Versión Estenográfica del discurso del senador Pablo Escudero Morales, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, en el marco de la conmemoración del Día de la Bandera, celebrada en el Campo Marte.

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: Muy buenos días tengan todos ustedes.

Señor presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Enrique Peña Nieto.

Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de los Diputados, Edmundo Javier Bolaños.

Y saludo también al representante de la Suprema Corte de Justicia, al consejero Pérez Daza.

Amigos todos:

Hace 196 años, el 24 de febrero de 1821, fue proclamado el Plan de Iguala, que permitió a los mexicanos, bajo el impulso de Guerrero e Iturbide, consumar meses después la independencia nacional.

Bajo ese plan, respaldado por el Ejército Trigarante, confluyeron indígenas americanos y europeos; una sociedad diversa en cultura y fracturada en sus diferencias. Logró asumir lo mejor de todos ellos para alcanzar el propósito superior de forjar una nueva nación.

Bajo el estandarte trigarante, los mexicanos decidieron dotar de significado a los colores blanco, verde y rojo, de la primer Bandera Nacional y con ello, fundar elementos de identidad, de pertenencia común a una tierra con mujeres y hombres herederos del pasado prehispánico y colonial; pero sabedores también de la necesidad de construir un gran futuro.

Nuestra Bandera Nacional acompañó a la República, resistió las invasiones estadounidense y francesa. Bajo su cromática tricolor, se enaltecieron los valores de la joven República: verde esperanza, blanco unidad nacional, rojo sacrificio y sangre de los héroes que nos dieron patria.

“Bajo los pliegues de la Bandera Nacional cabrán todos los hijos de México, sean cuales fueran sus creencias y sus pasados, hierros en política”; decía don Benito Juárez, en el discurso de apertura de sesiones del Congreso, el 16 de septiembre de 1871, tras episodios de convulsión y profundos desacuerdos. Cuánta razón había en el mensaje del presidente Juárez.

Nuestro tributo a la Bandera Nacional debe también traducirse en el reconocimiento al esfuerzo y sacrificio de millones de mexicanas y mexicanos que, con su trabajo y dedicación desde el campo, desde la sociedad civil, desde la iniciativa privada y desde el servicio público, contribuyen diariamente a preservar y acrecentar los valores de nuestro México.

Mención especial merecen hoy nuestras Fuerzas Armadas, en quien se deposita la enorme responsabilidad de defender la integridad, la independencia y la soberanía nacional; garantizando la seguridad nacional en su dimensión interna y la defensa exterior, bajo el mando del Presidente de la República como su Comandante Supremo.

Nuestras Fuerzas Armadas son legatarias de los distintos ejércitos que la Independencia, la reforma, la revolución, siempre enarbolando la Bandera Nacional, acudieron al llamado de enfrentar con lealtad y determinación los riesgos y amenazas a nuestro país.

México enfrenta hoy nuevas adversidades que implican riesgos y amenazas al Estado de derecho, a la gobernabilidad democrática, a adversidades que ponen en peligro las condiciones de desarrollo de nuestra población.

En el orden externo, hay rasgos de regresiones autoritarias que bajo impulsos racistas y proteccionistas llaman a la exclusión y al desencuentro. Niegan los beneficios de la cooperación y del intercambio.

En el orden interno, la delincuencia organizada secuestró nuestra libertad y con ello nuestro futuro como nación soberana. Los poderes federales tienen el deber constitucional bajo el pacto federal de apoyar y proteger a las entidades federativas y a sus municipios en caso de riesgos y amenazas a la seguridad interior.

En ejercicio de sus facultades constitucionales, el Ejecutivo Federal ha dispuesto de recursos, incluido el empleo de las fuerzas federales y de las Fuerzas Armadas para apoyar a las autoridades locales en esta tarea.

Bajo el Sistema Nacional de Seguridad Pública se han emprendido diversos esfuerzos para fortalecer las capacidades institucionales de las autoridades locales, a fin de que el apoyo de la Federación en esta materia disminuya progresivamente.

A pesar de los esfuerzos en esta tarea, la realidad es que se ha fallado en procurar cuerpos policiales confiables eficaces, estatales y municipales en todo el país.

Hay que decirlo, han fallado los gobernadores y los presidentes municipales. El Congreso de la Unión tiene hoy la enorme responsabilidad de proveer a la sociedad mexicana en un marco legal, bajo estándares de certeza, temporalidad, gradualidad, proporcionalidad y respeto a los derechos humanos, que permita a la Federación y a nuestras Fuerzas Armadas contribuir en la tarea de preservar la seguridad interior de las entidades federativas, municipios y regiones del país, donde las instituciones de seguridad pública enfrentan entornos de debilidad institucional.

Que quede claro, no se trata de que las Fuerzas Armadas se hagan cargo de la seguridad pública, que por disposición constitucional se encuentran reservadas a instituciones de carácter civil.

Hoy en día, la Cámara de los Diputados se encuentra en proceso de discusión de iniciativas de ley de seguridad interior. Sabemos que el tema exige profundas reflexiones que requieren del acompañamiento de las propias Fuerzas Armadas, de la academia, de la sociedad civil y de los organismos de protección de los derechos humanos, a fin de lograr un diseño institucional que sea compatible con nuestros valores constitucionales.

Pero entendemos también, que hay una realidad innegable que exige la actuación pronta y expedita del Congreso de la Unión para proveer de las garantías necesarias, a fin de brindar a la sociedad mexicana un marco legal de transición que permita hacer frente a situaciones de afectación a la seguridad interior, bajo estándares de temporalidad, gradualidad, proporcionalidad y respeto a los derechos humanos, a la vez que genere incentivos para que las autoridades locales reasuman a cabalidad sus competencias en la materia.

La discusión, el análisis, no puede ni debe postergarse.

En el Senado de la República existen diversas iniciativas de Ley de Seguridad Interior, pendientes de dictaminación.

Atentos a tan alto compromiso, asumimos que si la colegisladora no continúa con los trabajos, deberá ser el Senado quien inicie el análisis de estas iniciativas.

Confiamos en que en una u otra Cámara, exista voluntad política para resolver un pendiente que lleva más de 10 años, más de 10 años en la sombra de nuestras indefiniciones.

Si esa voluntad hoy tampoco se expresa, entonces los gobernadores y la CONAGO deberán presentar el plan y calendario para la sustitución de las Fuerzas Armadas por sus propias policías.

Aquí no hay medias tintas. O legislamos para regular el auxilio de las Fuerzas Armadas, o que cada uno se haga cargo de sus propias responsabilidades.

Señoras y señores:

Hoy nos reúne una conmemoración que nos enorgullece a todos.

Honramos a nuestra Bandera Nacional como el símbolo bajo el cual emergió un México independiente, un México soberano.

Queremos que las futuras generaciones de mexicanas y mexicanos, gocen de una Patria más incluyente, más igualitaria y más justa.

Muchas gracias.