Versión Estenográfica del discurso del Presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, senador Ernesto Cordero Arroyo, durante el acto conmemorativo del 72 aniversario de la ONU y de la presencia en México de diferentes agencias del Sistema de las Naciones Unidas.

Doctor Luis Videgaray Caso, secretario de Relaciones Exteriores.

Diputado Jorge Carlos Ramírez Marín, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.

Señor Antonio Molpeceres, coordinador residente del Sistema de las Naciones Unidas.

Querida embajadora Olga Pellicer.

Querido embajador Miguel Ruiz Cabañas.

Senadora Laura Rojas, Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores y Organismos Internacionales, del Senado de la República.

Diputado Víctor Giorgana, Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados.

Distinguidos embajadores y miembros del Servicio Exterior Mexicano.

Distinguidos embajadores acreditados en el Cuerpo Diplomático en México.

Quiero empezar esta intervención con tres agradecimientos:

En primer lugar, a la Organización de las Naciones Unidas por la ayuda brindada ante los sismos que el mes pasado azotaron a nuestro país. A nombre de las y los mexicanos le solicito respetuosamente, señor Antonio Molpeceres, haga llegar nuestra gratitud al secretario General Antonio Guterres.

Asimismo, agradezco al secretario Videgaray el apoyo y acompañamiento del Servicio Exterior Mexicano a la candidatura de México en el reciente proceso de elección del Presidente de la Unión Interparlamentaria.

La senadora Gabriela Cuevas Barron es la primera mexicana, la segunda mujer y la más joven Presidenta de la Organización Parlamentaria más importante del mundo. Este logro de México y las mujeres, se hizo posible con el profesionalismo, trabajo y prestigio de la diplomacia mexicana.

Finalmente, agradezco la invitación para participar en este diálogo, que se enmarca en la celebración por los 72 años de las Naciones Unidas, que celebramos el martes pasado.

Durante este tiempo, la ONU ha otorgado voz a personas que por años fueron silenciadas. Ha empoderado a quienes han sido relegados de la toma de decisiones y principalmente, ha sido un espacio donde todos sus miembros se miran como iguales.

Sin embargo, el multilateralismo y todo el andamiaje institucional internacional de la postguerra no sólo ha sido cuestionado, sino se ha vulnerado. Por esto, se requiere la defensa de todos quienes creemos que los retos que hoy enfrenta la humanidad sólo pueden ser afrontados por la comunidad internacional en su conjunto, poniendo por delante el interés común de manera responsable y comprometida.

Es por ello que el Senado de la República, responsable del análisis de la política exterior de México, no ha sido un simple espectador. A través de la diplomacia parlamentaria hemos respaldado y acompañado al Ejecutivo Federal para promover en los foros internacionales, las posiciones del Estado Mexicano.

Así fuimos activistas a favor del Tratado de Comercio de Armas y del recién adoptado Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares, que en breve ratificaremos.

También, promovimos la visión e intereses de México alrededor de la adopción de diversos acuerdos, como el de París, sobre el cambio climático; el de la nueva aproximación al problema mundial de las drogas; así como el proceso en curso del Pacto Global para una migración segura, ordenada y regular; y por supuesto, de la Agenda 20-30, que nos ocupa el día de hoy.

En palabras del señor Ban Ki-moon, en el corazón del trabajo de las Naciones Unidas, se encuentra el deseo de proteger los derechos humanos. Sin libertad frente al miedo y la miseria, no podremos defender la dignidad humana ni cumplir nuestra promesa de no dejar a nadie atrás.

Precisamente no dejar a nadie atrás, es la promesa fundamental de la Agenda 20-30. Los objetivos que la integran son herederos de los asumidos en la Cumbre del Milenio, celebrada en el año 2000.

Cuando México asumió estos últimos, tuvimos claro que el trabajo a realizar demandaría la participación y colaboración de todos los niveles de Gobierno y muchos actores de la vida nacional. Esto nos llevó a cumplirlos en un casi 75 por ciento; entre ellos, la cobertura universal de Educación Primaria, la reducción de la pobreza extrema a menos de la mitad de su nivel en 1990 y el aumento en la cobertura de servicios de salud materna y reproductiva.

A pesar de estos aciertos, debemos trabajar arduamente para mejorar la calidad de vida de las y los mexicanos, reducir las desigualdades que lamentablemente persisten en el país. Por ello, asumimos con mucha responsabilidad los objetivos del desarrollo sostenible, con el ánimo de afrontar estos problemas y contribuir con las naciones unidas a mejorar las condiciones de vida de las personas.

En el caso particular de la Agenda 2030, reconozco el trabajo de las y los diplomáticos y servidores públicos mexicanos, quienes participaron activamente para fijar los objetivos de México y lograr el acuerdo.

El cumplimiento de esta agenda, representa el mayor reto a nivel internacional hasta el momento. Los países tenemos la obligación moral de generar mecanismos eficaces para atender los retos que enfrentamos y trabajar de la mano con sociedad civil, empresas y, por supuesto, el Sistema de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Como se desprende del Informe del Secretario General sobre la Agenda 2030, el sistema debe homologar criterios y procesos, mejorar la coordinación interna y la colaboración con actores no estatales, establecer criterios específicos de rendición de cuentas y mejorar un mejor esquema para la asignación de recursos financieros y humanos, evitando la duplicidad de funciones.

Reconocemos el trabajo de análisis realizado sobre el estado en el que se encuentra la organización, y coincidimos en las propuestas de mejora, pero no podemos soslayar que la reforma a la ONU no puede darse solamente en el plan organizacional administrativo.

México ha impulsado una reforma integral, principalmente el consejo de seguridad para ampliar el número de integrantes y limitar el uso del veto de los miembros permanentes, sobre todo en caso de violaciones graves al derecho internacional y a los derechos humanos.

En un mundo multipolar, globalizado y que enfrenta retos comunes, nuestra generación está llamada a construir el nuevo orden internacional del siglo XXI y a transformar a las Naciones Unidas, con el fin de que la organización permanezca como el principal foro multilateral para enfrentar con eficacia los retos y desafíos de nuestro tiempo.

Hoy, México es un actor con responsabilidad global y, es por ello, desde septiembre del 2014, México participa en las misiones del mantenimiento de la paz.

Este cambio reposicionó a nuestro país en el escenario internacional y demuestra nuestro compromiso con la Agenda 2030. También confirma nuestra vocación multilateralista y diplomática y refrenda nuestra disposición de trabajar con las Naciones Unidas, como lo hemos hecho desde su fundación, y ser protagonistas de cada una de sus etapas.

Por cierto, este año celebramos 70 años de la ONU en México.

En palabras del Secretario General Antonio Gutiérrez, la Agenda 2030 define nuestro tiempo. El logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible mejorará la vida de todos, prevendrá crisis y sentará bases sólidas para los derechos humanos, la estabilidad, la prosperidad y la paz en todas las sociedades.

Sin embargo, queda un muy largo camino para erradicar la pobreza extrema, la desnutrición y todo tipo de violencia hacia mujeres y niñas, y principalmente para consolidar la igualdad de género.

Por esta razón, en el Senado establecimos un grupo de trabajo para el seguimiento legislativo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, coordinado por mi compañera, la senadora Laura Rojas, e integrado por 33 comisiones, cuyo mandato está relacionado con los objetivos de la Agenda 2030.

El grupo ha recibido el apoyo del PNUD para desarrollar la metodología para elaborar un diagnóstico sobre la necesidad de reformas legislativas para cumplir los objetivos.

Esperamos contar con el mismo a finales del año. Su siguiente meta es capacitar e involucrar a los congresos locales en el cumplimiento de la agenda.

Coincidimos en que el cumplimiento de los objetivos sea uno de los pilares del gasto público, como lo propuso el Ejecutivo Federal en los criterios generales de política económica.

Es importante también agradecer a la Organización de las Naciones Unidas el apoyo técnico otorgado al Senado para la elaboración y la discusión de la Ley de Niñas, Niños y Adolescentes, la Ley de Desaparición Forzada, la Ley contra la Tortura, la Ley de la Violencia Política contra las Mujeres y el ya mencionado Grupo de Trabajo Legislativo para la Agenda 2030.

Celebro encuentros como éste, en los que podemos definir criterios de actuación por parte de los diferentes actores del Estado Mexicano.

Las y los senadores mexicanos, buscaremos que sus conclusiones sean llevadas al trabajo legislativo.

Muchas gracias.