* Versión de la intervención de la senadora Gabriela Cuevas Barron, en la reunión de trabajo de la Mesa Directiva del Senado, comisiones y la delegación de México ante la Unión Interparlamentaria con el presidente de la Cámara de Representantes del Parlamento de Uruguay, José Carlos Mahía Freire

 

Muchas gracias, vicepresidenta.

Diputado José Carlos Mahía Freire, bienvenido a este Senado de la República, después de mucho tiempo de estar planeando esta visita y que además, debo decirlo y espero no “ventanear” ningún comentario, pero el diputado Mahía tenía como intención que el primer país en visitar fuera el nuestro, ya no sé si en razón de la agenda y de los múltiples cambios que hemos tenido se logró el objetivo o no, pero creo que es un gesto muy importante y muy significativo para México.

Diputada Macarena Gelman, integrante de la delegación parlamentaria; diputado Conrado Rodríguez, también integrante de la delegación parlamentaria; embajador Jorge Alberto Delgado Fernández, embajador del Uruguay en nuestro país, bienvenido como siempre, embajador; vicepresidenta, senadora Blanca Alcalá y presidenta también del Parlamento Latinoamericano y Caribeño; a mis compañeras y compañeros senadores, y por supuesto al ministro Víctor Hugo Morales, director general para América Latina y el Caribe, de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Nos da muchísimo gusto poder estar hoy aquí, desde el inicio del trabajo de estas Legislaturas en las que hemos estado en el Senado de la República Uruguay ha estado presente, de hecho, y hay que recordarlo, el primer instrumento internacional que evaluamos nosotros como senadores en México fue la ampliación del Tratado de Libre Comercio con Uruguay, ésa fue nuestra primera tarea en la Comisión de Relaciones Exteriores.

Y nos dio mucho gusto poder llevar a cabo ese tratado porque sabemos que aún hay una gran tarea por hacer y que cualquier paso que demos va a ir en la dirección correcta. También, insisto, quiero destacar este gesto, nos da mucho gusto que México esté entre las prioridades de Uruguay, que estemos por supuesto teniéndolo también como una de las prioridades de diplomacia parlamentaria, y me parece que por ahí es por donde debemos seguir caminando.

México ha trabajado de manera coordinada con Uruguay no sólo en estas ratificaciones de tratados, sino también en la agenda de diplomacia parlamentaria, y ahora hay que hacerlo aún más extensivos a los temas de cooperación parlamentaria y de intercambio de mejores prácticas.

El siglo XX en América Latina y el Caribe estuvo marcado por el autoritarismo, dictaduras y conflictos sociales, y en ese contexto los sentimientos de solidaridad y de respeto mutuo entre Uruguay y México fueron muy claros cuando México se convirtió en el hogar de más de 2 mil 500 refugiados uruguayos, que vinieron buscando la protección de nuestro país.

Ahora, el siglo XXI nos presenta una América Latina y del Caribe muy distinta; hoy ya no nos marcan aquí las dictaduras y el autoritarismo, pero sí nos marcan retos muy importantes, como el combate la corrupción y a la desiguadad.

Hoy, en América Latina prevalecen los principios como la democracia, la globalización, el libre comercio, el respeto a los derechos humanos y, por supuesto, muy importante, la cultura de paz, que define en gran medida una diferencia entre nuestra región con otras regiones del mundo.

Hoy, América Latina ha contribuido al establecimiento de un nuevo escenario y se han convertido en defensor de estos principios en la arena internacional.

Pese a estos avances, insisto, aún tenemos grandes retos, el de la desigualdad social y el de la corrupción. El tema de la desigualdad social es gravísimo, si revisamos los datos, por ejemplo,  de Oxfam, en los últimos años el 10 por ciento de la población latinoamericana y caribeña con mayores ingresos han acumulado el 71 por ciento de la riqueza de la región, y las fortunas de los multimillonarios han crecido  un promedio anual de 21 por ciento entre 2002 y 2015, es decir, han crecido seis veces más que el Producto Interno Bruto de la región. En contraparte, la pobreza aumentó hasta llegar al 30 por ciento de la población el año pasado, esto significa que en nuestra región la pobreza afecta a más de 175 millones de personas.

En la agenda de corrupción, ésta se ha convertido en la agenda principal de los gobiernos latinoamericanos. El índice anual de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional da como calificación promedio regional de 44 sobre 100. Esto, en términos reales, se traduce en el estancamiento económico y social que estamos experimentando, ya que la corrupción cuesta cada año alrededor del 4 por ciento del Producto Interno Bruto.

Sin embargo, hay que decirlo, en esta estadística regional Uruguay ha hecho un contraste muy fuerte, de hecho Uruguay es el único país que contradice estas tendencias. El 62 por ciento de la población uruguaya pertenece a la clase media y la tasa de pobreza se ha reducido en 15 por ciento en promedio en los últimos 5 años.

En términos de corrupción, Uruguay es el país latinoamericano menos corrupto y se posiciona en el lugar 21 entre 176 países involucrados en el Índice de Percepción de la Corrupción, de Transparencia Internacional.

Además, también hay que decirlo, Uruguay se ha atrevido a romper paradigmas, temas que hoy también en México estamos discutiendo y analizando, como la despenalización en el consumo de la marihuana.

Me parece que el solo hecho de abrirse a esos debates habla no sólo de una sociedad madura, sino también con mucho ánimo de construir soluciones que estén más allá de los paradigmas tradicionales, e incluso de los acuerdos internacionales que hoy han restringido este debate sin darnos soluciones, que hoy, sobre todo nuestra región, no sólo demanda, sino que, en términos de indicadores de violencia, urgen.

Por supuesto que hay muchos temas que podemos destacar. La agenda bilateral es nutrida, es dinámica, es importante. Hoy tenemos en puerta una posible apertura a los temas comerciales, otra vez, y esto nos da mucho gusto en el sentido de que el dinamismo obliga también a la cercanía. Pensar que un mismo tratado pueda dialogarse dos veces para los mismos senadores, pues sí habla de la importancia y la dinámica de la relación.

Y, en esta misma tesitura, se vuelve fundamental que el diálogo político entre parlamentarios y la cooperación que podamos tener para intercambiar las mejores prácticas legislativas, las mejores políticas públicas, también nos lleve a entregar los mejores resultados a los ciudadanos a quienes representamos.

Yo hago votos por que Uruguay nos comparta sus buenas experiencias, porque podamos también, decía mi homóloga, la diputada Mónica, decía en algunas reuniones que Uruguay es un pequeño país por el número de habitantes que tiene, un país que tiene 3 millones de habitantes, mientras nosotros somos un país de 120 millones de habitantes y con 35 millones de personas de origen mexicano, o mexicanos viviendo en los Estados Unidos.

Si bien pudiéramos pensar que Uruguay es un pequeño país en términos de población, como lo dice la senadora, también yo debo decirlo, que es un gran país en términos de lo alto que está poniendo la vara para muchos países en nuestra región y para el ejemplo que significa en combate a la corrupción y en combate a la desigualdad.

Me da mucho gusto esta visita. Bienvenido hoy y siempre diputado presidente, por supuesto también a su delegación; embajador, hacemos votos por esa relación.

Bienvenidos. México es su casa.

 

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