Palabras de Ricardo Monreal Ávila, coordinador de los senadores del PT y autor del libro: El Fuero Constitucional.
Hoy saldré del protocolo para agradecer, en primer término, la presencia de la persona que me ha acompañado 26 años de mi vida: mi esposa. Ella ha sido quien ha padecido mis ausencias, incomprensiones, ingratitudes y el tiempo dedicado a la política.
Quiero agradecer la presencia del Presidente de la Mesa Directiva, el senador José González Morfín, del senador Manlio Fabio Beltrones, de Luis Walton Aburto, de Arturo Escobar, de Melquiades Morales, de la senadora Martha Sosa, de Armando Contreras, del diputado Ibarra; de un entrañable amigo: el Maestro López Betancourt; del maestro Mateo Santillán… De todos los amigos y amigas que me acompañan y de varios Secretarios Técnicos de las Comisiones Legislativas que con su esfuerzo, hacen lucir el trabajo de los senadores y comisiones donde laboran.
También agradezco a los medios de comunicación y al Canal del Congreso con sus transmisiones en vivo. Hoy amanecimos con noticias trágicas como las suscitadas en Veracruz y Michoacán, vemos presente una descomposición del sistema político mexicano en donde la sociedad se encuentra rehén de los intereses mafiosos y criminales que padece el país.
Es muy triste amanecer y leer estas noticias: 35 cadáveres fueron arrojados a las plazas principales. Que aún tratándose de delincuentes y criminales es lamentable… lejos de justificar la muerte y acción de ellos, debiéramos lamentar el estado en que se encuentra el país: un país que se encuentra en un sistema político mexicano en agonía que implica la necesidad de un cambio profundo y verdadero.
La conmemoración de los 200 años de la Independencia de México, así como los cien años de la Revolución, no debe circunscribirse a la realización de actividades festivas o lúdicas. Una genuina conmemoración debe girar en torno a una reflexión de lo que significaron estas gestas: las causas que lo produjeron, los deseos, las aspiraciones y sueños implícitos en ellas. al igual que las vigencias o materialización de esos deseos en la actualidad.
En la base de los movimientos sociales más emblemáticos de la nación, se encuentra invariablemente la desigualdad. Este bicentenario de adversidades que cruza la economía, la sociedad, la política, la cultura y hasta las mismas familias de México. Así mismo uno de los pilares, la desigualdad, ha sido el sostenimiento de régimen de Fueros y privilegios.
En la madrugada del 16 de septiembre de 1810, en la primera misa del domingo en la iglesia del pueblo de Dolores, el cura don Miguel Hidalgo y Costilla arengó a un grupo de 80 fieles integrados por campesinos, labradores y amas de casa, a armarse con lo que pudieran para iniciar una revuelta contra el mal gobierno y abolir la esclavitud en la Nueva España.
Directamente, la consigna de los precursores de la Patria giraba en torno de la abolición de los fueros y privilegios característicos de una sociedad estamental que reproducía la desigualdad y la discriminación. Durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando las luchas intestinas entre los bandos opositores estaban siendo cada vez mas encarnizadas, el grupo de reaccionarios que dio origen al Plan de Morelia tuvo como lema: “Religión y fueros”, ante las enérgicas medidas adoptadas por el gran reformador Valentín Gómez Farías.
El cimiento ideológico del grupo identificado con el liberalismo político y económico, que finalmente tomó las riendas del destino de la emergente Nación incluyó la consideración de que los fueros privilegiados eran una rémora para el desenvolvimiento de nuestra nacionalidad.
Fue así que en 1857 se lograría consumar y diferenciar el concepto de fuero constitucional, como una especie de garantía respecto de un derecho de libertad de las llamadas negativas. La inmunidad con la que estaban investidos los altos funcionarios tenía el sentido de garantizar la libertad en el ejercicio de los cargos, limitando y negando la posibilidad al brazo coercitivo estatal de procesar, por la comisión de delitos comunes y oficiales, a tales funcionarios.
Se iba fraguando la formación del fuero constitucional, deslindándose de las raíces europeas y norteamericanas, para perfilarse hacia la construcción de una figura de carácter endémico.
En la actualidad, el concepto de fuero es una garantía constitucional que protege a la libertad de crítica que sigue teniendo como base el pensamiento constituyente de 1917, permitiendo el desempeño de la función pública de manera eficiente, impidiendo así mismo, el seguimiento de diversos procesos penales que se consideraban inútiles.
De este modo, en el título cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aunque de manera confusa, se pretenden establecer las bases constitucionales respecto de la inmunidad, inviolabilidad y responsabilidad de los funcionarios estatales y federales de la más alta jerarquía, al mismo tiempo que las relativas a las responsabilidades en las que pueden irrumpir todos los funcionarios públicos en general.
Esta distribución desordenada, confusa y poco esquemática de la que inicialmente se dio a llamar fuero constitucional, no sólo propicia el análisis comparado de nuestra Constitución con la legislación de otros países, por demás complejos, se evidencia la naturaleza poco republicana de nuestra insipiente democracia.
También al margen de la inmunidad que auspicia, es tan amplio, que los altos funcionarios han visto en esta figura la posibilidad de evadir; justificada o injustificadamente, cualquier tipo de acusación de carácter legal.
Se ha consolidado fácticamente un régimen forado, en la que los llamados altos funcionarios disfrutan de inmunidades y privilegios propios de la autora nobleza del antiguo régimen. El propio sintagma, fuero constitucional, constituye un autentico oxímoron pues cada palabra representa dos concepciones y espíritus diferentes y hasta excluyentes.
Es indispensable considerar todas estas contradicciones al momento de intentar comprender nuestro concepto de fuero moderno. Principalmente porque los espacios del antiguo régimen donde se intentó ordenar la vida social, no desaparecieron, y los funcionarios unos cambiaron de nombre o se agregaron, pero en todo caso, el fuero permanece oculto bajo el aspecto positivista.
La tarea de construir una democracia integral no puede seguir postergándose. En este sentido resulta necesario transformar los cimientos orgánicos de la República, en donde el actual diseño del fuero constitucional resulta un elemento fundamental para mantener el status quo. No solamente lo relativo a la inmunidad parlamentaria debe ser objeto de estudio y consecuentes reformas.
El régimen de responsabilidad de los servidores públicos como tal, también tiene que transformarse radicalmente para transitar a la consolidación de un genuino estado democrático social de derecho. Ahora que el país se encuentra sumido en una profunda corrupción y donde se mantienen impunes e intocables, funcionarios de todos los niveles, incluyendo senadores, diputados, gobernadores o legisladores locales.
Esta obra entiende, un rápido análisis histórico sobre el origen del Fuero Constitucional; también termina con un análisis sobre el derecho comparado del fuero en diversos países del mundo, pero atraviesa y advierte la necesidad de reformas en esta materia y darle claridad a la constitución para que no exista ninguna confusión respecto de la significancia o significado de fuero onstitucional; inmunidad parlamentaria o inviolabilidad de las opiniones. Estas tres instituciones parecieran encontrarse en la conjunción en nuestro texto constitucional, todo esto es analizado desde perspectivas académicas.
Quiero decirles que me siento muy contento de presentar este libro. Le quiero agradecer al Presidente de la Mesa Directiva, al senador Manlio Fabio Beltrones, por permitir que el Senado de la República haya editado este libro; esta obra de consulta. También quiero agradecer al Secretario Técnico, Víctor Acuña y a su equipo, por su referencia y actitud plural, siempre positiva y eficiente.
Por esa razón, me alegra bastante este grupo de senadores que esté con nosotros a los que les agradezco. Me alegra bastante que estén funcionarios de la Cámara, que finalmente ellos se mantendrán en el Senado, independientemente de nuestra permanencia; porque son ellos los que sostienen la institución, los senadores somos transitorios y pasajeros; mi reconocimiento a todos los funcionarios, secretarios técnicos y personal del Senado de la República.
Todavía creo que a esta obra le falta mucho por concluir. Estoy haciendo revisiones para su publicación, ya tengo ofrecimientos de dos casas editoriales, pero por el momento quisiera que la disfrutaran. Admito críticas y también correcciones. Sé que hay mucha gente que sabe más en el tema del fuero constitucional que yo; este es solamente un modesto aporte, que ojalá se perfeccione y sirva para las futuras generaciones de legisladores de este país.
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