altEl director general de Petróleos Mexicanos (Pemex), Emilio Lozoya Austin, aseguró que dentro de las reformas propuestas para ubicar a la economía mexicana en una trayectoria de crecimiento alto y sostenido, la energética ocupa un lugar de primera línea.

Durante su comparecencia ante las comisiones unidas de Energía, Puntos Constitucionales y Estudios Legislativos, Primera, que presiden los senadores David Penchyna, Enrique Burgos y Raúl Gracia, destacó el mediocre desempeño económico de México, el cual, remarcó, está por debajo de su potencial y de las aspiraciones de los mexicanos durante las últimas décadas.

Aseguró que para la Administración del Presidente Enrique Peña Nieto, esta es una situación inaceptable y de ahí que el Ejecutivo Federal propusiera un conjunto de reformas en el terreno económico para sacar a México de esta trayectoria de crecimiento inferior a la potencial.

Sostuvo que el papel preponderante del sector energético en el relanzamiento del crecimiento económico obedece al peso de las industrias petrolera y eléctrica en la economía nacional y de esta última en las finanzas públicas.

Además, a la ventaja competitiva y al potencial que posee la industria petrolera, si crece al ritmo que puede y debe, para generar oportunidades de negocio y de desarrollo de cadenas de proveedores y sobre la creación de empleos productivos y bien remunerados.

En la comparecencia que se llevó a cabo en el salón de la Permanente, el funcionario enfatizó que si se quiere que la industria del gas y el petróleo retomen una senda de crecimiento elevado, Pemex tiene que contar con un nuevo régimen fiscal, similar al que enfrentan sus principales competidores y que le permita invertir más de lo que invierte hoy.

Asimismo, dijo que existe un acuerdo en que Pemex requiere modernizar su esquema de organización interna para ser más ágil, más eficiente y más competitivo.

Para esto, propuso la supresión de los organismos subsidiarios de Pemex y su sustitución por dos divisiones, una encargada de las actividades “aguas arriba”, esto es de exploración y producción, y otra a cargo de las actividades industriales “aguas abajo”.

Detalló que en esta división se agruparían las actividades de transformación del petróleo y del gas en los centros procesadores de gas y las instalaciones de refinación y producción de petroquímicos.

Indicó que un segundo aspecto de la modernización de la paraestatal, que contribuirá a lograr los objetivos de contar con una empresa más ágil y eficiente, es el que tiene que ver con la introducción de las mejores prácticas de Gobierno Corporativo.

Para esto es necesario, señaló, contar con un Consejo de Administración profesional, con mayores facultades y con menos trabas burocráticas.

Aseguró que el Ejecutivo está empeñado en un proceso de transformación de Pemex que conduzca a tener una empresa más fuerte, que pueda invertir más, más eficiente y transparente.

“Confiamos en que estas propuestas, el nuevo régimen fiscal, la reorganización de Pemex y la reforma de su gobierno corporativo, que como he mencionado, gozan de mayor o menor grado de consenso, y sin duda contribuirán a dinamizar la industria petrolera en México”, expresó.

Sostuvo que el objetivo de la propuesta de reforma constitucional no es cambiar el régimen de propiedad de los hidrocarburos, sino de dotar al país del marco legal para obtener el máximo de riqueza de sus hidrocarburos para todos los mexicanos.

Emilio Lozoya dijo que la posibilidad de explotar reservas que no hace muchos años eran inaccesibles, ya sea en yacimientos no convencionales o en aguas profundas y ultraprofundas ha abierto una enorme oportunidad de expansión para la industria petrolera en México.

No obstante, enfatizó que la oportunidad de crecimiento y el futuro mismo de México como potencia petrolera que estos recursos y las nuevas tecnologías entrañan, viene acompañada de tres retos que son los que aconsejan cambiar el marco constitucional de la industria.

El primero, detalló, tiene que ver con la intensidad de capital implícita en la tecnología para explotar este tipo de recursos, pues dijo que mientras que el costo total por barril, es en promedio de 8 dólares y de 11 dólares en aguas someras, en aguas profundas y en yacimientos no convencionales en tierra 37 y 35 dólares respectivamente.

Alertó que si Pemex mantiene el ritmo de inversión actual, del orden de 24 mil millones de dólares, en los próximos diez años podemos esperar una producción promedio de crudo ligeramente superior a la actual (2.8 mmbd) y una producción de gas similar a la de hoy (6.1 millones de pies cúbicos diarios).

Pero, resaltó, si queremos alcanzar el máximo potencial en los próximos diez años, tendríamos que invertir del orden de 62 mil millones de dólares anuales y alcanzaríamos una producción promedio de 4 millones de barriles de crudo y una producción de gas considerablemente superior a la actual, 16 mil millones de pies cúbicos diarios frente a los 6.1 que producimos hoy.

Es un hecho, subrayó, que necesitamos atraer capitales para acercarnos al ritmo máximo de explotación de nuestros recursos, pero para lograr esto en la magnitud requerida sin modificar las reglas constitucionales de operación de la industria no es factible.

Explicó que la revolución “shale” en Estados Unidos no es una revolución de grandes empresas como Pemex, Exxon o BP, sino que es producto de la suma de la actividad de cientos, miles, de empresas medianas, porque la geología de estos yacimientos no se presta al despliegue eficiente de empresas gigantes como la nuestra.

Por ello, dijo, la explotación óptima de los yacimientos no convencionales sugiere la necesidad de atraer más jugadores a la industria.

El tercero de los retos, señaló, es lo relacionado a la administración del riesgo, sobre todo en los yacimientos en aguas profundas.

Precisó que de acuerdo a la experiencia en otros países, las grandes empresas petroleras rara vez encaran proyectos de desarrollo y producción en aguas profundas por sí solas, por lo que el esquema más frecuente es que una de ellas encabece un proyecto y otra o varias adquieran una participación en el mismo.

“México tiene frente a sí el reto de revertir un largo período de crecimiento mediocre de la economía, del empleo y de los ingresos de la población, muy por debajo de lo que los mexicanos requieren y, con justicia, reclaman.

“En el sector energético, y muy particularmente en la industria del gas y el petróleo, el país cuenta con una poderosa herramienta para recuperar al camino del crecimiento acelerado”, concluyó.

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