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Amigas y amigos todos:

Quiero, con el permiso de nuestras compañeras senadoras y nuestros amigos senadores, darles la más cordial de las bienvenidas al Senado de la República.

Sean entonces estas primeras palabras propicias para extender este reconocimiento especial a mis compañeras --Rosalía, integrada ya--, a ellas, a mis compañeras senadoras de las distintas fuerzas políticas representadas aquí en el Senado de la República quienes, sin duda, en una ceremonia como ésta expresan la pluralidad y la fuerza de las mujeres de México, en esa diaria lucha por hacer realidad --como bien se ha dicho en esta tribuna-- sus aspiraciones de equidad y justicia.

Al saludarlas a ellas, saludo también a quienes se expresan en franca, abierta y total minoría, que son nuestros amigos senadores de la República, aquí presentes.

Debo decirles que no sólo es honroso, sino muy enriquecedor, trabajar al lado de ustedes, compartiendo responsabilidades, expresando la mayoría de las veces coincidencias y en ocasiones diferencias, pero siempre en un marco de respeto mutuo y de solidaridad en el cumplimiento de nuestras responsabilidades.

Es por eso muy satisfactorio participar aquí, junto con el presidente de la Junta de Coordinación Política, el senador José González Morfín, como del presidente del Instituto Belisario Domínguez, el senador Carlos Navarrete, en esta entrega de reconocimientos, que a iniciativa de una más de las buenas iniciativas de nuestra amiga Blanca Judith Díaz Delgado, estamos hoy celebrando.

Hoy reciben, distinguidas mujeres que destacan por su desempeño profesional un homenaje, en el cual sentimos que representan a todas ustedes, porque son ejemplo de carácter y capacidad. Ese carácter y capacidad que cotidianamente despliega la mujer mexicana en todos los campos de nuestra vida social y productiva.

Aquí quiero hacer un alto en el camino. Estamos saludando a Mónica Flores, a Nicole Reich. Lo hacemos con Elizabeth Abadie, también con quien ya celebró una primera sesión con el Senado, que es Irene Espinosa, quien fue ratificada por el Senado de la República como tesorera de la federación, y que sin ningún problema coincidimos todas las fuerzas políticas en celebrar un nombramiento que se distinguía por la capacidad y el talento que se le debe reconocer a la mujer mexicana.

Junto con ellas, obviamente quién no ha estado, quién no ha visto, quién no ha escuchado a Lolita Ayala. Muchos de nosotros, en nuestras diversas tareas, hemos tenido la oportunidad de estar con ella y comunicándonos con la población en general, que la escucha con atención y respeto, por la calidad, sobre todo profesional que ella ha desempeñado.

En lo personal, incluso he trabajado a su lado en un tema que a los dos nos apasiona, y que es la lucha en contra del cáncer en mama y cérvico uterino.

Lo hacemos siempre listos a ver cómo podemos estar al lado de la sociedad y apoyar cada uno de los ejemplos que se dan a los mexicanos y a las mexicanas para ser mejores.

Y también, por qué no, con Mónica Garza, con quien hemos compartido en distintas ocasiones eventos y, sobre todo, hemos tenido la oportunidad de comunicarnos a través de sus programas con la población en general.

Todas y cada una de ellas, que hoy aquí nos acompañan, son dignas de orgullo general, ya sea en materia financiera, profesional, técnico, abriendo barreras, sobre todo en espacios que habían sido circunscritos a los hombres nada más, y con ello auspiciando el que tengamos mejores oportunidades en el futuro.

Es así como el Senado de la República --estoy seguro en esta convocatoria de Blanca Judith-- ha querido destacar el significado de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.

No podemos negar que a pesar de los innegables avances que hemos tenido en los últimos años y que se registraron sobre todo a finales del Siglo XX y en estos inicios del Siglo XXI, todos con el objeto de superar las desventajas en la condición de la mujer en todo el mundo, aún persisten rezagos, muchos de ellos inaceptables, que desafortunadamente todavía se presentan en nuestro país con indeseable frecuencia.

Es que los fenómenos de violencia contra las mujeres, lo mismo en los hogares que fuera de ellos, son una muestra lamentable del acoso y la vulnerabilidad que la condición femenina aún tiene que superar. Pero también reconozcamos que existen otros campos donde las oportunidades no se ofrecen a la mujer por prejuicios añejos o atraso cultural.

De ahí la importancia de tener una celebración de este tipo. De ahí el interés de estar junto con ustedes, haciendo valer la fuerza de la condición humana femenina.

La diferencia, que considero cualitativa, es que la lucha de las mujeres en nuestro país tiene cada vez más aliados masculinos, que junto a ellas aspiramos a una convivencia en la que se destierre toda forma de discriminación por sexo, clase, etnia, o incluso por edad.

Si bien hay mucho camino por recorrer para alcanzar una sociedad más justa e igualitaria, más humana, en la que se hagan realidad los anhelos de igualdad de género, existen las condiciones que nos permiten trabajar juntos porque coincidimos en el método democrático como el mejor instrumento para avanzar.

Considero que las mujeres juegan un papel trascendental en la transformación positiva de nuestro régimen democrático. No sólo porque numéricamente constituyen la primera mitad del mundo, sino porque en su impulso transformador nos enseñan a aceptar la diversidad, a respetar la diferencia y a entender que toda práctica o actitud discriminatoria oprime y vulnera los derechos humanos.

¿Quién de nosotros, legislador en turno, ya sea aquí o en la Cámara de Diputados, en donde hemos coincidido, no nos hemos tenido que alentar y sobre todo enriquecer alrededor de la sensibilidad de las legisladoras, para poder retomar temas de justicia y de derechos humanos?

¡Cómo no recordar que juntos avanzamos en el tema de la lucha en contra de la trata de personas!

También lo hicimos legislando de manera moderna en el tema de pornografía y prostitución infantil.

Difícilmente podría haber surgido una buena legislación para poder sancionar con dureza lo que puede ser la violencia intrafamiliar, si no hubiera sido que estuviéramos acompañados de la sensibilidad de la mujer.

Es por eso que todos coincidimos que las reivindicaciones femeninas no han sido un acto de casualidad, sino una lucha con perseverancia y constancia, que ustedes han llevado a cabo.

Es que no podemos ignorar que en México hay más de 57 millones de mujeres, y que de ellas más de seis millones son jefas de familia. Esto lleva a que elevemos la importancia de su papel en medio de los graves problemas que amenazan nuestro tejido social, como la violencia combinada con la pobreza y la precariedad que se cierne en el horizonte de muchísimos de nuestros jóvenes.

Esa una realidad inaceptable que estamos obligados a transformar, pero estoy convencido que solamente lo podremos hacer con su apoyo.

Termino diciéndoles y recordando, como dijo alguna vez el prócer argentino Domingo Faustino Sarmiento: “educa a un niño y educarás a un hombre; educa a una niña y educarás a una familia”. En este tiempo podríamos parafrasear después de todas estas combinaciones que hemos hablado para avanzar en temas de derechos humanos y justicia al lado de ustedes…: “abre más oportunidades a las mujeres y forjarás una nación más justa que la que actualmente tenemos”.

Amigas y amigos;

Senadoras, senadores:

Al felicitar con sinceridad a las ciudadanas que hoy reciben este reconocimiento como mujeres de éxito y al anunciar que próximamente -como bien me lo había dicho Blanca Judith-- habremos de tener un evento en donde premiaremos a las destacadas mujeres periodistas, que es importante también tenerlo para hacer justicia, no puedo dejar de recordar a aquellas mexicanas valientes que lucharon por obtener el derecho al voto; reivindicación que se logró apenas en 1953.

También evoco a las ilustres mexicanas que asumieron con igual valor cargos políticos en un mundo todavía que piensan algunos está destinado solamente a los hombres, y que lograron destacar con luz propia por su arrojo y talento. Ese que a ustedes hoy las distingue.

Junto a ustedes, ellas han sido una parte fundamental en la construcción del proyecto democrático de nuestro país. Mujeres que son un ejemplo de voluntad para transformar el mundo y lograr una mejor convivencia entre los seres humanos. Es indispensable siempre recordarlo en esta solemne conmemoración del Día Internacional de la Mujer.

Muchas felicidades.

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