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PALABRAS DEL PRESIDENTE DEL SENADO, JOSÉ GONZÁLEZ MORFÍN, AL INAUGURAR EL ENCUENTRO IBEROAMERICANO EN CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ.
Muy buenas tardes a todas y a todos. La verdad es que es un honor y un gusto estar en la inauguración de un seminario de reflexión como este.
Saludo con mucho respeto, afecto como siempre, al Rector de nuestra máxima casa de estudios, de la que por cierto el vicepresidente de Estado en Bolivia y presidente del Senado en Bolivia es egresado. Saludo al doctor Narro;
Saludo al senador Juan José Luca, vicepresidente primero del Senado de España;
Saludo también con mucho respeto a mis compañeros senadores, Carlos Navarrete; presidente del Instituto Belisario Domínguez; Melquiades Morales, presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, y Raúl Mejía, presidente de la Comisión del Federalismo.
Con mucho afecto también, bienvenido al Senado, Magistrado Alejandro Luna Ramos, presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación;
Con gusto también recibimos en el Senado al doctor Jorge Carpizo y, como ya lo dije, al senador Álvaro Marcelo García.
Distinguidos académicos de muy diversos países que están aquí con nosotros y que participarán en este seminario;
Compañeras y compañeros senadores;
Distinguidos invitados especiales;
Señoras y señores:
Qué gusto recibir a tantos buenos amigos de México en este recinto parlamentario. Nuestros países están hermanados por la historia, por la lengua, por la cultura, y por las tradiciones, pero también están hermanados por ésta, la Constitución de Cádiz, que marcó sin duda a nuestros países.
Por eso, me da mucho gusto que hoy inauguremos este Encuentro Iberoamericano en Conmemoración del Bicentenario de la Constitución de Cádiz. De verdad sean todos muy bienvenidos a México.
Este encuentro, en el que se dan cita connotados historiadores y expertos constitucionalistas de varias naciones, nos servirá para entender mejor los orígenes y repercusiones de la Constitución de Cádiz, que sin duda fue el primer esfuerzo democrático de la España contemporánea.
La Constitución de Cádiz tuvo un impacto que transcendió a varias constituciones europeas e influyó en los arreglos constitucionales de la mayor parte de los países americanos tras su independencia.
En México como ya se dijo, lo dijo con toda puntualidad el presidente de la Corte, la Constitución de Cádiz estuvo vigente en distintas ocasiones, pero yo creo que siguió siendo referente obligado por muchos años y lo sigue en este momento, un referente obligado en todos nuestros estudios, en todos nuestros textos constitucionales.
El texto gaditano fue la primera experiencia en la que el pueblo español, incluidos los habitantes de los virreinatos, se dotó a sí mismo de un ordenamiento jurídico que limitaba el poder del Rey, reconociendo libertades y derechos fundamentales.
Esa experiencia constituyente tuvo un fuerte impacto en los futuros textos constitucionales mexicanos, pues contó con la participación, como ya se ha dicho, de 21 diputados de la nueva España, más algunos otros que habiendo nacido en México representaron a otros países en el constituyente de Cádiz, destacando entre ellos, por supuesto, Don José Miguel Ramos Arizpe, a quien hoy por cierto rendimos un sincero homenaje con la develación de un busto aquí en esta sede del Senado de la República.
Y me lo acaba de decir el vicepresidente del Senado español y, lo tengo que decir aquí, que el último presidente de las Cortes de Cádiz fue un mexicano, José Miguel Gordoa y Barrios, que luego también tuvo una destacada e importante carrera política en nuestro país.
Muchos historiadores dicen que los primeros documentos constitucionales del México independiente –el Acta Constitutiva y la Constitución del 24- fueron influenciados por la Constitución estadounidense; seguramente así lo fue. Pero también coinciden en que hubo varios elementos que se tomaron del texto de Cádiz y fueron centrales en los nuevos textos constitucionales.
Por eso, a 200 años de su promulgación, es indispensable tomar como punto de partida el texto de Cádiz, para entender el desarrollo de nuestro constitucionalismo.
Hay algunos aspectos que me gustaría comentar. Algunas reflexiones sobre algunos de los puntos más importantes que considero realmente marcaron el texto constitucional gaditano: la división de poderes, el concepto de soberanía y, sobre todo, los derechos individuales.
Fíjense a dos siglos de distancia: parece todavía un anhelo, un sueño en muchos países la libertad de prensa; la libertad de prensa venía consagrada hace 200 años en el texto de Cádiz.
En primer lugar, por lo que toca a la división de poderes, la Constitución de Cádiz diferenció por primera vez a quién hace las leyes, de quién las ejecuta y quién las aplica. Tal como lo dijo Don Agustín de Arguelles, diputado de las Cortes de Cádiz y considerado el “padre de la Constitución del 12”, cito: “la experiencia de todos los siglos ha demostrado que no puede haber libertad ni seguridad […] en un Estado en donde el ejercicio de toda la autoridad esté reunido en una sola mano”. Hasta aquí la cita.
Sin duda, este precepto es uno de los pilares fundamentales del constitucionalismo moderno en México y en toda Iberoamérica.
En segundo lugar, el texto de Cádiz fue pionero al señalar que la soberanía dejaba de residir en el monarca para hacerlo en la Nación Española, entendida como “la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”. Asimismo, como respuesta a los absolutismos de la época, la Constitución estableció que la Nación española era libre e independiente, y no podía ser patrimonio de ninguna familia o persona.
En tercer lugar, es bueno recordar que el principal valor que se reconoció en la Constitución de 1812, es la concepción de la propia carta magna como una ley suprema que contiene una declaración de valores fundamentales. Ese fue el ejemplo que Cádiz ofreció a Europa y América y por eso se le considera como la “antecesora de los derechos sociales”; la primera Constitución fruto de esa nueva cultura liberal que comenzara en la Europa de inicios del siglo XIX y que terminó marcando todo el siglo XIX, no nada más en Europa sino en todo el mundo.
Me gusta la frase que usó el vicepresidente del Senado español: “El hito democrático de Europa en el siglo XIX”; comparto definitivamente esa idea.
En efecto, la constitución gaditana tenía el ambicioso objetivo de abatir la discriminación racial y la estructura estamental, por medio de la educación pública.
En ello, los mexicanos reconocemos una inspiración de justicia social a través de la acción rectora y rectificadora del Estado, que ha estado presente en nuestras constituciones de 1824, de 1857 y, muy especialmente, en nuestra actual Constitución promulgada en 1917.
Amigas y amigos:
No me resta más que reiterarles una vez más mi agradecimiento por participar en este importante Encuentro Iberoamericano. Aplaudo el esfuerzo de la Universidad Nacional Autónoma de México, del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional, quienes junto con el Senado de la República han organizado este espacio de reflexión acerca del texto gaditano.
Agradezco especialmente a mis compañeros senadores, Melquiades Morales y Raúl Mejía, por su empeño y dedicación para que este evento fuera posible.
La Constitución de Cádiz y la Constitución mexicana comparten la esencia de libertad y justicia que debe radicar en los ciudadanos.
Estoy seguro de que las reflexiones que se hagan sobre las fuentes doctrinales y referentes de derecho comparado, las posiciones de los diputados americanos en el proceso constituyente, el contexto histórico en que se redactó y la influencia que tuvo la Constitución de Cádiz en toda Iberoamérica, nos permitirá comprender mejor nuestro presente, para así lograr proyectarnos con mayor conocimiento y mayor confianza hacia el futuro.
Muchas gracias.
Y si me permiten, cuando son las 11 horas con 25 minutos, declaro formalmente inaugurados los trabajos de este Encuentro Iberoamericano en Conmemoración del Bicentenario de la Constitución de Cádiz.
Sean todas y todos bienvenidos; felicidades a todos.
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