Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

* Discurso pronunciado por la senadora Angélica de la Peña Gómez, del Grupo Parlamentario del PRD, en el foro “Diez años de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia”.

Angélica de la Peña Gómez, (APG): Buenas tardes a todas y todos, pero sobre todo a todas las que están aquí.

Veo caras y veo trayectorias, veo luchas, veo mucho tiempo en donde hemos estados literalmente confabulando cómo cambiar ese estado de cosas para lograr que los derechos de las mujeres sean plenamente reconocidos.

Dejar de ser cosas, dejar de ser objetos; ese sillón que luego se arrumba en el último sillón de la sala después de haberse usado literalmente durante mucho tiempo.

La cosificación de las mujeres sigue estando por desgracia en la mente, en la forma de ser de muchas personas, que por desgracia se han convertido en un obstáculo terrible para logra que la ley que hoy conmemora 10 años, y las leyes locales en esta materia –que tengo que decirles que en un tiempo muy rápido se logró que las 32 entidades federativas tuvieran una ley contra la violencia, para el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia de cualquier forma, de cualquier tipo como dice la ley: cualquier tipo de violencia, estuviera en el espectro del ámbito local.

Y es precisamente ahí en donde están los problemas, como dice cada uno de los incisos del Programa Nacional para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las mujeres, que está inscrita en la Ley General, ahí  en cada uno de sus numerales vamos a encontrar identificados los impedimentos.

Podemos platicar muchas anécdotas de cómo fue el proceso, prácticamente se nos iban los días, las semanas, los meses y los periodos ordinarios de sesiones y efectivamente las presidentas de 3 comisiones, la de equidad de género, la entonces diputada Diva Hadamira Gastélum; la presidenta de la Comisión contra el Feminicidio, la diputada Marcela Lagarde de los Ríos; y la diputada presidenta de la Comisión de los Derechos de la niñez, su servidora, estábamos literalmente con la angustia de cómo garantizar que se lograran los consensos para que finalmente la Comisión de Justicia y de Derechos Humanos –porque esos dos temas estaban juntos en una sola comisión- que era la que llevaba la pauta del dictamen de esta ley, pudiéramos lograr que no se nos detuviera.

Yo recuerdo muy bien que decíamos “híjole, ahí está fulano de tal, sutano, merengano, y bueno merenganita que no conoce muy bien, no tiene mucha empatía, pero bueno vamos a ver cómo nos va”.

Llegamos con una angustia terrible con el proyecto de dictamen, que afortunadamente desde la presidencia de la Comisión de Justicia y de Derechos Humanos se le encomendó a la presidente de equidad, la diputada Gastélum, llevara la construcción del dictamen.

Y así es como nos llevamos nuestro dictamen, ¿te acuerdas, Diva?, Marcela y Blanca se han de acordar también, llevamos nuestro dictamen con la angustia terrible a la Comisión de Justicia y de Derechos Humanos para que no nos lo echaran a bajo los diputados.

Nos preocupaban particularmente, recuerdo muy bien, los diputados. Y de algún partido, también los identificamos muy bien, alguno de ultraderecha que dijimos: éste va a ser nuestro enemigo.

Pero afortunadamente hubo mayoría en la Comisión de Justicia y de Derechos Humanos y logramos curiosamente dos o tres intervenciones de dos o tres diputados muy jóvenes, abogados que dijeron: les vamos a proponer que corrijan su dictamen con ésta, ésta y esta observación.

Perfecto, dijimos, claro que sí. Y prestas, rápidamente aceptamos la propuesta que se nos hacía y dijimos: queda muy bien, avalada por los abogados.

Sin embargo, ya teniendo las 32 legislaciones en esta materia a nivel local, entonces el Instituto Nacional de la Mujeres cumplió un papel muy relevante porque el lobby que se hizo con las diputadas es que había un recurso importante para apoyar a quienes impulsara la legislación en las entidades legislativas.

Siempre hemos tenido, la verdad, al Instituto Nacional de las Mujeres, que entonces estaba bajo la dirección de Rocío García Gaytán, antes con Patricia Espinoza Torres y ahora con Lorena Coss, siempre los institutos con distintas presidencia, siempre han estado cerca del trabajo legislativo y cerca para impulsar los derechos de las mujeres en los distintos ámbitos donde es necesario hacerlo.

Hoy, estamos conmemorando 10 años de que entró en vigor esta ley, hay opiniones diversas, incluso quienes dicen no sirven para nada y hay que hacer una nueva ley, incluso compañeras del movimiento feminista –lo quiero aclara- hay quienes insisten que necesitamos revisar algunos de sus mecanismos porque tampoco funcionan y hay quienes insisten en que lo que se requiere es que se aplique.

Yo creo que tenemos que distinguir la parte sustantiva de esta ley; en primer lugar es la ley que armoniza la Convención Belém do Para, como bien lo dice nuestra presidenta de la Comisión de Igualdad de la Cámara de Diputados la diputada Laura Nereida dice con puntualidad: es esta ley la que armoniza la Convención Belém do Para, define la violencia contra las mujeres como un flagelo, como una violación de los derechos humanos a las mujeres y es la causa de la desigualdad de las mujeres respecto a los hombres.

Es uno de los asuntos que tenemos que aprender de manera preponderante para poder lograr condiciones de igualad en el goce de sus derechos, de todos sus derechos de las mujeres y de las niñas.

Por supuesto que identifica, que ese fue el gran cambio que hicimos en nuestro país en aspecto legislativo, de que la violencia se padece en el ámbito público y en el ámbito privado. Fue un parteaguas.

Toda legislación en el país antes de esta ley, estaba inscrita para sancionar la violencia en el ámbito doméstico, la violencia intrafamiliar o sus distintas versiones, pero siempre estaba identificada por la paraje o la expareja en el ámbito de 4 paredes, en el ámbito privado, en el ámbito de la casa de las mujeres y pasaba por alto –y lo digo de manera autocrítica porque las que estamos aquí promovimos leyes en esta materia- y claro identificamos el problema estructural de fondo que tiene que ver con la violencia contra las mujeres.

Porque la pregunta inherente es ¿por qué un señor que perpetra violencia contra su pareja en el ámbito privado, a poco creen que es diferente cuando van transitando por la calle, cuando asumen un cargo público o cuando se relaciona con otras mujeres? Claro que no.

Nos siguen viendo como cosas desde su machismo que necesitamos erradicar para lograr efectivamente que la ley en toda su magnitud pueda entenderse.

De tal manera que los retos son importantes A 10 años de la creación de esta ley, que siempre la hemos identificado como un éxito compartido entre muchas diputadas de todos los colores, de todos los sabores, que efectivamente bajo la jefatura de la presidenta de la Comisión de Equidad en ese entonces, pero también tuvimos una participación muy importante de compañeros que simpatizaban y otros que aunque no simpatizaban tuvieron que votar a favor porque se iba a ver mal que todo mundo los identificáramos como el que votó en contra de la violencia.

Es decir, estar en contra de lograr que se erradique, que se sancione, que se  castigue la violencia contra las mujeres; políticamente lo correcto es apoyar aunque no se estuviera de acuerdo.

Y entonces los retos que tenemos es entender que el programa nacional no identificó ninguno de los demás mecanismos de la ley, sino particularmente, los primeros preceptos del programa nacional para prevenir, atender y erradicar la violencia contra las mujeres pues tiene que aplicarse y por supuesto también lograr la sanción.

Con esto termino, simplemente recordándolos de manera textual. Ya me dirán ustedes si tenemos que reformarlos o no.

Dice el artículo 38, la Fracción Primera, entre las acciones con perspectiva de género que tiene que impulsar este programa, la primera dice: impulsar y fomentar el conocimiento y respeto a los derechos de las mujeres –ésta es la gran política, la gran política, que trasladada a los tres órdenes de gobierno, a los ámbitos autónomos, a la vida cotidiana de las mujeres, etcétera, pues no se ha cumplido.

Necesitamos seguir luchando por que se reconozca que todos los derechos de las mujeres son derechos humanos.

La segunda, transformar los modelos socioculturales de conducta de mujeres y hombres, incluyendo la formulación de programas y acciones de educación formales y no formales, en todos los niveles educativos y de instrucción, con la finalidad de prevenir, atender y erradicar las conductas estereotipadas que permiten, fomentan y toleran la violencia contra las mujeres.

Y el tercero dice: educar y capacitar en materia de derechos humanos al personal encargado de la procuración de justicia, policías y demás funcionarios encargados de las políticas de prevención, atención, sanción y eliminación de la violencia contra las mujeres.

Luego le sigo, son más, ¿saben qué? Siguen estando pendientes.

Muchas gracias a todos ustedes por su atención.

 

---000---