido desarrollando, con éxito, las diversas instituciones del Estado Mexicano, que comparten la preocupación por erradicar, de una buena vez y por siempre, la violencia y la desigualdad de género.

El punto de convergencia para organizar este encuentro, derivó de un planteamiento toral:

Todas las instituciones públicas, privadas, sociales, la ciudadanía y el Estado Mexicano, debemos de trabajar unidos para que el Siglo XXI, sea el Siglo de la igualdad y la justicia de género.

La mujer, tiene que relacionarse con el hombre como persona libre, igual, dueña de su destino.

Esa armonía de género, está decididamente condicionada al respeto irrestricto de sus derechos y capacidades, lo que implica el rechazo y la condena a cualquier forma de violencia o agresión que se ejerza en su contra.

No se puede hablar de la mujer, sin dejar de expresar rechazo y repudio en contra de cualquier tipo de violencia que se ejerza en su persona.

Pienso que éste, es un argumento incontrovertible que hoy se abordará en la perspectiva de la más amplia igualdad, y como una de las máximas responsabilidades que tiene el Estado frente a la mujer.

Empoderarla, en términos de igualdad con el hombre, parte de este supuesto.

Sólo así podemos multiplicar las oportunidades y el respeto a su condición de compañera, valor esencial que, por cierto, hay que arraigar prioritariamente como parte de nuestra idiosincrasia.

Señoras y señores:

El Tribunal Federal de Justicia Administrativa, es un organismo jurisdiccional que funciona con el trabajo y el esfuerzo cotidiano de hombres y mujeres.

Las magistradas y magistrados, los funcionarios públicos, todas y todos los trabajadores, asumen su responsabilidad y se relacionan en condiciones de igualdad.

El Tribunal trabaja conforme a normas, programas y políticas, que favorecen plenamente esta igualdad.

Más del 50 por ciento del personal son mujeres; no aceptamos ni toleramos ninguna forma de agresión, exclusión o discriminación, y mucho menos una categorización social o laboral que las limite.

Les aseguro que este Seminario tendrá un resultado inmediato.

Vamos a confrontar sus conclusiones con los avances que llevamos en este organismo y, de ser necesario, pondremos manos a la obra para revisar las pautas reglamentarias, con el fin de que la igualdad de género prevalezca como sello de identidad en ese Tribunal.

Muchas gracias.

PRESENTADOR: Desde luego, que agradecemos la perspectiva del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, a cargo del magistrado Carlos Chaurand Arzate, presidente de este importante Tribunal.

Señoras y señores, queremos darle la más cordial bienvenida a la magistrada Susana Pacheco Rodríguez. Muchísimas gracias por acompañarnos, Magistrada.

A continuación, escucharemos el importante mensaje a cargo del ministro Luis María Aguilar Morales, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

MINISTRO LUIS MARÍA AGUILAR MORALES: Gracias, muy buenos días.

Señor senador, don Ernesto Cordero Arroyo, presidente de la Cámara de Senadores.

Señor magistrado don Carlos Chaurand Arzate, presidente del Tribunal de Federal de Justicia Administrativa.

Especialmente agradezco la invitación y la presencia de la señora senadora doña Yolanda de la Torre, integrante de la Comisión para la Igualdad de Género del Senado de la República.

A doña Zulema Mosri Gutiérrez, magistrada presidenta de la Segunda Sección del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, y a todos los que nos hacen el favor de acompañarme hoy como invitado.

Me da muchísimo gusto y es para mí un honor estar con ustedes y haber sido convocado a la inauguración de este Seminario “Mujeres en el siglo XXI: perspectivas y desafíos”, que van a desarrollarse en tres sedes: el Senado de la República, el Tribunal Federal de Justicia Administrativa y la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Qué bueno que se dé esta reflexión compartida entre poderes, reflexión que busca ubicar en dónde estamos y qué sigue; diagnóstico y pronóstico, presente y futuro inmediato.

El siglo XX, comenzó con signos promisorios para las mujeres, tanto en el plano teórico intelectual, como en el de conciencia social.

A principios de siglo XX, se celebró el primer congreso feminista en Mérida, Yucatán, en el que participó, y lo digo con todo honor, como prosecretaria y organizadora, mi abuela, doña Amalia Gómez de Aguilar, indígena de origen del pueblo de Ticul en Yucatán.

Estudió como maestra, y junto con Elvia Carrillo Puerto y otras mujeres yucatecas, debatieron ampliamente en el Teatro Peón Contreras de Mérida la situación por la que atravesaba la mujer en ese momento.

El nuevo siglo se recibía con optimismo, con esperanza, con la sensación muy fuerte de que probablemente muy pronto se conseguiría la plena igualdad de derechos para las mujeres. Se propugnaba por cambios en el Sistema Educativo, cambios en los roles laborales, cambios en el ámbito doméstico, cambios en el espacio público, en el voto y en la autonomía de la mujer.

Sin embargo, la espera se alargó, y para que la lucha continuara se tuvo que entregar la estafeta a las generaciones siguientes.

Al constituyente del 17, sólo fueron convocados varones. Y, si bien la Constitución consagró algunos derechos laborales y agrarios diferenciados para las mujeres, sin embargo, las puertas de la participación política se cerraron.

Aunque en el artículo 34 se consagraba el derecho de los ciudadanos a votar y ser votados, el término ciudadano se interpretó administrativamente por hombres, como referido sólo a varones.

No fue sino hasta tres décadas después, 30 años después, que se logró el voto, aunque en ese momento sólo a nivel municipal, como para ir ensayando, para sopesar la capacidad de la mujer de decidir primero en un ámbito más restringido.

Y no sólo lo digo yo, así lo consignan las crónicas de la época. Incluso en presidente de aquella época hizo un llamado en donde les recordó a las mujeres que la participación política que se les abre no debe implicar descuido en sus tareas domésticas.

Qué triste concepto del valor de las mujeres.

En 1953, al fin, es el año emblemático de los derechos políticos a nivel federal.

De entonces para acá, sin embargo, ha sido todavía lento el proceso de integración a espacios de decisión y a cargos públicos. Por ello, se han tenido que tomar medidas que aceleren el progreso.

De derechos sexuales y reproductivos se habló hasta 1974, con la reforma al artículo 4º constitucional, como preámbulo a la celebración del Año Internacional de la Mujer. Los derechos que fueron enunciados desde 1916, fueron apenas reconocidos 60 años después.

Tres cuartos de siglo pasaron para que se dieran las reformas a los códigos civiles y penales, en los que se reflejara la igualdad formal recién reconocida, y aunque fue mucho el avance, los cambios legislativos no necesariamente en automático transformaron la realidad social y económica, ni mucho menos la mentalidad de muchos hombres e incluso de algunas mujeres, y la lucha tuvo que continuar en varios frentes para hacer de la igualdad formal igualdad sustantiva, igualdad real, vivencia efectiva.

Nuestro país se fue insertando, como el resto de los países del mundo, a los estándares internacionales de protección de derechos y suscribió importantes convenciones para garantizar los derechos de las mujeres, particularmente a la no discriminación y a eliminar toda forma de violencia.

El siglo XX se cerró con cierta desesperanza, porque nuevas formas de violencia se fueron haciendo visibles.

Mientras esquemas sistemáticos de discriminación seguían presentes, a pesar de avances de las mujeres en diversos ámbitos, como la inclusión laboral en los espacios antes reservados para los hombres.

Paradójicamente, y lo pongo de ejemplo, e injustificadamente desde luego, en el Poder Judicial de la Federación, hasta bien entrado el siglo XX, a penas a principios de los años 80’s, las mujeres por ejemplo no eran designadas como juezas, con la bárbara opinión de que no tendrían la serenidad emocional para desempeñarse y descuidarían sus tareas en casa. Se les nombraba, en todo caso, como magistradas para integrar un órgano colegiado y estar acompañadas por hombres.

Desde luego eso no existe ya, ni por asomo en la actualidad. Cualquier persona, hombre o mujer, puede aspirar a ocupar el cargo de juez de distrito o magistrado de circuito, y basta con que participe en los concursos de oposición que se convocan y que se miden por la preparación, la capacidad jurídica y la experiencia que requiere la ley para ser designados.

Si para 1979 no había más que tres juezas, ya ahora contamos con 132; mientras que son ya 160 magistradas de circuito, o sea, 292 juzgadoras federales que son adscritas sin restricción ni discriminación a cualquiera de las materias del conocimiento de los juzgadores federales, y afortunadamente estamos viendo un creciente interés de las propias mujeres por participar y alcanzar el cargo de juzgadoras.

Hoy es necesario, y creo que inaplazable, que definamos con toda claridad los retos que aún tenemos en el siglo XXI, cuando ya transcurre buena parte de la segunda década.

Una de las lecciones aprendidas, es que la plena igualdad no va a conseguirse esperando la evolución natural de los sucesos, a ver si pasan las cosas solitas, sino que hacen falta acciones concretas y efectivas para acelerarla, y mucho más trabajo interdisciplinario.

Si las mujeres han sufrido discriminación histórica, esta se agrava si pensamos en la mujer indígena, la mujer migrante, la mujer pobre, la adulta mayor o aquella con alguna discapacidad.

Por ello, me alegra y me inspira que el primer panel que habrá de comenzar en un rato más sea sobre el trabajo doméstico, ese trabajo que ha estado invisibilidad, minusvalorado, menospreciado, y que quienes lo realizan, por ser también mujeres pobres, a veces indígenas y a veces migrantes, son objeto de infinidad de abusos por quienes lo contratan.

Las trabajadoras del hogar, preponderantemente mujeres, son un grupo que no ha logrado alcanzar, pese al activismo creciente y el eco de las diversas instancias, el pleno reconocimiento y respeto de sus derechos.

Nuestro país, por ejemplo, no ha firmado ni ratificado todavía el convenio 189 de la OIT del 16 de junio del 2011, en vigor desde septiembre del 2013, sobre el trabajo doméstico; que ya ha sido suscrito por 24 países, entre ellos 13 latinoamericanos.

En tanto se ratifica, será tarea del Poder Judicial interpretar, de conformidad con los principios en materia de derechos humanos que consagra la Constitución, las leyes existentes en favor y proposición siempre hacia futuro de los derechos de todas las personas.

El segundo tema que se eligió para un panel, fue el de la violencia y el acoso callejero contra las mujeres. Rubro por demás relevante, y sobre todo en estos momentos en los que muchas mujeres han alzado la voz para que cese la violencia creciente.

Y me atrevo a pensar que esa criminal actitud masculina, quizá constituya una machista revancha en contra del crecimiento y el éxito de las mujeres.

Es mucho lo que falta por avanzar en esta materia, pero más que intentar repartir culpas, hay que fijar responsabilidades claras y actuar con estrategias eficientes y disuasivas.

Es indispensable determinar qué le toca a cada quién y desde dónde.

Esta violencia que se ha calificado de estructural, tiene que ser eliminada con la acción conjunta de todos y todas; todas las instituciones y todas las personas.

Quién iba a pensar que en 1916 las mujeres lucharan por su derecho a la educación y al voto, y en 2017, 101 años después, por su seguridad, su integridad corporal, su dignidad personal y su vida.

El panorama no es halagüeño, pero en nuestras manos está transformarlo.

Las instituciones nacionales e internacionales se han fijado metas en este rubro. La responsabilidad corresponde también al Poder Judicial Federal y la asumimos con total responsabilidad y conciencia de la gravedad del tema.

Nuestro trabajo debe ser diario, sistemático y comprometido.

Tenemos claro, a diferencia de otro tipo de violencia, la que sufran las mujeres se da por el simple hecho de ser mujeres.

Si se comparan los homicidios con los feminicidios, los primeros se dan con más frecuencia en espacios públicos; los segundos, tanto en espacios públicos como en el hogar.

Atendiendo a los porcentajes más altos, los hombres pierden la vida por arma de fuego; las mujeres, son estranguladas después de ser abusadas sexualmente. Hay un tema de fuerza física y un sentido de apropiación que marca la diferencia.

Y no hay que menospreciar el acoso como forma de violencia, porque desde ahí se puede percibir que alguien se siente con el derecho de rebasar límites, de no ver a la mujer como sujeto con dignidad, como ser humano, sino como objeto susceptible de agredir.

En el Poder Judicial de la Federación, hemos combatido frontalmente y sin condescendencias este tipo de violencia, sancionando conforme a la ley a quienes lo realizan, y he propiciado una reforma legal que estará ya en sus manos, tengo entendido que hace unos días se entregó a la Comisión de Justicia del Senado, para precisar la forma de luchar contra este flagelo en las actividades de los juzgadores.

Me congratula ver que habrá también un panel dedicado, exprofeso a marcar la responsabilidad de los estados en la atención de la violencia contra la mujer. Panel en el que se escucharán diversas voces.

No es conveniente únicamente el monólogo en estos temas. Urge el diálogo y la pluralidad.

Combatamos juntos, hombres y mujeres, y construyamos juntos.

No podía faltar, para cerrar, el tema que ocupó ya las feministas del siglo XX, la participación política de las mujeres. Se ha avanzado mucho, pero no ha sido suficiente.

En 1979, había sólo una gobernadora; hoy, también.

Todavía queda el resabio de marcar el ámbito público para los hombres y el privado para las mujeres.

Todo parecía apuntar que de manera paulatina se iba a ir incrementando el número de mujeres en puestos públicos y de elección popular, pero no se ha dado tanto así.

Ha habido una subrepresentación histórica que es necesario modificar. Hubo que recurrir primero a las cuotas y luego fijar la paridad.

Veremos qué avances se dan en el proceso electoral que viene a continuación.

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha tenido conocimiento de casos de violencia política que es necesario atender. Muchas candidatas son objeto de denostación y lo hemos visto en los noticieros, por razones que jamás se tendrían en cuenta tratándose de un hombre.

El tema es de hoy, no sólo es necesario reforzar el derecho a ser votadas, sino evitar estereotipos de género que llevan a una competencia desleal.

Ustedes, las senadoras, las legisladoras han roto el techo de cristal y con ello indudablemente ustedes han abierto caminos; ustedes son, sin duda, referente para muchas otras mujeres, han trabajado sus dobles jornadas y se han mantenido firmes en el objetivo a alcanza.

En mí han tenido, tienen y tendrán siempre un aliado, no sólo porque de esa manera honro la memoria de mi abuela, sino por en mi desempeño diario me ha tocado conocer y resolver muchos asuntos en los que, a través del trabajo jurisdiccional de ya casi 50 años que llevo realizado, podremos marcar la diferencia y fijar rutas de interpretación que abran nuevos derroteros y seguro estarán orgullosas también mi esposa, mis hermanas, mis tres hijas y mis dos nietas, ya adultas, por cierto.

Debimos llegar al Siglo XXI con mejores cuentas para las mujeres, con mejores garantías para el ejercicio de sus derechos. Eso nos impulsa para seguir trabajando en puntos muy claros y definidos, en especial para nosotros los jueces, protectores de derechos, como es el acceso a la justicia, mecanismo de garantía para los demás derechos.

Qué bueno y claro que me alegro por ello, que en este seminario se van a plantear los desafíos, estaré personalmente muy atento de las condiciones, para conocer el ejercicio crítico y las nuevas acciones a seguir, para instrumentarlas cuanto antes en el Poder Judicial de la Federación.


Les deseo y les auguro el mejor y mayor de los éxitos.

Muchas gracias.

PRESENTADOR: Desde luego, que agradecemos este importante y emotivo mensaje y sobre todo esta contextualización sobre la igualdad de género a cargo del ministro Luis María Aguilar Morales, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Señoras y señores quereos agradecer la presencia de la senadora Diva Hadamira Gastélum Bajo, presidenta de la Comisión de Igualdad de Género del Senado de la República. Muchas gracias por acompañarnos, senadora.

Señoras y señores, para finalizar nuestra ceremonia inaugural, solicitamos a continuación al presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, el senador Ernesto Javier Cordero Arroyo, sea tan amable de dirigir su mensaje y realizar la declaratoria inaugural de este importante seminario.

SENADOR ERNESTO CORDERO ARROYO: Muy buenos días a todos.

Saludo con mucho gusto al presidente ministro Luis María Aguilar Morales, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sea usted bienvenido, señor Ministro.

Saludo también al magistrado Carlos Chaurand Arzate, presidente del Tribunal Federal de Justicia Administrativa y quien fuera por muchos años vicepresidente del Senado; sea usted bienvenido a su casa, señor senador.

Saludo a la conejera Rosa Elena González Tirado, consejera de la Judicatura Federal.

Saludo a las organizadoras de este evento, a mi compañera, la senadora Yolanda de la Torre y a la magistrada Magda Zulema Mosri Gutiérrez, muchas gracias.

Saludo a la doctora Leticia Bonifaz Alonzo, directora general de Estudios, Promoción y Desarrollo de los Derechos Humanos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y también organizadora de este importante foro.

Saludo a mis queridas compañeras legisladoras, la diputada Carolina Monroy, la senadora Diva Hadamira Gastélum, la senadora maría Elena Barrera, la diputada Sharon Cuenca, sean ustedes bienvenidas al senado.

Y saludo también a la maestra Alexandra Haas Paciuc, presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Señoras magistradas, magistrados, señoras y señores:

Bienvenidos todos al Senado de la República.

Me siento muy honrado de participar en la inauguración de este Seminario Mujeres en el Siglo XXI: Perspectivas y Desafíos, el cual llega en un momento crucial sobre la situación de la mujer en el país, lo cual demuestra la visión de las organizadoras.

Es fundamental para hablar de este tema, partir del diagnóstico de la situación que afrontan las mujeres en México, para vislumbrar los retos y desafíos que ellas tienen, pero en general, toda la sociedad para abatir la brecha de desigualdad, que todavía vivimos.

Hace tan sólo unos días, el Foro Económico Mundial presentó el Informe Global de la Brecha de Desigualdad de Género 2017, en la que se evalúa la situación que viven las mujeres, en 144 países, en aspectos como la participación y oportunidades económicas, logros educativos, salud y empoderamiento político.

Este año, nuestro país se ubicó en el lugar 81 de la evaluación global:

Ciento veinticuatro; de 144, 124, en lo relativo a la participación y oportunidades económicas.

Cincuenta y tres, en el rubro de logros educativos.

Cincuenta y ocho, en materia de salud.

Y, 34, en empoderamiento político.

Lo anterior es preocupante, al colocarnos por debajo del promedio de la evaluación global.

El Informe advierte que, desde 2013, ha visto abrirse la brecha sobre todo en salud, y se redujo la igualdad de sueldos por el mismo trabajo. Es decir, hemos retrocedido.

Aunque los números son positivos en la integración de mujeres en el nivel superior de educación, en donde hay prácticamente el mismo número de hombres y mujeres, vemos resultados preocupantes en materia de igualdad de salarios, ingresos y participación de mujeres en gabinetes de gobierno en los tres niveles de Gobierno.

Lo anterior, muestra dos retos que enfrentan las mujeres en este Siglo en México.

El primero, garantizar un trato igualitario para contar con independencia económica y el reconocimiento real a su trabajo.

De acuerdo con el Sistema de Indicadores de Género de INMUJERES, las mujeres se insertan en el mercado laboral en desventaja, en empleos precarios y son en los peores remunerados.

Resulta lamentable que, a 17 años de este tercer milenio, las mujeres sigan siendo relegadas a un plano secundario en el mundo laboral, y sufran discriminación tan sólo por ser mujeres.

Quisiera hacer un apunte más en este tema, pues las consideraciones de INMUJERES, advierten también el riesgo en que se encuentran las mujeres mayores, pues además del riesgo por su género, el mismo se agrava por su edad, al tener más dificultades para acceder a fuentes de empleo digno y no contar con pensiones ni familiares que los apoyan, lo cual margina y las destina a la pobreza.

Esto es inaceptable y debemos trabajar arduamente para evitar que esto siga pasando en un país como queremos que sea México.

El segundo reto que veo a partir del Informe del Foro, es que se necesita facilitar aún más el acceso de las mujeres, espacio de toma de decisión en la administración pública y los órganos autónomos.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, han reconocido su derecho a participar en la dirección de los asuntos públicos, así como de tener acceso a condiciones de igualdad a la función pública.

En el Senado, se han hecho importantes esfuerzos con miras a la igualdad de hombres y mujeres.

Se aprobó la integración paritaria de las candidaturas al Congreso de la Unión, con lo que seguiremos avanzando hacia una integración 50-50 en el Congreso.

Hace 25 años, había menos de nueve por ciento de mujeres en el Congreso.

Hoy, son 42.4 por ciento en la Cámara de Diputados, y 37.7 en el Senado, lo que nos coloca como uno de los congresos con mayor representación de mujeres en el mundo.

Por otra parte, se ha buscado que órganos de gobierno, como la Mesa Directiva, que tengo el honor de presidir, se componga por el mismo número de hombres y de mujeres.

Hace tan sólo unas semanas, gracias al trabajo de todo el Estado Mexicano, en su conjunto, de la Cancillería, y del Senado, se logró la elección de la senadora Gabriela Cuevas Barron, como la segunda mujer que preside la Unión Interparlamentaria; la reunión de parlamentarios más importante del mundo.

Pero hace falta un mayor esfuerzo. Tan sólo resalto el pendiente que se tiene en el Congreso, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, para aprobar la reforma en materia de violencia política de género.

Asimismo, debemos de ser conscientes de que en el Senado estamos en proceso de designar a 18 magistrados del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, para seguir armando el Sistema Nacional Anticorrupción; en donde no encontramos composición paritaria. Nuestras instituciones requieren un rostro más diverso, que integre a las mujeres para garantizar una justicia integral.

Quisiera detenerme ahora en los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las relaciones en los Hogares 2016, del INEGI. En 2016, 66 por ciento de las mujeres mayores de 15 años habían sufrido al menos un incidente de violencia emocional, económica, física, sexual o discriminación; esto es, 2 de cada 3 mujeres en México han sido violentadas.

Esto es alarmante, y más aún que en 84 por ciento de los casos no pidieron apoyo o presentaron quejas, por considerar que se trataba de algo sin importancia o por tener miedo a las consecuencias.

Cada vez más, zonas del país han sido reconocidas como espacios de riesgo para las mujeres. Se han declarado 12 alertas de violencia de género hasta septiembre de 2017, y 10 más se encuentran en proceso.

La violencia es provocada por la discriminación que viven las mujeres, unas normas sociales arcaicas y estereotipos que han permanecido desde hace muchos años.

Amigas y amigos:

Para el Senado de la República los retos de las mujeres, son los retos de toda la sociedad y del Estado Mexicano en su conjunto. Se han dado pasos muy importantes para asegurar la igualdad, se han fortalecido las instituciones para ello y hemos buscado que más recursos se dirijan a garantizarla.

Debemos ser capaces de atender los desafíos pendientes e involucrarnos, hombres y mujeres como pares. Pongamos todo nuestro esfuerzo para seguir reduciendo la brecha de desigualdad y eliminar cualquier tipo de violencia hacia las mujeres.

Finalmente, agradezco a la senadora Yolanda de la Torre; y a la magistrada Zulema Mosri; y a la doctora Bonifaz por este evento, en el que veo que se abordarán los retos que hemos planteado.

Estaremos atentos a lo que ocurra durante estos tres días, para hacer lo que nos toca a favor de la igualdad sustantiva.

Les pediría, nos pusiéramos de pie para hacer la declaratoria formal de inauguración de este evento:

Siendo martes 7 de noviembre, a las 10:57 horas en el Senado de la República, se declara formalmente inaugurado este Foro tan importante acerca de la igualdad en México.

Enhorabuena. Felicidades.