• Este mecanismo no reduce o incrementa la abstención ni su instrumentación lleva a una mayor o menor fragmentación del voto.
  • Se analizan los sistemas electorales de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay.

En la década de los ochenta la mayor parte de las naciones de América Latina experimentaron procesos de transición hacia la democracia, los cuales trajeron consigo la necesidad de crear un andamiaje jurídico-electoral capaz de normar a las nuevas democracias y que incluye la segunda vuelta electoral.

Lo anterior, se señala en la investigación “La segunda vuelta electoral en el contexto de los sistemas presidenciales latinoamericanos” que elaboró el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República.

En el estudio, se explica que dicho mecanismo consiste en asegurar una votación mayoritaria a través de la eliminación de las opciones políticas que no alcanzan el primer y segundo lugar en una primera elección y analiza los sistemas electorales de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay.

El CEIGB revisa en esos países los criterios normativos que rigen la elección unipersonal, las experiencias nacionales y la manera en la que se definen, con el propósito de identificar sus rasgos más sobresalientes que abonen a la discusión sobre los sistemas de balotaje. 

Refiere que en el caso de Argentina solamente una vez se ha recurrido a una segunda vuelta; en 2015 cuando el candidato Mauricio Macri, a pesar de haber perdido las elecciones en la primera vuelta resultó electo en la segunda con 51.34 por ciento de los votos.

“Para Brasil podemos identificar que se han celebrado comicios de segunda vuelta en todas las elecciones desde 2002. A partir de dicho año, la Coalición del Partido de los Trabajadores encabezada primero por Luiz Inácio Lula da Silva y posteriormente por Dilma Rousseff, ha resultado ganadora en las segundas rondas tras haber ganado en las primeras.

Otro caso, es el de Chile que también ha celebrado elecciones de segunda vuelta desde el año 2000. En todos los comicios, los candidatos que se impusieron en la primera vuelta también resultaron ganadores en la segunda. Para el caso colombiano, de las últimas cuatro elecciones presidenciales, sólo en dos se ha requerido celebrar unas segundas elecciones.

En Ecuador, en las elecciones de 2017 el candidato Lenín Moreno del Movimiento Alianza Patria Altiva i Soberana (PAIS), partido del ahora expresidente Rafael Correa, ganó bajo un esquema de segunda vuelta frente a la oposición con 51.16 por ciento de los votos.

Perú desde 2002 ha tenido elecciones altamente competidas y en su mayoría se definen en la segunda vuelta que ronda entre tres y cinco puntos porcentuales de la votación; mientras que en el caso de Uruguay de los últimas cuatro comicios, en tres se aplicó la segunda vuelta.

Ante estos resultados y después de analizar treinta y cuatro elecciones, la investigación del CEIGB señala que es imposible identificar un conjunto de patrones en el funcionamiento de la segunda vuelta en los países latinoamericanos.

“La segunda vuelta no reduce o incrementa la abstención ni su instrumentación lleva a una mayor o menor fragmentación del voto”, se precisa.

Se puntualiza que ello pone de relieve el poco impacto de la segunda vuelta en la alteración de los resultados, además de las implicaciones que trae consigo, como son los costos de celebrar una segunda elección y el desgaste electoral que tiene un sistema de esta naturaleza, al menos en lo que atañe a los casos y al periodo de estudio. 

Para conocer a detalle las experiencias de los países de América Latina, que durante el Siglo XXI, en 34 procesos electorales han utilizado el balotaje o segunda vuelta como proceso electoral, así como las ventajas y desventajas de este sistema; se invita a revisar este documento de investigación en el siguiente enlace:

http://centrogilbertobosques.senado.gob.mx/docs/DI_2daVuetlaLATAM_110717.pdf