Versión estenográfica de la intervención del senador Carlos Puente Salas en el homenaje a la deportista Soraya Jiménez Mendívil.
Muy buenos días, sean ustedes bienvenidos, con la venia de la Presidenta de la Comisión de Igualdad de Género del Senado de la República, la senadora Diva Gastelum.
Quiero dar la más cordial bienvenida el día de hoy a este Senado de la República, primero que nada  a la familia Jiménez Mendívil, y gracias por aceptar este reconocimiento por parte de este Senado de la República.
Agradecer la presencia de todas y todos los medallistas olímpicos que nos hacen el favor de visitarnos este día, sean ustedes bienvenidos.
Quiero hacer un reconocimiento especial a la Comisión de Igualdad de Género de este Senado de la República por este dinamismo por el cual siguen trabajando y reconociendo a personajes importantes de gran trayectoria y que nos han dejado un legado como es el caso de Soraya Jiménez Mendívil a quien el día de hoy se le hace un muy merecido reconocimiento en este Senado de la República.
Senador Barbosa, gracias, buenos días por acompañarnos, autoridades deportivas, reconocer la presencia del licenciado Carlos Padilla Becerra, titular del Comité Olímpico Mexicano.
Saludar a Gilberto Hernández Oceguera representante de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, agradecer la presencia de Paula Soto representante del Instituto Nacional de la Mujer.
A más de 10 años de que se colgó la presea dorada, en este más que merecido Homenaje recordaré algunos logros deportivos que nos permitirán adentrarnos en la vida de la primera mujer mexicana en conquistar el oro olímpico, Soraya Jiménez Mendívil.  
La asombrosa levantadora de pesas renació ante cualquier adversidad. Quienes tuvieron la oportunidad de estar cerca de ella, de compartir tiempo y vivencias, nos comparten que Soraya fue una deportista, una mujer fuerte, sensible, auténtica, tenaz, sencilla y comprometida.
Fuerte, no solo por lo que demostró aquel 18 de septiembre de 2000 en Sydney, Australia, cuando emocionó no solo a nuestro país sino al mundo entero, al levantar un envión 127.5  kilos para obtener aquella medalla de oro.
Fuerte también para soportar los grandes dolores físicos que le acompañaron a lo largo de su vida.
Sensible, porque momentos antes de ese levantamiento dedicó dos besos en memoria de su querido abuelo, Don Tomás Mendívil, a quien en vida le hizo la promesa de ganar una medalla olímpica.
Auténtica, como la respuesta que dio a un periodista momentos después de haber ganado la presea aurea( le preguntaron a ella): “¿Sabe usted, señorita, la trascendencia de lo que acaba de realizar?” Se le preguntó, tras mirar hacia la parte alta del salón en que se encontraba y tras un breve silencio, con sencilla expresión contestó: “¡No! ¡No me he detenido a pensar…!”.
Tenaz, como doña Dolores su madre, don Tomás su abuelo y su tío Manuel –medallista olímpico en salto ecuestre en Moscú 1980-, quienes le inculcaron los valores de tenacidad, fortaleza y espíritu inquebrantables: “Si el caballo te tira, súbete otra vez”, le decía su abuelo.
Sencilla, porque esta cualidad resaltaba cada que alguien la reconocía y acudía  a pedirle un autógrafo, ante lo cual se sentía algo apenada. Con esta actitud demostró la idea que siempre guió su camino por la vida y el deporte: “cuando se obtiene el triunfo hay que saber mantenerse sin perder el piso”.
Comprometida, con sus metas y objetivos. Demostró en cada uno de sus entrenamientos y en las competiciones, compromiso con México y un gran compromiso para con el deporte. Comprometida con los niños y jóvenes a quienes tuvo la oportunidad de enseñar halterofilia.
Hoy, como ella decía, está en un descanso eterno. Sin embargo, Soraya Jiménez Mendívil es y seguirá siendo ejemplo para hombres y mujeres de ayer, de hoy y de siempre.  Las hazañas de esta mujer que se vistió de oro transcienden el tiempo y las fronteras de nuestro país. El espíritu de competición de esta atleta debe inspirar a todas y todos los deportistas mexicanos y al olimpismo internacional.
Soraya Jiménez es el testimonio de que las y los mexicanos tenemos el talento para transformar a  nuestra nación en una potencia en materia deportiva. Los diferentes atletas que han puesto en lo más alto del podio el nombre de nuestro país y han portado con orgullo la camiseta, nos han demostrado que sí se puede. Perdamos el miedo y acostumbrémonos a ganar.
Estimadas amigas y amigos; estimados familiares de Soraya, compañeros legisladores, deportistas y amigos que nos acompañan, creo firmemente que un México exitoso en lo deportivo, es reflejo de una sociedad educada, sana, solidaria y competitiva. Los invito a que trabajemos en conjunto, como hasta ahora lo hemos hecho en este Senado de la República, para que nuestra nación destaque a nivel mundial. Este es el momento.