Discurso pronunciado por el senador Luis Sánchez Jiménez, coordinador del Grupo Parlamentario del PRD, en la Sesión Solemne con motivo del cierre de los trabajos ordinarios de la LXII y LXIII Legislaturas. 

Luis Sánchez Jiménez (LSJ): Señor presidente, Ernesto Cordero.

 

Saludo al señor Secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida.

 

Saludo también, por supuesto a nuestra presidenta de la Junta de Coordinación Política, Ana Lilia Herrera Anzaldo.

 

Saludo a nuestra compañeras y compañeros senadores que, con licencia hoy ocupan otros cargos, nos acompañan el día de hoy. Gracias por estar presentes.

 

Acudo a ustedes, compañeras senadoras, compañeros senadores, en representación de las y los senadores de la Fracción Parlamentaria del Partido de la Revolución Democrática en este Senado de la República.

 

Arribamos a la clausura del periodo ordinario de sesiones, del tercer año de la XLIII

legislatura, la última de nuestro mandato.

 

Es la ocasión para efectuar un balance sobre lo realizado en los casi seis años de trabajo legislativo, también es tiempo de reconocer aciertos, yerros, pendientes y omisiones.

 

Hacer un balance de nuestro trabajo legislativo y de sus efectos e incidencia en la situación actual del país, no es sólo un asunto de hacer bien las cuentas; se trata, más bien, de confrontar las expectativas y los objetivos de quienes nos eligieron, con lo realmente alcanzado y logrado desde este recinto parlamentario.

 

Hace seis años se percibía con claridad que la violencia y la inseguridad eran el principal desafío del nuevo gobierno. La gente en las calles pedía paz y seguridad.

 

Este gobierno comenzó concertando un Pacto con miras a lograr un cambio, fijando condiciones para el crecimiento y el desarrollo integral.

 

En contraste, dentro de unos meses, este gobierno concluirá dejando una insatisfacción generalizada, distante de un pueblo, falto de justicia, agobiado por la violencia, la corrupción y la impunidad.

 

Las dos legislaturas en las que participamos serán ubicadas en la historia legislativa como impulsoras de transformaciones del país, cierto. Las posiciones y argumentos políticos, así como los efectos positivos o negativos de nuestro actuar serán juzgados por la sociedad mexicana en lo inmediato.

 

 

En los casi seis años de trabajo legislativo, las diversas fuerzas políticas mostraron voluntad y madurez para acordar sus coincidencias y afirmar sus diferencias, en el marco del respeto irrestricto a un ejercicio democrático, el cual es nuestro mayor activo.

 

La fracción parlamentaria del Partido de la Revolución Democrática fijó siempre su propia postura en cada una de las iniciativas, minutas y reformas constitucionales discutidas.

 

Entre los temas que más importan a las y los mexicanos, se encuentra la lucha contra la corrupción y la impunidad. Aquí hubo avances significativos, como la obligación para que todo funcionario público deje constancia de su patrimonio, el conflicto de interés en que puede incurrir y el pago de sus impuestos, conocido como 3 de 3, sin embargo, hoy no es obligatorio.

 

Sin regateo, debemos reconocer que esto fue un logro ciudadano, de ese espacio de la sociedad acusado hoy como “fifí”, al conseguir que se incorporara en la ley y se aplicará a todo servidor público.

 

Se construyó el andamiaje necesario para tener instituciones autónomas que investigaran y castigaran las actuaciones al margen de ley, hasta diseñar y construir un Sistema Nacional para hacer frente a la corrupción, un instrumento aún perfectible.

 

No obstante estos avances, como ejemplo del contraste entre expectativa y realidad, esta legislatura concluye sus trabajos ordinarios sin haber nombrado al Fiscal General de la República y al Fiscal Anticorrupción, y de último minuto se nombró a dos nuevos comisionados integrantes del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información de Datos Personales (INAI), con marcado sesgo partidista, vulnerando la confiabilidad y credibilidad de ese organismo constitucional autónomo, que es coadyuvante vital para que el Sistema Nacional Anticorrupción funcione en verdad.

 

Por otra parte, en seis años, la desigualdad, marginación y pobreza no se enfrentó con la determinación necesaria para emprender un cambio de fondo. En su lugar se privilegió un diferendo técnico respecto a la medición de la pobreza y se aprobó un polémico nombramiento en la Junta de Gobierno del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

 

El bajo impacto de las políticas que centran los esfuerzos en apoyos asistenciales hace necesario un cambio profundo del enfoque asistencialista, por uno de derecho a un ingreso básico ciudadano como forma efectiva para ejercer la libertad individual. Esto contribuiría, además, a eliminar la dadiva clientelar que corrompe la política y debilita a la democracia

 

Si las mismas políticas aplicadas desde hace cuatro décadas hubiesen funcionado, México no tendría a tantos millones de personas sumidas en todas las clases de pobreza existente.

 

Por otra parte, de entre todas las reformas llamadas estructurales, la que más destacó el gobierno federal y nos diferenció de él, es la Reforma Energética.

 

Se confió en que sería el detonante de la inversión productiva, daría mayor impulso a la industria petrolera e impulsaría la transformación energética en el país.

 

Los que nos opusimos señalamos la falacia del cúmulo de bondades con que se vendía esta reforma al pueblo de México. Señalamos que no hacía falta privatizar a Pemex y a CFE, ya que el plan era desmantelar su infraestructura y limitar su operatividad, restringir sus proyectos y servir con su experiencia, estudios y fuerza laboral, al negocio privado de la energía, sin recibir nada a cambio.

 

Es cierto, no se vendió un solo tornillo de PEMEX, pero se deja que la empresa se oxide para que no pueda competir con los monopolios internacionales.

 

Hay acciones que hoy se aplican a PEMEX que no están en esta reforma, como son el desmantelamiento de la empresa por la falta de inversión en exploración, extracción y refinación del petróleo.

 

En este rubro, como en tantos más, tampoco podía estar ausente el componente de la corrupción.

 

Mientras en varios países se acusa y sentencia a funcionarios, legisladores y hasta caen presidentes a consecuencia del más grande escándalo de red de corrupción por el caso de la empresa petrolera Odebrecht; en México no se procesa a ningún funcionario de alto o bajo nivel, se avala el proceder del exdirector de Pemex, señalado de recibir 10 millones de dólares para asegurar contratos en beneficio de la empresa Odebrecht.

 

Compañeras y compañeros.

 

Como legisladores no sólo nos corresponde presentar iniciativas, puntos de acuerdo, dictaminar y aprobar decretos, también somos la voz de quienes nos eligieron, de la representación política que nos postuló para ocupar un lugar en este recinto parlamentario.

 

En los casi seis años de ejercicio legislativo que están por concluir, las distintas fuerzas políticas aquí representadas nos esforzamos por privilegiar el diálogo, el acercamiento de puntos divergentes mediante argumentos y conciliación.

 

Logramos consensos en muchas materias, destacadamente en el avance en la protección de los derechos humanos de niñas y niños, jóvenes, adolescentes y mujeres, así como los migrantes y personas desplazadas.

 

En este Senado se condenó de manera unánime toda violencia ejercida contra las mujeres, la trata de personas, el vergonzoso avance de los feminicidios en el país y los casos de abuso y hostigamiento que siguen sin poder erradicar en México.

 

El avance legislativo en materia de derechos humanos se les debe de reconocer a en gran medida a nuestras compañeras senadoras de las diversas Fracciones Parlamentarias. Gracias compañeras senadoras por ése especial énfasis en la materia. Muchas gracias.

 

La libertad de expresión y el derecho a la información ocuparon la atención de los últimos días de este periodo ordinario. Producto de una comisión legislativa, una de tantas en las que este Congreso de la Unión incurrió, la Suprema Corte de Justicia de la Nación tuvo que intervenir para subsanar la ausencia de ley secundaria en materia de propaganda gubernamental.

 

El Congreso de la Unión cumplió con expedir la ley, pero su contenido no refleja el sentido de lo establecido en la Constitución en esta materia.

 

La sociedad mexicana experimenta daños irreparables que laceran profundamente el tejido social, la libertad de expresión y la democracia misma. Me refiero a los asesinatos de periodistas, de defensores de derechos humanos, de jóvenes, de integrantes de las fuerzas del orden, de presidentes municipales, funcionarios y dirigentes políticos, así como de miles de personas muertas en una espiral de violencia de la que el país debe salir para construir, de frente, un futuro mejor para México.

 

Nuestro momento como legisladores está próximo a concluir, pero la responsabilidad como mexicanas y mexicanos por hacer de México un mejor lugar, nunca debe terminar.

 

Asumí la coordinación de mi grupo parlamentario seguro de que la congruencia mantenida en los cinco años previos, eran la mejor carta de credibilidad para conducir a mis compañeras y compañeros en un momento crítico.

 

En la representación legislativa del PRD prevaleció la calidad.

 

En nuestro grupo parlamentario permaneció la consistencia.

 

Esta fracción parlamentaria ha sido congruente hasta el final.

 

A cada quién lo marcará la historia más por sus hechos que por sus dichos, de modo que en estos seis años el balance como expresión política no sólo será colectivo sino también individual.

 

En lo particular, agradezco la disposición para dialogar y arribar a acuerdos cuando fue posible, a los coordinadores de los grupos parlamentarios, y a cada una y uno de ustedes que me permitieron servir en ambas legislaturas como vicepresidente de la Mesa Directiva durante cinco años.

 

Mi alta consideración al presidente del Senado, Ernesto Cordero, y a la presidenta de la Junta de Coordinación Política, senadora Ana Lilia Herrara Anzaldo.

 

Sería mezquino si no reconociera la labor de quienes están siempre en apoyo de nuestro trabajo parlamentario, al equipo técnico y administrativo del Senado, a las y los asesores, secretarías, personal sindicalizado, y trabajadores en general.

 

Gracias porque desde su responsabilidad hacen de este Senado una gran institución.

 

Reconocer también a los representantes de los medios de comunicación y a las y los trabajadores del Canal del Congreso.

 

Termino mi intervención con una paráfrasis del célebre primer ministro inglés, Sir Winston Churchill.

 

“En democracia, el triunfo nunca es definitivo, ni la derrota tampoco suele ser fatal, lo que de verdad cuenta es el tesón para seguir luchando”.

 

Muchas gracias compañeras y compañeros.

 

Qué viva México.