Muy buenos días a todas y todos ustedes. Quisiera, sin obviar saludar en el presídium al señor subgobernador del Banco de México, a don Roberto del Cueto; al maestro Mariano Ruiz Funes, subsecretario de Agricultura.

Saludar al mismo tiempo al presidente de la Confederación Nacional Campesina, al diputado Gerardo Sánchez; también hacer lo propio con la diputada María Esther Terán, que es la presidenta de la Confederación de Propietarios Rurales. Y hacerlo también con Juan Carlos Cortés, quien es presidente del Consejo Nacional Agropecuario.

Saludo a Oswaldo Cházaro, presidente de los ganaderos del país. Y al licenciado Octavio Jurado, Gerente General de AMSA.

Quiero hacer lo propio con los señores Embajadores, tanto de Brasil, como de Chile; con nuestros amigos diputados federales que hoy nos honran con su presencia; como también con senadoras y senadores de la República que están aquí representando a esta Cámara e interactuando para buscar soluciones a muchos de los problemas que se viven en el campo mexicano.

Saludo también a la representante de la FAO aquí en nuestro país.

A todos y cada uno de ustedes, incluidos a mis paisanos, a mi compadre y tantos agricultores que andan por acá, interesados en esta materia.

Señoras y señores:

Más interesados estarán, sobre todo al saber que ha merecido un especial interés por parte del Senado de la República este Foro, para visualizar los esfuerzos exitosos y los no tanto, pero al final de cuentas son una experiencia, que se llevan a cabo en los países del mundo, para poder definir una política agropecuaria adecuada, sobre todo lo que puede ser el rescate a nuestra agricultura.

Por eso nos satisface y mucho este evento, en donde agradecemos sobremanera --aquí en el Senado-- a los organismos convocantes que he señalado hace un momento, bien coordinados por el senador Rogelio Rueda, que ha estado personalmente presente en cada uno de los eventos previos, en las convocatorias, representando tanto al Senado, como a la organización de la Confederación Nacional Campesina.

Yo les robo unos minutos de su tiempo antes de inaugurar este evento, para platicarles algunas de las experiencias que hemos tenido en los últimos meses, y que es interesante sobre todo para entender el origen del foro.

El Poder Legislativo y en especial el Senado de la República, en los últimos meses ha conocido la solicitud por parte del Ejecutivo Federal, para la ratificación de varios tratados, entre ellos dos específicos:

Uno, que surgió como un tratado trilateral en su momento, creo que lo ha de haber vivido el diputado Usabiaga, en su momento, que fue el de Colombia, Venezuela y México. Un tratado de libre comercio, que posteriormente quedó reducido al compromiso entre Colombia y México, y que de una u otra manera tuvimos que ratificar el protocolo este mismo año, que generó una discusión sumamente interesante, sobre todo en materia de lo que pueden ser los compromisos en el campo: colombiano y mexicano.

Los avances que hemos tenido tanto en su modernización, como también en la adecuación fitosanitaria y tantos otros asuntos que ustedes tienen en mente.

Este primer ejercicio de ratificación de un tratado de libre comercio por parte del Senado, porque comento con mis amigos de Chile, de Brasil y de tantos otros países que nos acompañan, que en México la voluntad expresa del Ejecutivo al firmar un tratado de libre comercio, tiene que ser ratificada por el Senado de la República.

Hay algunos otros mecanismos que se viven en países distintos, en donde es solamente necesaria la voluntad del Ejecutivo para que esto suceda.

En México hemos procurado tener un procedimiento aparentemente más complejo, pero que nos da las garantías que todos sean escuchados en el momento de la negociación.

Hablar de la ratificación del protocolo del tratado entre Colombia y México, surgieron una serie de discusiones, que por cierto debido a las mismas las negociaciones se llevaron a cabo con los productores --tanto agricultores, ganaderos, campesinos--, que nos llevaron a tener una satisfacción elemental al respecto de la firma del protocolo, en virtud de un tratado ya firmado en anterior ocasión.

Pero cuando vino también la ratificación de un nuevo tratado comercial, como es el de México con Perú, empezamos a profundizar sobre lo que debe ser un mecanismo para avalar y ratificar por parte del Senado lo que son las negociaciones entre dos países, en el entendido y como principal elemento que nadie en México --como estoy seguro en buena parte del mundo-- se niega a que nos involucremos todavía más en una economía globalizada, a intentar cómo podemos en todas las áreas de la economía, tener una integración mayor, sobre todo tratándose de México con nuestros hermanos de Iberoamérica.

Pero en el Senado ya se había iniciado una discusión. Y esa discusión la habían puesto sobre la mesa unos senadores, entre ellas doña Rosario Green, que trabajó una iniciativa para tener una nueva Ley General de Tratados, en donde construyéramos un mecanismo que diera plena satisfacción a todos los que de una u otra manera podían resultar beneficiados o afectados; que la transparencia en cada una de estas negociaciones y el reconocimiento a que nadie puede quedarse fuera, estuvieran incluidos.

Y así fue como se inició esta discusión, ya de algunos meses, sobre la ratificación del Tratado de Libre Comercio México-Perú, en donde el sector agropecuario, el sector campesino del país, unidos empezaron a hacer saber sus diferencias y, sobre todo, poner sobre la mesa los comentarios de no haber sido consultados previamente, antes de las negociaciones, lo cual nos dejaba en condiciones de desventaja simplemente por no haber previsto lo que sucedía.

Intentamos desde el Senado de la República trabajar junto con el gobierno federal y alrededor de una idea, en el sentido de la compensación.

Si no fuimos o no fueron invitados algunos de los que se sienten afectados a la firma de este tratado o a la satisfacción sobre lo que se firmaba en ese tratado, posteriormente en el reconocimiento algunos términos de compensación, a fin de que todos estuvieran de acuerdo que se ratificara el tratado y le diéramos vida a una integración mucho más global de nuestro país, interactuando con nuestros países hermanos de Latinoamérica, como señalé hace un momento.

Pero esa discusión nos vino a traer una nueva al respecto, entre más se fue profundizando en la misma, en la discusión de productores agropecuarios con el Ejecutivo Federal, se fue construyendo más la idea de que no podíamos quedarnos detenidos simplemente en resolver los huecos que podríamos percibir en la firma de este tratado o las insatisfacciones del mismo, sino que era la hora de empezar a platicar de la construcción de una política pública sobre el campo mexicano, el sector agropecuario que tanto hace falta hoy en día.

Sobre todo a partir --bien lo comentaba hace un momento el señor subgobernador del Banco de México-- de que buena parte de los paradigmas que ya venían destruyéndose en lo que pueda ser la escena financiera mundial y que vinieron a constituirse en una crisis en el 2009, llegaron a afectar muchos de los sectores de la producción, en especial el campo mexicano. Y otro más, el de la seguridad alimentaria.

No podríamos estar girando solamente sobre lo que resulta económicamente conveniente, financieramente adecuado, sino también sobre la soberanía alimentaria de un país.

Ahí empiezan a percibirse como necesidad el orientarnos sobre parámetros mundiales, reconociendo entre ellos los que la FAO le indica a cada uno de los países del mundo, sobre qué porcentaje de la alimentación de un pueblo, sugieren sería pertinente que fueran producidos por el país que los consume, para en ese momento empezar a depender menos, sobre todo en alimentación, del exterior.

De qué manera se podía planear esto, adecuando, actualizando buena parte de los productos y apoyos financieros, para que sucediera lo que estamos nosotros sugiriendo y pensando.

Cómo muchos países del mundo, aquí se habló de algunos en específico, como China, Brasil, el mismo Chile, han dispuesto lo necesario para mirar alrededor de políticas públicas, a fin de poder nuevamente voltear los ojos con un orgullo que se sienta en el campo mexicano, en el campo en el mundo.

De qué manera, sin asfixiar los mercados --como bien se dijo en este momento-- de carácter financiero, sí tenemos el financiamiento necesario como para hacernos cargo de una política pública, que adecuadamente nos dé respuesta a cada una de las preguntas que tenemos, de qué vamos a hacer en el futuro, sobre todo en una sociedad como la nuestra, que estadísticamente nos dice que cada vez se ha convertido en más urbana que rural, pero que la parte rural sigue sin estar atendida adecuadamente, como es una necesidad hoy en día.

Si vemos hacia el mundo, entonces observamos cómo lo que son los cereales, las carnes, tenemos que importarlos en México, sin tener la seguridad de que esto lo podemos resolver en el futuro con una política pública definida.

Y aquí entramos en un tema específico, que también nos ha llevado horas de discusión al respecto. Reconocemos que al frente de muchas de las instituciones del campo mexicano se encuentran las personas más adecuadas, las más conocedoras, los hombres y las mujeres con los mejores diagnósticos, pero sin las armas suficientes como para poder hacerse cargo del diagnóstico para presentar soluciones a cada uno de los problemas.

Es ahí en donde empezamos a hablar sobre cómo fluyen los recursos financieros, los presupuestales, en apoyo al campo mexicano.

Platicaba hace un momento con el señor presidente de la Confederación Nacional Campesina, diputado federal, representante de los campesinos en México en el Congreso, y le decía “nuevamente irán ustedes a construir un presupuesto que parte del envío de la Secretaría de Hacienda, del renglón agropecuario en ceros, para que los mejores ‘presupuestólogos’ del Congreso empiecen a resolver este dilema, en el entendido de que para ponerle a este renglón hay que quitarle a otro”.

No hay una política pública para el campo, que le permita prever cuáles son los recursos que de inicio debe tener el sector agropecuario.

¿La discusión tendrá que ser año con año o podremos ya pensar en políticas públicas de carácter transexenal, que verdaderamente resuelvan todos y cada uno de los problemas que vive el sector que produce los alimentos del país?

Y entiendo que ese es el interés de este foro. Lo que surgió como simplemente un debate por ver si ratificábamos un convenio comercial con otro país, hoy viene a traernos la buena noticia que estamos discutiendo lo que es una política pública integral para resolver los problemas del campo.

Qué bueno que algunas noticias malas vienen y construyen noticias buenas y actitudes mejores. Y por eso es que yo saludo a todos los aquí presentes, deseando que lo que hoy se escuche de manera intensa en el Senado de la República, nos permita no solamente resolver los problemas de la coyuntura que se viven en el mundo y que afectan a México.

Los detalles que vienen incluidos en las cifras ---en las lamentables cifras-- que conocemos cotidianamente sobre de qué manera los pobres de ayer han traído refuerzos de nuevos pobres, el día de hoy; de que no hemos encontrado la manera de responder a cada uno de estos dilemas y que mediante este diálogo y el conocimiento de las mejores experiencias que se tienen en el mundo, mucho nos podríamos acercar a coincidir que en el campo como en otras materias, no tiene razón de existir la diferencia partidaria cuando tenemos un mismo objetivo, que es buscar cómo nuevamente le regresamos el orgullo al sector agropecuario, de ser la parte más importante que alimenta al resto de la población en México.

Yo vengo de un estado fronterizo esencialmente agropecuario, que de una u otra manera, quizá identificando perfectamente bien, su política tradicional y local pudo dar en su gran mayoría o en un importante porcentaje, el salto hacia la modernización en una agricultura de exportación.

Pero este es un caso que no se ha repetido en resto de la República, ni que se pueda tomar como el modelo que se deba seguir en otros lugares tan diferentes que componen el país.

Son experiencias locales. Mientras en esas regiones nos involucramos con productores de todo el mundo, ayer lo reflexionaba con nuestros amigos chilenos, sobre todo en el caso de la uva de mesa, donde hemos aprendido mucho de ellos y han compartido con nosotros sus experiencias y tomado las nuestras. Como en otros lugares donde tenemos agricultura bajo control climático, hay espacios en nuestro país que tienden a desaparecer porque tienen una agricultura de subsistencia, sin el apoyo necesario por parte del Estado, quien debería tener una política pública al respecto.

Seguridad alimentaria. Ayer decían, combinada con seguridad energética, y sobre todo con certeza de lo que vamos a hacer en el futuro, creo que debe ser uno de los temas más importantes que el día de hoy ustedes van a dilucidar y que nosotros necesariamente después de ello tendremos que atender.

Para poder gobernar y hacerlo bien, es necesario escuchar. Después de escuchar el gobernante tiene que decidir, pero hoy en día eso no es suficiente; después de escuchar y decidir tiene que explicar, y explicar muy bien por qué tomó esa decisión.

Creo que eso es lo que nos hace falta en el futuro, pero de aquí pueden surgir muchas luces para resolver el problema.

Dicho lo anterior y sin la intención de aburrirlos, el día de hoy, 2 e agosto, que tengo el gusto como presidente del Senado, el gran honor con el que me ha distinguido la mesa, de declarar inaugurado este foro, que busca generar las políticas públicas más exitosas para el sector agropecuario, aprendiendo mucho de las que han sucedido en otros países del mundo, sobre todo con quienes nos sentimos más identificados, que es nuestra Latinoamérica.

Muchas gracias.

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