IBD_DIS AUDIO Discurso del senador Carlos Navarrete, presidente del Instituto Belisario Domínguez, durante Firma del Convenio de Colaboración con el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública.

Carlos Navarrete Ruiz (CNR). Es un enorme gusto visitar nuevamente el Palacio Legislativo de San Lázaro, saludar a quienes nos acompañan a este evento, y me satisface mucho saludar personalmente al diputado Daniel Gabriel Ávila Ruiz, presidente del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, y saludo con afecto a mis compañeros y compañeras legisladoras, a Uriel López Paredes, vicepresidente de la Cámara de Diputados, a Josefina Cota, secretaria del Instituto Belisario Domínguez, a los diputados federales integrantes de este Centro de Estudios tan importantes.

Comentaba hace unos minutos que para un legislador, como es mi caso, siempre es atractivo y satisfactorio venir a la Cámara de Diputados en donde he estado en dos legislaturas, desde el 88 al 91 en la XIV Legislatura, y del 94 al 97 en la XVI. Y ahora, como presidente del Instituto Belisario Domínguez, me toca firmar un convenio entre el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados y el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República.

Qué bueno, diputado Ávila que podamos, representando a nuestras Cámaras suscribir este convenio de colaboración, una colaboración institucional para la investigación legislativa, un convenio para el intercambio, desarrollo y conjunto de investigaciones, para impartición de cursos, seminarios y talleres para el desarrollo de simposios, de coloquios, de encuentros, de conferencias, de estancias académicas, de personal de las dos Cámaras, y para la realización conjunta de programas y eventos especiales.

Quizá algunos de los que nos ven por el Canal del Congreso se preguntarán: ¿y para qué sirve todo eso?, ¿qué le ayuda al país que los senadores y diputados se pongan de acuerdo?, ¿o qué de raro tiene que los legisladores de ambas Cámaras se pongan a trabajar conjuntamente iniciativas de esta naturaleza?

Y yo quiero subrayar que sí tiene importancia y mucha. Quizá para ejemplificar esto haya que recurrir a la historia del siglo XIX, del siglo XX y lo que va en el siglo XXI.

Muchos mexicanos, sobre todo los más jóvenes, tal vez no recuerden, sino por páginas de la Historia, lo que fue la conformación del Congreso mexicano en el siglo XIX, el tiempo en el que el Senado desapareció y el Congreso fue unicameral, su restauración posterior para convertirse en un Congreso bicameral.

El final del siglo XIX, el turbulento inicio del siglo XX, las cámaras aprobando la Constitución de 1917, y luego un periodo de Congreso bicameral con separación de Poderes, con equilibrio entre ellos, de acuerdo a los preceptos constitucionales; pero hay que recordar la historia. Pese a que estaba así en la Constitución, no siempre hemos tenido ni equilibrio de Poderes ni separación entre ellos, hubo un tiempo y quizá los cronistas de la Cámara de Diputados de más edad lo recuerden, de que en la Cámara de Diputados se recibían dictámenes elaborados, no en sus comisiones legislativas, sino en el departamento jurídico de la Presidencia de la República.

Hubo un tiempo en el que no había debate parlamentario, sólo firma de dictámenes, hubo un tiempo que el Congreso fue monocolor, eran tiempos de una fuerza preponderante, hegemónica; luego se empezó a abrir paso la pluralidad en la Cámara de Diputados. Por cierto, primero llegó aquí y luego al Senado, fue paulatino.

Y hubo tiempos en los que el Senado de la República se decía que se escogía a los candidatos al Senado, localizando a 64 hombres buenos que no le causaran ningún contratiempo al señor Presidente.

Así se escogían los dos senadores por estado. Y cada mes había una sesión del Senado, una vez por mes, en donde los senadores firmaban dictámenes, firmaban pases de asistencia, recibían su dieta, pasaban a Palacio Nacional a saludar al Ejecutivo y luego regresaban a sus estados tranquilamente; hasta el siguiente mes había el regreso.

No había debate, no había confrontación de posiciones, menos votaciones divididas y, por lo tanto, no había necesidad de institutos de investigación, ni de institutos de estudios legislativos; no había necesidad de una vida parlamentaria intensa, no la había.

En la Constitución había tres Poderes, en los hechos había el poder de los Poderes, solamente. Eran tiempos en que el país lo permitía, era el reflejo del país, sin embargo, llegó el 68, y el país se cimbró en Tlatelolco, y luego llegó 88, y el país se cimbró con una contienda electoral, la primera en varias décadas, de disputa real por el poder.

Y luego llegó 97, y empezó a entrar una dinámica de disputa por el voto y hubo reformas, reformas que se gestaron aquí en la Cámara de Diputados, en largas noches de discusiones, consultando con el gobierno en Gobernación, regresando a las comisiones legislativas, buscando los consensos, redactando los párrafos, aprobando reformas que permitieron que el Congreso fuese el reflejo de la sociedad mexicana, no algo separado.

Y entonces, arribó la pluralidad, el reconocimiento de diputados de mayoría y de representación proporcional, bancadas que se acercan al porcentaje de votos que tiene cada partido, y se abrió el Senado; primero en el 88 con los cuatro primeros senadores de oposición, y luego subsecuentemente con el arribo de nuevos senadores de la izquierda, de la derecha, del partido más importante también.

Hoy, en 2011, siglo XXI, ninguna fuerza política tiene mayoría en la Cámara de Diputados y tampoco en el Senado de la República.

En el Senado hay senadores de mayoría, dos por estado; y de primera minoría, uno por estado, y de representación proporcional, de acuerdo el número de votos que cada partido tiene en la elección del Senado. Y hay debate, y hay comisiones y hay sesiones y hay negociación política; hay discusión.

Y hoy, lo que el Ejecutivo propone sólo es eso, una propuesta, porque tiene derecho a iniciar leyes y reformas; pero una cosa es lo que el Ejecutivo propone y otra cosa es lo que el Congreso decide, ejerciendo su soberanía, ejerciendo el peso de las fuerzas políticas que representan a millones de electores.

Hoy, pese al desprestigio de la política y de los políticos, el diputado presidente tiene razón, el Congreso mexicano es un Congreso más intenso, que nunca en su historia. Quizá a lo que más se acerque sea a los tiempos turbulentos de mediados del siglo XIX, cuando en el Congreso había plumas extraordinarias, tribunos encendidos, independencia de criterios respecto al Presidente, libertad de prensa y de crítica, donde cada discurso en el Congreso era una cátedra del ala liberal o del ala conservadora, donde había debate ideológico, donde surgían reformas que le permitían… le permitirían tiempo después a México, ser lo que es hoy.

Por eso, el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados no debe ser considerado un instrumento superficial de la Cámara de Diputados, como tampoco lo es el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República.

Comento a ustedes, al inicio de la Legislatura anterior, en los días turbulentos del 2006 y del 2007, en la Cámara de Diputados arribamos a acuerdos de estabilidad y uno de ellos fue que el Senado no se iba a dirigir ni de manera unipartidista, ni tampoco bipartidista, que en el Senado habría reconocimiento a las fuerzas políticas representadas en él. Y acordamos en la Junta de Coordinación Política que habría un acuerdo integral para que la Presidencia del Senado, la Presidencia de la Junta de Coordinación Política y la Presidencia del Instituto Belisario Domínguez, se convertirían en tres pibotes para el gobierno del Senado. Y el acuerdo ha funcionado. Estas tres instancias son coordinadas, son dirigidas año con año por coordinadores parlamentarios de los principales grupos representados en el Senado y ha funcionado.

Y el Instituto Belisario Domínguez es hoy un instituto indispensable para la conducción senatorial y es muy satisfactorio que hayamos podido firmar este convenio entre el instituto y el centro de estudios de la Cámara de Diputados.

En momentos en que el país asiste al último año de sesiones de esta Legislatura, cuando todas las pasiones se desatan al interior de los partidos, cuando las aspiraciones están claras frente a los ciudadanos, cuando estamos apunto de iniciar el proceso electoral de 2012, cuando está a punto de ponerse a prueba otra vez el sistema democrático mexicano, celebro que las dos cámaras podamos reunir a sus institutos para trabajar conjuntamente.

El sistema democrático y la separación de Poderes no puede llevar a que las dos cámaras del Congreso trabajen ni separadas ni confrontadas, con pleno respeto a sus órganos de gobierno, con reconocimiento a sus grupos parlamentarios, con la libertad que hoy gozan senadores y diputados. Con todo ello, las cámaras no pueden tener desencuentros, porque el proceso legislativo es bicameral, es corresponsable, se inician las reformasen una cámara, se ratifican en la otra y hay funciones específicas de ambas.

Por lo tanto, hago votos y aprovecho mi presencia en la Cámara de Diputados para ratificar una vez más la voluntad del Senado de la República de seguir trabajando con la Cámara de Diputados, grupo a grupo parlamentario, comisión a comisión, órgano de gobierno a órgano de gobierno, dialogando, respetando la representación de cada quien, colaborando en los mejores proyectos de ley y en las mejores reformas; haciendo que el Congreso siga siendo una institución del régimen republicano mexicano.

Y haciendo votos porque nunca más, nunca más regresemos a un esquema en donde la Constitución diga una cosa y la realidad diga otra. Nunca más un poder de los poderes, nunca más un solo poder sobre los otros dos. Que la pluralidad mexicana y su democracia se refleje en la diversidad en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores. Y que el Senado y la Cámara de Diputados sean cámaras socialmente útiles para los mexicanos, socialmente útiles para los ciudadanos que votan por las principales fuerzas políticas.

Y, por lo tanto, aprovecho para enviar un respetuoso saludo a la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, a su Junta de Coordinación Política y, desde luego, saludar con mucho afecto a los integrantes y al presidente del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública.

Muchas gracias.

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