Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

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 H0B1907PALABRAS DEL SENADOR JOSÉ GONZÁLEZ MORFÍN, PRESIDENTE DEL SENADO DE LA REPÚBLICA, EN LA CEREMONIA CONMEMORATIVA DEL XCV ANIVERSARIO DE LA PROMULGACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN DE 1917, QUE TUVO LUGAR EN QUERÉTARO.

- Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos;

- Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación;

- Diputado Guadalupe Acosta Naranjo, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados;

- Licenciado José Eduardo Calzada Rovirosa, Gobernador del Estado de Querétaro;

- Señores gobernadores;

- Señoras y señores secretarios de Estado;

- Señoras y señores legisladores y funcionarios que nos acompañan;

- Distinguidos invitados especiales;

- Señoras y señores:
 
Hoy, los mexicanos conmemoramos con profundo respeto el 95 aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917.
 
Acudimos a esta cita solemne en la histórica ciudad de Querétaro, protagonista de episodios clave en la defensa de las instituciones de la República.
 
La Constitución del 17 plasmó en cada una de sus páginas nuestra voluntad de vivir en una nación cuya soberanía reside en el pueblo; plasmó también nuestra voluntad de vivir en un país democrático, donde la libertad es la regla y no la excepción. Fue a partir de 1917 cuando se dio origen al Estado promotor y defensor de los derechos sociales básicos, dejando atrás la pugna por el poder y la lucha armada que marcó el destino de México en los primeros años del siglo XX.
 
Los Constituyentes del 17, reunidos en este Teatro de la República, pusieron en manos de los mexicanos la posibilidad de fundar una patria renovada que pudiera avanzar, basándose en principios universales como la libertad y la justicia, para forjar así un mejor destino para sus hijos.
 
A partir de entonces, se dejó la lucha armada y comenzó la lucha de las ideas. Comenzó la lucha por cumplir y hacer cumplir los principios que dieron origen a nuestra Carta Magna.
 
Costó muchos años de lucha alcanzar la libertad que hoy gozamos. Costó muchos años de enormes sacrificios construir el régimen de libertades ciudadanas que hoy tenemos y el andamiaje institucional que hoy garantiza el pleno ejercicio de la libertad de expresión y de sufragio.
 
El anhelo de libertades de aquellos hombres que lucharon por un país de justicia, comienza a tomar forma en el México de nuestros días.  Hoy podemos hablar de un país de instituciones sólidas.  Hoy, seguimos honrando el espíritu del constituyente de 1917: que sea la constitución un reflejo de las verdaderas aspiraciones ciudadanas y no un reflejo de los intereses políticos.
 
En estos años, el Senado de la República ha trabajado para fortalecer las libertades de los mexicanos.
 
Prueba de ello es que en esta legislatura aprobamos la más importante ampliación de las libertades ciudadanas en muchas décadas: me refiero a la reforma constitucional en materia de derechos humanos, que es tal vez la más relevante que se haya realizado al Capítulo Primero de nuestra Carta Magna.
 
Con ella, se ha dado una verdadera transformación en materia de protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos por parte del Estado.  Honramos así el legado de los Constituyentes del 17.
 
Los mexicanos también hemos tenido que emprender la lucha por la legalidad. Décadas de simulación y negociación de la ley permitieron que la corrupción y la impunidad se enquistaran en nuestra sociedad y en muchas de nuestras instituciones.
 
La transición democrática dio voz y fuerza a la ciudadanía para comenzar a impulsar los cambios que requería nuestro México. Y fue justamente en esta administración, cuando los mexicanos dimos el paso decisivo para sacudirnos inercias y emprender una lucha decidida con el propósito claro e irrenunciable de hacer de México una nación con un verdadero Estado de derecho.

En esta lucha, también el Senado de la República ha sido actor fundamental al aprobar reformas históricas a nuestra Carta Magna. Baste mencionar la reforma integral al sistema de justicia penal, que transforma su carácter inquisitorio en uno de tipo acusatorio, que por supuesto hace más transparente la impartición de justicia al establecer los juicios orales.

Se suma a este cambio constitucional de gran calado la Reforma en Materia de Amparo, que amplía la protección de la justicia a los derechos humanos y pone al día a este instrumento jurídico fundamental de nuestro derecho para que sirva mejor a nuestra gente.

Así, fieles al espíritu de la Constitución del 17, el Senado ha contribuido a seguir fortaleciendo nuestra Carta Magna, en beneficio de México y de todos los mexicanos. Hoy podemos decir con orgullo, que la Constitución está más viva que nunca en sus ideales y en sus principios.

Señoras y señores:

Dijo el Presidente Carranza al jurar cumplir y hacer cumplir la nueva Constitución, aquí en este Teatro de la República. Cito: “ahora sólo nos queda la obligación de ir a la práctica de la Ley Suprema que acabáis de sancionar, llevándola en nuestras manos como la enseña que nos hará grandes, justos y respetados entre los demás pueblos de la tierra”. Hasta aquí la cita.

Creo que hoy más que nunca ese es nuestro mandato y nuestro deber: ir a la práctica de los preceptos que fueron plasmados con altura de miras por el Congreso Constituyente en este recinto.

Más allá de la coyuntura electoral que define la agenda política nacional, en el Senado de la República tenemos muy claro nuestra misión, que nuestra misión es seguir impulsando reformas y perfeccionando nuestras leyes en favor del progreso de nuestra nación.

Quienes servimos a México en el Senado de la República sabemos que los ciudadanos depositaron su confianza en nosotros, sus legisladores, para representarlos con responsabilidad y para atender con eficacia sus necesidades y demandas.

Por eso, habremos de seguir promoviendo, hasta el último día de esta legislatura, las reformas y las leyes que todavía están pendientes y que nos permitan avanzar con paso firme hacia el futuro. Reformas que modernicen nuestra economía y abran las puertas de más oportunidades para nuestra gente, como la reforma laboral. Leyes que fortalecerán las capacidades del Estado para asegurar el imperio de la legalidad en nuestro país, como la Ley de Seguridad Nacional y la de Combate al Lavado de Dinero.  

Y, desde luego, cambios de fondo que amplíen las vías para que los ciudadanos participen en los asuntos que son de todos, como la reforma política.

Quien busca servir a México debe servir cabalmente a la letra y al espíritu de su Constitución. Yo estoy convencido que, desde nuestra alta responsabilidad como legisladores y como gobernantes, los aquí presentes estamos obligados a fortalecer la vida institucional, a cumplir nuestras funciones con patriotismo y altura de miras. Los invito a que, más allá de coyunturas políticas, elevemos la mirada y tomemos, junto a la ciudadanía, las mejores decisiones para el país y para su futuro.

Con ese ánimo constructivo, el mismo que inspiró a los Constituyentes de 1917, quienes hoy tenemos el privilegio de representar a los ciudadanos debemos seguir trabajando arduamente para darle a los mexicanos el país de leyes y de instituciones sólidas que se merecen, el país grande, libre y justo con el que soñaron el presidente Venustiano Carranza y los Constituyentes de Querétaro.

Muchas gracias.

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