Discurso del senador Armando Ríos Piter, integrante del Grupo Parlamentario del Grupo Parlamentario del PRD, al inaugurar el Foro “La migración en México: reto, perspectiva e impacto del retorno”.

Armando Ríos Piter (ARP): Buenos días, la verdad es que me siento muy contento de poder arrancar esta semana con un foro de esta naturaleza con personalidades importantes, trascendentes en la materia que vamos a tratar el día de hoy.

Le agradezco mucho a la autora Silvia Giorguli que siempre, como cabeza del Colegio de México ha sido muy, ha atendido siempre el llamado que el hemos en el Senado de la República al Colmex y especialmente en el contexto que hoy vivimos.

No son pocas las notas que han estado presentes a lo largo de estos dos últimos meses, a partir de que entró una nueva administración en Estados Unidos que tienen que ver con distintos temas que tratamos en la Comisión de Población, y que de manera particular en el tema de migración pues hoy tienen pocas respuestas de política pública.

Son innumerables ocasiones, por lo menos como senador, en las que me ha tocado estar en foros, en entrevistas, en distintos puntos de debate sobre cómo está México preparado para enfrentar el nuevo paradigma de lo que significa la administración Trump y por más que me ha tocado estar en reuniones con funcionarios, con el secretario de Gobernación, con el propio Presidente de la República, siempre me queda la sensación de que México no está lo suficientemente preparado.

Y me refiero a dos contextos, no solamente las políticas públicas de corto plazo. Hace una semana, de hecho el lunes de la semana pasada, estaba yo en Tijuana y tuve la oportunidad de recorres varios de los albergues que están instalados ahí, son alrededor de 20 albergues que están instalados en Tijuana, y obviamente, bueno, pues Tijuana es uno de los lugares que más capacidad tienen, hay estudios con gente del Colegio de la Frontera Norte, por cierto.

Pero en toda la frontera, en los 19 puntos fronterizos que y tenemos, la verdad es que la capacidad instalada que tenemos para recibir a gente es muy precaria. Precaria en términos de infraestructura, precaria en términos de coordinación institucional entre los órdenes de gobierno, y precaria obviamente en términos de presupuesto que se maneja.

El Instituto Nacional de Migración, por más que cacarea un programa que se llama Todos Somos Mexicanos, y me ha tocado escucharlo, oír de él, no he tenido la suerte de escuchar a beneficiarios de ese programa que de la manera masiva que debiera de ser, después de hablar de casi 2 millones de deportados en el caso de la administración de Obama, que me puedan decir que ese programa verdaderamente les fue útil y los atendió, les sirvió precisamente en el contexto de la repatriación.

Entonces, yo creo que en este momento estamos en una disyuntiva que es indispensable atender con toda transparencia, una; si queremos seguir con el discurso de que estamos listos y preparados en el caso de que hubiera una deportación de alrededor de, no sé, a cifra que a ustedes les guste, pero cuando se miden millones de personas, pues obviamente es una cifra difícil de manejar con las capacidades que tenemos instaladas hoy.

Entonces, quedarnos solamente en el discurso y decir “México si está preparado”, o hacer lo que cualquier país serio debería de hacer “no estamos preparados de manera suficiente”, qué tenemos que generar, cómo tenemos que vincular presupuesto, darle prioridad a la capacidad institucional que hoy no está coordinadora, en fin, cuál es la política pública que tendríamos que estar siguiendo, eso, digamos, como una respuesta a la coyuntura, al corto plazo.

Pero la segunda, y que me parece que es la más trascendente y por eso le agradezco mucho a todas las personalidades que están aquí, sin duda alguna, pues hoy tenemos una presencia de lujo que frente al Canal del Congreso nos permitirá pensar, diagnosticar y sobre todo buscar cómo le vamos a dar respuesta a lo más trascedente, es: si están regresando gente a nuestro país, que después de haber dejado México por no conseguir oportunidades de empleo, mejores condiciones en términos de servicios, en términos de repartición de bienes públicos, si hay gente, digamos, que dejó comunidades en Guerrero, que es de donde yo soy, o que dejó sus comunidades en Oaxaca, o las comunidades de la Mixteca, en Puebla, o las comunidades de Guanajuato, o las comunidades de Zacatecas, si es que dejaron esos contextos donde ellos vivían por no tener suficientes bienes y servicios públicos, calidad de vida, que fueron a buscar a otro lado y hoy están regresando, pues la pregunta es cómo vamos a absolver, cómo vamos a aprovechar y cómo vamos a encontrar en esta coyuntura una oportunidad que nos permita de la mejor manera conducir lo que significa el regreso de gente a nuestro país.

Yo soy de los que piensan que una coyuntura como la que estamos enfrentando, bien canalizada, bien aterrizada, puede significar una importante oportunidad.

Estamos hablando que la gente que ha vivido en los Estados Unidos, yo así por lo menos es así como lo veo, traen un chip distinto en términos de organización, un chip distinto en términos de emprendedurismo, un chip distinto en términos de incorporación, aceptación y promoción del Estado de Derecho; por lo menos son tres valores que tengo claramente identificados en la gente migrante con la que nos ha tocado estar en contacto de manera importante recientemente.

La pregunta es: cómo podemos aprovechar esto como un bono demográfico, que nos permita tener capacidad de incorporarlo para generar desarrollo, crecimiento, aprovechar la oportunidad que nos ofrece la coyuntura.

Y en ese sentido, entender también que Trump lo que ha hecho es enseñarnos un espejo, un espejo preocupante, un espejo difícil, pero a final de cuentas un espejo.

Me decía -y yo no me cansaré de repetir esta anécdota, porque me parece que en su contundencia o en su dureza está lo que tenemos que hacer- me decía una migrante oaxaqueña hace poco, que conocí allá en Los Ángeles.

Me decía: sabe qué, a lo único que yo le tengo miedo -decía- no le tengo miedo o no le he tenido miedo en mi vida a cruzar el desierto, a quedarme sin agua, a no saber qué es lo que va a pasar en mi vida por 4 o 5 días porque no sé cómo llegar a la carretera que me habían dicho que me iba a permitir llegar a una ciudad.

Me quedé horas, días sin agua, luego llegué a un lugar donde no conocía el lenguaje y no le tenía miedo a eso. A lo único que le tengo miedo hoy como mamá, como madre de familia es a que me regresen al infierno.

¿O no es para usted el infierno, o no es un infierno un lugar en el que tienes que pasar 4 horas cargando agua potable para llevarla a tus hijos?, ¿o no es el infierno un lugar en el que tus hijos se pueden morir? Como le pasó a la hija de mi hermana porque la pica el alacrán y no hay antialacranes, porque alguien se lo robó en el centro médico.

¿O no es un infierno un lugar en el que estos niños no tienen ningún destino para tener escuelas?

Entonces, cuando ella cerró ese comentario decía: es que los políticos se han acostumbrado a que la anormalidad sea la normalidad. Entonces ya no podemos permitir esto.

Trump  hoy nos ha puesto en evidencia ese espejo, ese espejo de 12 millones por lo pronto de mexicanos y mexicanas de primera generación que dejaron el país porque no se les ofreció nada.

Ya fuera empleo, ya fuera capacidad de tener una vida digna o simple y sencillamente que se les respetara su vida, muchos de los desplazados por la violencia en Guerrero o Tamaulipas están buscando poder tener una vida medianamente estable en los Estados Unidos, que hoy no les ofrece México.

Entonces, eso es lo que levantó Trump, levantó un espejo al país, en el que México tiene que ver lo que ha dejado de hacer, lo que ha fallado en términos estructurales aquí para incorporar a esa nación que hoy está dividida.

Hoy, por más que no tuviéramos un muro en medio, somos una nación dividida, entre los que se quedaron de este lado sin oportunidades, sin posibilidades esos pueblos y que hoy solamente viven de las remesas de aquellos que cruzaron el desierto y lograron sobrevivir allá.

Si no entendemos este momento como un momento crítico para revisar nuestra realidad, para entender lo que hemos hecho mal y lo que tenemos que hacer y lo que tenemos que construir para aprovechar a esa gente que en caso de regresar vea la posibilidad de que en su país construya nociones de desarrollo tan fuertes como las que han podido construir en California, pues California es un lugar que han construido los migrantes mexicanos y es la quinta economía del mundo.

Entonces, me parece es que ese es el tipo de disyuntiva que hoy se abre como país, como nación y por eso me siento realmente contento de estar con todos los que aquí están, con Liliana, obviamente con el doctor Agustín, con Claudia, que están aquí presentes y con Pepe, disculpa –es que mis gafas ya no me dan para ver hasta allá.

Muchas gracias porque el cuerpo de investigadores del Colegio de México y toda la importante red de investigadores que están en este tema, me parece que Tenemos pensar fuera de la caja, tenemos que pensar cómo aprovechamos la discusión de la Ley de Población que se pueda dar.

Ya hay un avance significativo de una nueva Ley de Población que tenemos que retomar, pero bueno, pues esa ley tiene que asimilar que estas coyunturas se entiendan como momentos que permitan construir trayectorias donde nuestra población sea aprovechada, pueda construirse toda una dinámica de felicidad y que todos lo hagamos juntos.

Entonces, enhorabuena. Muchas gracias.

 

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